Hace poco me enviaron este artículo y deseo compartirlo con ustedes.
EL RITUAL DEL SANCTUS SANCTORUM
Y LA IMPORTANCIA DE LOS GENITALES
A mediados del año 2005. ya había juramentado el actual Papa Benedicto XVI, después de una expectante espera popular para ver salir el humo blanco del edificio del Vaticano, en la Plaza San Pedro, anunciando el “Papa habemus”.
Por estos meses, durante el interesante compás de espera, salieron a circulación infinidad de publicaciones en revistas, periódicos y libros que se referían a la importancia de este cónclave o acto, aparentemente apacible, por fuera, pero agitado y hasta turbulento dentro de las hermosas paredes de la Capilla Sixtina.
Por esos días, también, hice una recopilación de las informaciones que se publicaban acerca de este tema y elaboré este trazado,
Con motivo de la reciente elección del nuevo Papa y, como siempre ocurre, la iglesia católica y romana, somete al recién electo jefe de la iglesia, a una solemne ceremonia y ritual muy especial llamado el “Sanctus Sanctorum”, cuyos orígenes, significado y trascendencia explico a continuación.
Como todos recordamos, al revisar la historia de los papas, el año 855, la iglesia sufrió un bochornoso fiasco, cuando el recientemente elegido pontífice Juan VIII, después de algunos meses, resultó embarazado o embarazada. Este bochorno público no sólo ha sido ocultado por la iglesia católica romana, sino que, además, argumenta en su defensa que sólo se trata de una leyenda maligna, difundida por herejes y apóstatas manejados por el mismo demonio.
Sin embargo, este hecho que escandalizó al mundo en su tiempo, parece ser la razón y causa del ritual del Sanctus Sanctorum, como en latín vulgar se le denomina, a la ceremonia solemne, única, a la cual es sometido, desde entonces, el nuevo pontífice de Roma, luego de haber sido elegido por el cónclave de cardenales y antes, por cierto, de conducirlo al trono de San Pedro. Todo sucede en el interior de la bella y hermosa Capilla Sixtina, que mandó a construir el papa Sixto IV y pintó con su extraordinaria genialidad el reconocido y célebre gay, Michelangelo Buonarroti, utilizando modelos musculosos o angélicos que escogía en los famosos baños público de Pozo Branco, a los cuales era asiduo concurrente para su higiene personal y para encontrar ahí parejas a su gusto.
En el momento magno de la ceremonia, un grupo de cardenales de los que todavía lucían músculos, levantan en vilo al nuevo vicario de Cristo y lo acomodan en la misteriosa silla porfiriana, la cual ha sido estudiada e investigada por Guillermo Daly, quien esclarece el misterio sosteniendo que dicho sillón papal de brazos no es otra cosa que una “sedes stercoraria”; es decir, un trono fecal con un hueco en el asiento, tal como estilaban los monarcas en la antigüedad para que, en casos de apuros, no tuvieran que abandonar las funciones de gobierno para cumplir con vulgares funciones fisiológicas, por más urgentes que éstas fueran.
A la conocida señal de un suave fondo musical de los clavicordios, un cardenal, previamente elegido o designado (cuando se producían disputas bizantinas por intereses eclesiásticos), introduce la mano diestra bajo la silla porfiriana donde se halla sentado el sumo pontífice recién elegido. Con la debida autorización recibida este cardenal palpa y sopesa el falo y los dos testículos, constatando, además, que no existe ningún orificio vaginal. Si todo está en orden y la trinidad palpada es perfecta, el elegido representante de Dios en la tierra recibe la bendición aprobatoria del colegio cardenalicio de la iglesia católica. Desde este momento el nuevo pontífice de Roma queda expedito para dirigirse al palacio del Vaticano y asumir, sin ningún contratiempo, el trono de San Pedro. Según el ritual eclesiástico de la iglesia católica, se trata de recordarle al pontífice que, aunque sea vicario de Cristo, sigue siendo un humilde ser de carne corrompible.
Como hemos afirmado antes, la iglesia católica afirma que la cronología del reinado de los papas es nítida y transparente como muestran los cuadros enmarcados con las fotos de los papas que se exhibe en el Vaticano; así lo demuestran, también –dicen- documentos históricos de indudable reputación. La lista de papas no muestra vacíos. Juan VIII fue un papa férreo que se enfrentó nada menos que al gran Carlomagno.
Los voceros de la iglesia manifiestan que aquello del pontífice que salió encinta es una patraña para ensombrecer la continuidad de la dinastía más antigua del mundo; no da la iglesia, sin embargo, ninguna importancia ni explica el hecho que, con el tiempo, su imperio territorial se viera reducido a la mínima expresión: un espacio de apenas 30 hectáreas que es todo el Vaticano, reconocido como un Estado soberano.
