Adelanto del artículo que pronto daré conocer, donde se va a presentar testimonio y material fotográfico exclusivo, que trata entre otros temas, sobre avistamientos ovnis durante los atentados del 11-M.
Este capítulo corresponde a la Desclasificación de Expedientes que llevara a cabo durante los años 1992 a 1996, el investigador valenciano Vicente Ballester Olmos.
OVNIS EN ESPAÑA
¿Intervención silenciosa?
Para hablar de la Desclasificación llevada a cabo por el Ejército
del Aire Español, haría falta un artículo completo dedicado al tema.
No es esta nuestra misión como ya anunciamos desde un comienzo, pero
si se hace necesario poner en relieve ciertos detalles de esta
historia, que marcó un antes y después en el tratamiento del
fenómeno ovni dentro de la Península, y sentó además, importantes
precedentes futuros. Todo se inicia con la publicación "Ovnis:
Documentos Oficiales del Gobierno Español" (1977). El libro es fruto
de las intensas gestiones llevadas a cabo por Juan José Benítez, que
fue uno de los primeros investigadores a quién se le facilitó
documentación oficial, en base a 12 expedientes liberados,
conseguidos gracias a los oficios del teniente General Don Felipe
Galarza, por ese entonces general –jefe del Estado Mayor del Aire.
Una vez que la información ganó la calle, los militares se vieron
desbordados de solicitudes para seguir desclasificando expedientes,
situación que asustó a los altos mandos castrenses, quién decidieron
poner fin a la reciente apertura practicada. Otro factor que influyó
en la decisión, fue que el libro de Benítez alimentaba la vertiente
extraterrestre, visión que los militares no estaban dispuestos a
consentir. El 3 de Marzo de 1979 la documentación ovni pasó a un
cuarto intermedio, declarándose materia reservada. La faja de
seguridad sólo se rompería diez años después.
En 1992 se decidió comenzar con un nuevo proceso de
desclasificación, donde la improvisación y buena voluntad fue dejada
de lado, pasándose a una metodología rígida y controlada, para no
dejar nada librado al azar, y así evitar filtraciones molestas. Esta
vez el divulgador elegido fue Vicente Juan Ballester Olmos .
Quizás como una forma de enviar un mensaje a la sociedad sobre como
debería tratarse en el futuro el tema ovni, los militares se
inclinaron por un hombre que practicaba la ufología racionalista,
casi escéptica, y que no dudaba en decir que: "el Ejército del Aire
por fin se ha dado cuenta que las características del tema ovni son
más sociológicas que aeronáuticas y que no suponen ningún riesgo
para la Seguridad Nacional", afirmación que en su realidad, estaba
en las antípodas del verdadero pensamiento cultivado por la mayoría
de la oficialidad. Las diferencias con su "molesto antecesor" eran
evidentes.
Ballester Olmos por otra parte, estaba sindicado como un colaborador
de los Servicios de Inteligencia. Teniendo en cuenta este
escenario, los riesgos de alguna sorpresa en el terreno eran
mínimos, por no decir inexistente. Y así fue. Ballester Olmos
recibió 83 archivos sobre casos ocurridos entre 1962 y 1995. Según
declaró "el Ejército del Aire solo investigó muy someramente la
fenomenología ovni entre 1968 y 1980". Claro que esta aparente
desatención contradecía la forma de los militares de presentar el
tema ovni en sociedad, donde éste se erigía como un factor
desestabilizador, que amenazaba la "seguridad nacional".
Cuatro años más tarde la lógica estadística del investigador
valenciano, arrojaba los siguientes resultados: "de los ciento
veintidós avistamientos, noventa y siete –el 80 por 100- están
explicados. Dieciséis -13 por 100 –se encuentran en la categoría de
información insuficiente, aquellos en los que la información es tan
pobre que no podemos certificar si es un error, un eco falso o una
nave. Existen por último nueve casos que incluimos dentro de la
categoría de no identificados. Casos con información suficiente a
los que se ha podido atribuir una explicación racional. No obstante,
en siete de ellos intuimos un motivo, pero no podemos lograr
documentarlo suficientemente".
Para Ballester Olmos la mayoría de los casos registrados son
producto de una mala percepción visual. Así muchas de las
confusiones se deben a al planeta Venus, uno de los errores más
comunes, "y a otros fenómenos astronómicos como meteoros, planetas o
la Luna".
Sugiere además "que el factor psicológico es determinante en un 14
por 100 de los casos, fraudes productos de invenciones y
fabulaciones más o menos fantasiosas. Una pequeña proporción, el 4
por 100, responde a causas meteorológicos como reflejos y nubes
lenticulares. La última categoría es una miscelánea donde caben
casos de falsos ecos de radar, luces de refinerías, fuegos
artificiales, etc.". De toda esta lista solo dos casos merecieron la
categoría de X, y que se registraron en 1978.
El Ejército del Aire podía respirar tranquilo. De un plumazo el
factor ovni como desestabilizador de la seguridad nacional, se
transformaba por obra y gracias de Ballester Olmos, en un fenómeno
que en su mayoría era producido por una deficiencia en la
observación celeste, donde testigos malintencionados y con hambre de
fama, manipulaban información en búsqueda de rédito instantáneo. El
enemigo ya no es el objeto desconocido, sino el testigo, con él hay
que ensañarse.
Esa era la conclusión de quién se ufanaba de haber convencido a los
militares a través de este simple razonamiento: "la documentación
ovni no es información militar, son datos de tipo naturalista,
insustanciales en muchas ocasiones, que deben estar en manos de los
investigadores". En noviembre de 1996, el capítulo desclasificación
fase dos quedaba definitivamente cerrado
Débora Goldstern
Crónicas Subterráneas
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