La Carrera Masónica

Aquí los investigadores pueden promocionar sus libros, sus hallazgos, conferencias, eventos y todo lo que se relacione con la difusión de los temas tratados en los demás foros.

Moderador: Arkantos

Notapor gatito » Mar Nov 01, 2005 11:31 am

Y como los escogen, ¿les envían una invitación perfumada con lacito? :P

Bueno dije ricos y poderosos aunque ambas cosas no tienen por que ir siempre juntas ciertos es.

Pero vamos, a mi sólo se me ocurre que o bien los crían desde pequeños o si tienen que echar mano de algún sitio deberán tener alguna cantera en donde buscar las nuevas generaciones yo que se, igual en universidades o en logias mas de andar por casa.

Y tienes toda la razón, no sé nada sobr masonería por eso me gusatría saber, pero parece que la cosa no acaba de estar nunca nada clara


Por cierto aquí en Valencia he oído hablar de un club que se llama "Rotary Club" y que se parece un poco a una especie de masonería. También dicen que ayudan a los niños pobres y hacen obras sociales como el grupo de J. Lo que si que está metida gente con mucha pasta y que tienen unos chalets impresionantes en una zona cerca de la ciudad. ¿Sabéis algo sobre estos? Yo solo he encontrado esto:
http://www.alc.es/rotary/que_es.htm

Quizá mejor abrires otro hilo sobre el tema
Lo siento europeos, yo soy español, duermo la siesta, como tarde, ceno tarde, llego tarde a las citas y dejo todo el trabajo para el ultimo dia :-D y además, echo de menos la peseta :.(
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Notapor Arkantos » Mar Nov 01, 2005 5:20 pm

Pues, si tienen tanto dinero, que alguna logia le pague una generosa "donación" mensual a MP para paliar los costos y les prometo que hago un artículo en el sitio web que les quite la mala fama a los masones, :lol:
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Notapor J » Mar Nov 01, 2005 11:20 pm

Arkantos:
Podrias preguntar sobre el punto que estas proponiendo, y si lo deseas, puedo preguntar a alguna logia de Argentina.
Con respecto a los comentarios anteriores, que puedo hacer, hay personas que por desconocimiento hablan, pues si no quieren oir hablar de cosas diferentes, que puedo hacer, simplemente nada, que hagan fluir toda su rabia en contra de lo que no conocen. Es problema de ellos.
Y como decimos en la logia: UN ABRAZO FRATERNAL.

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Notapor J » Sab Nov 19, 2005 1:20 pm

Hola a todos:
Acabo de encontrar entre mis escritos, algo que me ha llamado la atencion, y es un cuento masónico.
LA TRINCHERA: UN CUENTO MASÓNICO




La artillería alemana no había cesado de bombardear nuestras posiciones, desde los refugios en las trincheras no alcanzábamos a distinguir si el cielo estaba gris y plomizo porque se aprestaba a llover o por el intenso humo provocado por las deflagraciones.
Los oficiales con sus rostros desencajados vociferaban órdenes, los médicos y camilleros en ciclópea tarea corrían de un sitio a otro asistiendo aquí un herido, allá transportando a otro, interviniendo, cosiendo, inyectando; agregándose a esta dantesca imagen que aún hoy me lastima, los desgarradores gritos de dolor por los brazos o piernas amputadas, por los vientres abiertos a causa de la metralla enemiga y el olor mezclado de la pólvora con los cuerpos quemándose o en descomposición y la tierra anegada, negra y pegajosa pasta que en días de intensa lluvia solía llegarnos hasta las pantorrillas, impidiendo movimientos, estropeando equipos y alimentos, dificultando la defensa y haciendo miserables nuestras vidas.

Los alemanes habían ingresado a través del territorio Belga, desprovisto casi de defensas y contando con un pequeño ejército, el cual en heroica acción, resistió en los fuertes de Lieja y Namur a los embates del ejército invasor. Sólo dos semanas bastaron para aplastar a los Belgas e ingresar a Francia antes de la fecha prevista por el mando alemán.

Nosotros los aguardamos al sur del río Marne, debíamos proteger París. Yo pertenecía al 3er. batallón de infantería ligera con asiento en Verdun, a cuyo mando estaba el coronel Pierre La Marc, y cubríamos el centro de la línea de defensa, al Oeste se hallaban los británicos y al Este los defensores pertenecían al ejército Belga.

Para el soldado en esta situación de extrema gravedad no existe prácticamente tiempo para el descanso, ya que o se está asignado al frente o se están realizando tareas de apoyo, o cuando nos es permitido dormir, los nervios y la fatiga no dejan que conciliemos el sueño. Esos momentos eran los que usaba para alejarme de la guerra, para evadirme a través de la puerta de mi templo interior y soñar con límpidos cielos y cálidos soles junto a mi familia en la riviera francesa.


