[...]España empezó a pensar en deshacerse para siempre de una colonia (Luisiana) que le costaba una fortuna mantener. Y para ello contó con el inesperado apoyo de la Francia revolucionaria. Napoleón quería recuperar Luisiana. Pero España ni siquiera podía decidir ella sola el futuro de una colonia que teóricamente le pertenecía. Estados Unidos también tenía algo que decir en la cuestión. Y era “no”. El nuevo imperio americano quería que Luisiana fuera española o suya. No había sitio para Francia. La luna de miel entre Washington y París que existía desde los tiempos de la independencia americana saltó definitivamente por los aires. Los hombres que estropearon las relaciones entre los dos países fueron Napoleón Bonaparte y el entonces presidente de Estados Unidos, Thomas Jefferson. Ambos estaban tratando de crear un imperio. Hoy, 200 años después, sabemos que sólo el americano lo consiguió.
Jefferson adoraba a Francia, pero la amistad se acababa donde empezaba el puerto de Nueva Orleans. Y Napoleón ambicionaba no sólo esa ciudad, sino toda Luisiana. El emperador francés quería colonizar el territorio para abastecer a Haití. En aquel momento, Francia había perdido el control de esa isla debido a una rebelión de negros y mulatos, pero quería recobrarla, reinstaurar la esclavitud y convertirla en un monocultivo de caña de azúcar. Todos los productos que Haití necesitara para su subsistencia llegarían desde Luisiana.
Arrancó bien el proyecto. Porque, frente a la despiadada inteligencia de Napoleón y Jefferson, por una parte, y la desesperada lucha por la libertad de los negros haitianos, por otra, Carlos IV de España y su valido Manuel Godoy aportaron otra gran característica del ser humano: la imbecilidad. Los dos eran conscientes de que España ya no podía defender Luisiana. En eso acertaron. Lo que es más cuestionable es que la cambiaran por un reino inexistente. El 1 de octubre de 1800, en el Tratado de San Ildefonso, España cedió Luisiana a Francia a cambio del reino de Etruria, que iba a ser creado por Napoleón en el centro de Italia. Ese reino imaginario nunca llegó a existir. España acababa de regalar a Francia 3,3 millones de kilómetros cuadrados.[...]
Magnífico, verdad?
Fuente: Magazine El Mundo http://www.elmundo.es/magazine/2003/213/1066921480.html