por Evil_Khalid » Mié Mar 17, 2004 1:42 am
9) El karma es la causa de todo lo que nos sucede.
Falso: El karma no es la Ley del Talión como pretenden los metafísicos sino una “lección a aprender”. Y es el propio espíritu el que decide cuándo y de qué forma aprenderá esta lección.
Los metafísicos confunden el Karma con la Ley de Causa y Efecto, y según ellos, si alguien en una vida asesinó tendrá que ser asesinado en esta vida.
Para aprender las lecciones derivadas de nuestras malas acciones no es necesario padecer lo mismo que hemos hecho a otros.
10) Lo único que puede cambiar situaciones negativas generadas por el karma es el perdón.
Falso: El perdón no puede liberarnos de las lecciones pendientes. Lo único que puede liberarnos de las lecciones es aprenderlas. Si en una vida cometimos actos hostiles contra nuestros semejantes, no es el perdón el que nos liberará sino el aprender a amar.
Además, el perdón es un acto de soberbia. Esto puede verse claramente en la definición contenida en el Diccionario Técnico de Psicointegración:
PERDÓN. Dic. Acad. Acción de perdonar, es decir, de remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa el perjudicado por ello. ║ Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. ║ Gr Elron. Acto de soberbia, proveniente del ego, por el cual el individuo que considera haber sido ofendido, en un gesto ostentosamente magnánimo, absuelve al supuesto ofensor. El perdón implica ofensa, es decir que para que alguien pueda perdonar, primero tiene que haber sido ofendido, pero como nadie tiene el poder para ofender a nadie a menos que uno le haya dado ese poder, resulta que, paradójicamente, el perdón nunca debería recaer sobre la persona que supuestamente nos ofende sino, en todo caso, sobre uno mismo, por haberle dado tan neciamente cabida a la ofensa. Cada uno crea sus propios estados de ánimo, o, expresado de otra manera, "los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que de ellas hacen" (Epícteto). El ofensor, por lo tanto, siempre es uno mismo: te ofenden porque te ofendes. De ahí que cuando alguien perdona una ofensa, lo único que está haciendo, en realidad, es desligarse de la responsabilidad que le cabe por ser su propio ofensor para trasladarla a otro.
Ver también Poder ficticio de las palabras.
Poder ficticio de las palabras. Gr Elron. Autoridad inventada que le damos a determinadas palabras para alterar nuestro ánimo. Es una autoridad inventada porque las palabras no tienen más potestad sobre nosotros que la que nosotros mismos decidimos otorgarle. Para probar que no la tienen basta gritarle a un pequeñísimo granito de arena "¡muévete!" y veremos que no se desplazará ni siquiera una millonésima del pelo de un cabello. Ninguna palabra tiene poder para ofender a nadie, a menos que uno mismo le haya dado ese poder. Y si le hemos dado poder a determinadas palabras para que quien las pronuncie nos ofenda, la única alternativa que nos queda es retirarles el poder que nosotros mismos les hemos dado. ¿Puede haber algo más paradójico que darle poder a determinadas palabras para ofendernos y luego echarle la culpa a quien las pronuncia?