Cuando se trata de estudiar las antiguas culturas americanas, las controversias están a la orden del día. Uno de estos ejemplos los tenemos con el pueblo inca, tema que divide a los especialistas y enfrenta posiciones. Quizás la gran pregunta es si los incas son originarios de este continente, o, si su cultura fue trasplantada desde otras regiones a través de las migraciones.
Una de las tesis más recurrentes es la que señala al Estrecho de Bering como puente continental. La aceptación de esta hipótesis resuelve gran parte de la problemática cultural americana, y explica el desarrollo de las misteriosas civilizaciones que no parecen encajar dentro del gran puzzle que representa el continente americano.
Algunas fuentes que tratan esta cuestión, y un poco alejadas de los claustros académicos parecen orientarse a una posible migración inca desde el Oriente Mesopotámico.
Uno de estos apócrifos es "El Libro de Urantia", polémico por donde se lo mire, pero audaz en algunos de sus conceptos. Con más de mil páginas, su lectura resulta un tanto compleja y se requiere mucho tiempo para digerir la tremenda cantidad de datos allí vertidos. Si se vence la resistencia inicial, se puede encontrar ínformación curiosa como es el que nos compete.
Al tratar sobre la historia de los pueblos de la Tierra Urantia consagra varias páginas a los Anditas. Los describe como originarios de Mesopotamia, de perfil guerreros y grandes aventureros que iniciaron migraciones hacia todos los puntos del globo en una de esas incursiones arribaron a Sud América, veamos (pág.878).
"Ciento treinta y dos miembros de esta raza, que se embarcaron en una flotilla de barcas pequeñas desde el Japón, llegaron a la larga hasta América del Sur y, uniéndose por matrimonio con los nativos de los Andes, establecieron el linaje de los futuros emperadores de los Incas. Atravesaron el Pacífico por etapas fáciles, quedándose en las múltiples islas que encontraban en el camino. Las islas del grupo polinesio eran más numerosas y más grandes que lo que son actualmente, y estos marineros anditas, junto con otros que les siguieron, de paso modificaron biológicamente a los grupos nativos. Como resultado de la penetración andita se desarrollaron muchos florecientes centros de civilización en estas tierras, hoy día sumergidas. La Isla de Pascua duró mucho tiempo a fuer de centro religioso y administrativo de uno de estos grupos perdidos. Pero de los anditas que navegaron el Pacífico en los tiempos pasados, con excepción de los ciento treinta y dos, no pudo llegar ninguno más al continente de las Américas".
Otra fuente que presenta coincidencia con el Libro de Urantia es Zecharía Sitchin. Este autor defensor de Sumeria como cuna de todas las razas, plantea que los sumerios arribaron a Sud América dando comienzo a su proceso civilizador. Esta hipótesis la expone en "Los Reinos Perdidos".
Sin embargo los informes recogidos por otro autor, el norteamericano David Hatcher Childrens, brindan pistas que apuntan a una migración al revés. Arqueólogo y viajero incansable, este investigador tiene publicados unos cuantos libros sobre sus correrías por el mundo. Uno de los pocos escritos traducidos al español es "Las Ciudades Perdidas de Lemuria".
En el capítulo donde describe su visita a Nan Madol, las famosas ruinas de Oceanía, cuenta que los sabios locales le dijeron que los fundadores de la ciudadela vinieron del Perú. Un rápido vistazo al inmenso complejo advierte similitudes con Sacsahuamán, dando crédito a esta hìpótesis. Otro dato para considerar es que Nan Madol fue edificada por dos hermanos Olosipe y Olosaupa, que remite a Mama Ocllo y Manco Cápac iniciadores de la cultura inca.
Como colofón no debemos olvidar a Tor Heyerdalh, que el fue el primero en difundir la hipótesis de antiguos navegantes americanos a través del Pacífico, en especial los incas.
La discusión está abierta.
Débora
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