por Evil_Khalid » Sab Abr 10, 2004 4:34 am
Rudolf Fenz
En Nueva York, en el año 1950, en la época de verano, apareció de pronto, como salida de la nada, en la concurrida y ruidosa Quinta Avenida, una persona de unos treinta años con el rostro demudado.
Comenzó a vagar entre la gente completamente desconcertado, mirando de un lado a otro y sorprendiéndose por las cosas que veía. Su ropa no era de la época sino de casi un siglo atrás. Vestía una gran levita negra, un traje estrecho, un sombrero a juego, y calzaba unos grandes negros de hebilla.
Su desconcierto no duró mucho, ya que cuando se disponía a cruzar la calle (a apenas unos cien metros de Times Square), no se percató de que el semáforo estaba en rojo, y un automóvil lo atropelló.
Muchas fueron las personas que fueron a socorrerlo, pero no había nada que hacer, aquella persona yacía muerta en la fría carretera.
Cuando la policía hizo acto presencia en la escena de tal brutal accidente, no esperaban que tendrían frente a ellos un enigma que les quitaría el sueño.
A simple vista se dieron cuenta de las ropas tan inusuales que vestía aquel hombre, y que pese a que sus ropas eran de otra época estaban impecablemente cuidadas y en un estado de conservación perfecto.
Aparte de lo inusual de sus ropas, también el grosor de la tela de las mismas llamó su atención, ya que era verano y hacía calor. Su asombro aumentó tan pronto como le registraron.
En sus bolsillos encontraron diversos objetos que poco tenían que ver con una persona del año 1950. Esto es lo que encontró la policía en los bolsillos de aquel misterioso individuo:
-Unas tarjetas a nombre de Rudolf Fenz.
-Unos cuantos dólares en billetes, que desde hacía unos años se encontraban fuera de circulación.
-Una carta dirigida a Rudolf Fenz, con matasellos de Junio de 1876, en perfecto estado de conservación.
-Unos recibos que hacían referencia a una suma entregada por la manutención de unos caballos y un carruaje.
No es de extrañar que los policías que allí se encontraban se quedasen un tanto asombrados por los efectos personales que portaba esta extraña persona, que según las tarjetas y la carta indicaban, debía llamarse Rudolf Fenz.
Tras el levantamiento del cadáver, el laborioso trabajo de intentar buscar a los familiares de la víctima se puso en marcha. Y digo laborioso, porque sin lugar a dudas requirió de un gran esfuerzo por parte de los que se encargaron de este trabajo. Consultaron registros municipales, listines telefónicos, expedientes médicos,... y no encontraron rastro alguno de Rudolf Fenz. Era como si no existiera.
Dado el apellido del individuo (Fenz), de raíz claramente germana, decidieron probar en la oficina de inmigración y el FBI, contactando con las autoridades europeas, buscando alguna pista en la República Federal Alemana, Austria, o incluso Suiza.
Todos los intentos tuvieron resultados negativos, que minaron los ánimos por encontrar algo sobre aquel hombre. Cuando todo parecía perdido, encontraron una pista clave. En un listín telefónico de Nueva York, que databa del año 1939, encontraron un nombre que les dio un rayo de esperanza, Rudolf Fenz Jr. ¿Sería familiar de Rudolf Fenz?
La única manera para encontrar respuesta a esta pregunta era ir al domicilio que figuraba en aquel listín.