Pero, una búsqueda en la historia de los hechos revela que sí existió un pontífice Juan VIII, la llamada papisa Juana, quien de visita a un pueblo, estando ya encinta de un enamorado seminarista, cayó aparatosamente de su caballo y abortó a vista y paciencia de su escandalizada feligresía. Cuenta la historia que una vez descubierto el género del Papa, la gente de Roma le amarró los pies y la amarró a un caballo que la arrastró mientras la muchedumbre la apedreó hasta la muerte. Otro documento cuenta que fue enviada a un lejano convento para arrepentirse de sus pecados y que su hijo llegó a ser el Obispo de Ostia. No se sabe exactamente que sucedió con la Papa Juana, La primera referencia sobre ella ocurre en el siglo XIII o sea 350 años después de su gobierno papal. Alrededor de este tiempo su imagen comenzó a aparecer en el Tarot
como la carta de la sacerdotisa. También existen más de 500 manuscritos antiguos que contienen los detalles del papado de Juana, entre ellos encontramos documentos de autores famosos como Platina, Petrarch y Boccaccio.
El nombre de la papisa era Juan Anglicus, inglesa del siglo IX, pero vestido de hombre, viajó a Atenas donde se hizo famoso por sus conocimientos de las ciencias. Eventualmente, llegó a Roma y enseñó en el Trivium, lugar donde su fama creció aún más. Llegó a ser Cardenal y cuando el Papa León IV murió en el año 853, fue elegido Papa por unanimidad.
Esta papisa, por cierto, es diferente al enemigo de Carlomagno, referido por la iglesia, sólo que su nombre dinástico fue concedido a otro vicario para borrar el histórico fiasco. La papisa fue, obviamente, una mujer que, en forma similar a muchos otros casos en el devenir histórico, siempre pasó como hombre. Había entrado al clero con la idea que ahí podía ocultar de manera perfecta su identidad sexual. ¿Quién sabe si lo hizo con malicia o inocencia? Pero, una comunidad religiosa es, se supone, lo más puro y casto, pero, también, un hervidero de sórdida perversidad, atizada por el mismo aislamiento y la intensa meditación.
ANTECEDENTES:
El sanctus sanctorum tiene, por otro lado, reiterados fundamentos que lo anteceden en la Biblia, por ejemplo, no solamente es para evitar hechos bochornosos. Podría tratarse de una forma de juramento. En Génesis 24.2 se lee que cuando el patriarca Abraham ya estaba muy viejo y ansioso de conseguir una mujer para su hijo Isaac, llamó al criado más antiguo de su casa y le dijo: “pon tu mano debajo de mi muslo (eufemismo que sustituye la palabra testículos) “para tomarte juramento por el Señor, Dios del cielo y de la tierra, que no casarás a mi hijo con mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales habita” (24:3). En 24:9 “con esto el criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su señor y juro hacer todo lo dicho”
Otro libro de la Biblia, el Deuteronomio, lleva a pensar que el sanctus sanctorum es una prueba o una revisión un tanto estilizada. En efecto, en Deuteronomio 23:2 se establece de manera definitiva: “El eunuco, cuyas partes han sido majadas, cercenadas o cortadas, no entrará a la iglesia o pueblo del Señor”; “Tampoco el bastardo, esto es, el nacido de mujer prostituta, podrá entrar en la iglesia del Señor, hasta la décima generación” (23:3).
En este sentido, el cardenal designado debe cerciorarse que ahí, bajo el asiento de la silla porfiriana, está presente el purpurado calvo con sus par de gemelos y su falo intactos. Además, el año 325 el Concilio de Nicea prohibió –pese a que ya estaba dicho en la Biblia- que alguien con defecto en las criadillas pudiera ordenarse de sacerdote.
También el Corán, que se funda mucho en el Antiguo Testamento, condena los genitales defectuosos. Justamente la palabra “Ciclán” deriva del árabe ‘siglaba’, que significa aninal o persona con un solo testículo.
Como puede deducirse de todo lo expuesto, bien fuere medida precautoria contra una nueva papisa o un juramento sagrado, el sanctus santorum, en cuanto rito o ceremonia, o prueba o test, tiene muchísimo que ver con los testículos. Esta palabra deriva del latín ‘testiculus’, pero a la vez este vocablo viene del sáncrito ‘testis’ que significa tres. Y tres implica testigo, porque es una tercera persona que se convoca para que dé fe de un hecho. Por otra lado, los seres humanos de distintas culturas –pero, ‘machistas’, siempre- juran por sus testes: “¡Que me corten los huevos, si miento”¡ suelen decir.
‘Testes y testigos’ eran palabras feas y surgió el eufemístico ‘testículo’, para hacerlos menos feos y diminutivos, más digeribles al lenguaje culto.
Finalmente, el historiador Bernardino Corio cuenta en su “La Historia de Milán”, en 1510, el regio ceremonial del sanctus sanctorum al que fue sometido, en 1492, el rijoso (“lujurioso, sensual, dispuesto a la pelea”) pontífice Alejandro VI, el español Rodrigo Borja, quien en Italia se puso el apellido Borgia. Dice Corio: “Finalmente le tocaron el pene y dijeron que todo era conforme a la voluntad de Dios; acto seguido le echaron la bendición y le aspergiaron el agua bendita del sanctus sanctorum. Ya después, el nuevo pontífice se dirigió al palacio.
Wilfredo Herrera Huayanay
J
bueno aqui les dejo algunos enlaces para aplacar la curiosidad...