Durante toda la campaña llevé conmigo la fotografía de mi esposa Marie y de mi hijo Antoine, la cual solía observar cada vez que me era posible, abrazándolos y besándolos en mi memoria hasta quedar sin aliento; también llevaba la medalla de mi logia madre Fraternité et Silence, la cual pendía dentro del bolsillo izquierdo de mi uniforme, junto al corazón, allí donde se alojan mis hh.·., levitas del templo que siempre quise levantar y resguardar, pero que la muerte y la desolación de estos tiempos que me ha tocado vivir hacen por evitar, ya que me sumen en sentimientos encontrados de horror y odio, de temor y de arrojo, de piedad, de angustia, de indiferencia...

Los alemanes llegaron a la ribera del Marne; ya durante los primeros días de enfrentamientos perdimos muchos hombres, algunos casi niños; muchos conocidos, otros, al vestir el mismo uniforme simplemente camaradas, pero todos sin excepción compartiendo la misma miseria e inmundicia del flagelo de la guerra, radicando la única diferencia entre los que aun estábamos vivos y los que no.

A mi lado y tomándome la mano murió el soldado Jean Gordeau, un joven de no más de dieciséis años y junto a él, perdió la vida el sargento Clement Dupont, más allá cayó Michel Lutrec, alegre y joven teniente de veintiocho años, de quién sabía era también masón, perteneciente a la logia Les amis du temple, de París. Muchos más murieron, pero ya no los recuerdo, no puedo o tal vez no quiero.

La consigna militar era detener las oleadas enemigas y preservar las posiciones, la consigna íntima en cambio, era subsistir y sobre llevar lo mejor posible aquella situación, esperando a que la guerra no durara mucho.
A más de un año de iniciada, se había implantado un sistema de trincheras a lo largo de mil kilómetros, lo que había obligado a cambiar la estrategia de esta conflagración, ya que no se luchaba en masas compactas de tropas móviles, sino que se establecían posiciones fáciles de mantener pero difíciles de capturar, lo que había creado una especie humana diferente, donde millones de hombres vivían, sufrían y morían en condiciones infrahumanas, casi animalizados y donde la única distinción la hacía la fortaleza de espíritu, y el conocimiento que de nuestro maestro interior tuviéramos.

Muchas fueron las jornadas donde uno y otro bando se daban un respiro para retirar cadáveres y evacuar heridos, eran esos los instantes en que a golpe de mall.·. abría los trabajos en mi logia interior y veía a mi Ven.·., el viejo y amado Jullien Monet, a los Vig.·. y demás hh.·. y en silencio palpaba mi medalla y soñaba con los trabajos a ritual, con la rectitud de la escuadra y la equidad del compás, la voluntad del mazo para devastar la piedra bruta y la inteligencia del cincel para dirigir los golpes hacia la veta adecuada.

Y en mis sueños pisaba un imaginario mosaico donde el bien y el mal se conjuntaban y circulaba en esas largas horas donde aguardaba acurrucado en algún hueco de la trinchera el instante que me permitiría un día más de vida o el punto final a tanto sufrimiento, llevando a flor de labios la palabra secreta y más tarde, a golpe de mall.·. los trabajos perdían fuerza y vigor en el grado y enjugando una lágrima cargada de pesar volvía a la realidad del fango sin baldosas, de la escuadra hecha pedazos, del compás sin brazos, del mazo y el cincel sin manos que los empuñen, del sitial sin Ven.·., del templo vacío, en penumbras y sin hermanos y otra vez a las bengalas que bañaban de mortecina luz las noches de la Francia ocupada, delatando para los tiradores enemigos a aquellos soldados desprevenidos que pensándose a salvo, se aventuraban a fumar un cigarrillo o a respirar otro aire fuera de la precaria seguridad de las zanjas que como tajos en la tierra se abrían paso por casi toda!

la Europa occidental.

La Mas.·. me había dado la facultad de percibir a mis hh.·. en la Ord.·., tanto en la luz como en la oscuridad, ya por sus actitudes, ya por su forma de expresarse, ya por su manera de encarar determinados asuntos de campaña. Así pude descubrir y relacionarme con muchos a los que fui conociendo de a poco y con los cuales nos reuníamos asiduamente para intercambiar impresiones y hablar de nuestros temas, entendiendo sin haberlo expresado, que de esa forma manteníamos en alto las col.·. de la Ord.·.; también de esta manera a pesar de las desgracias nos fortalecíamos y nos apoyábamos cuando casi a diario después de una incursión, nuestra o de ellos, dábamos parte del pasaje al Or.·. Et.·. de alguno de los hh.·..

Cuando relato esto, mis ojos se nublan y mis manos temblorosas acuden a oprimir mi vieja medalla de la Fraternité et Silence, número 96. Fue a mediados de noviembre de aquel lejano 1916, cuando el 5to y el 8vo ejército alemán, tras un prolongado asedio con artillería pesada, embistió furiosamente contra nuestras posiciones; prácticamente fuimos arrollados, obligando a las avanzadas a retroceder rápidamente.

Allí cayeron miles de hombres de uno y otro bando. Las balas llegaban como el invierno, frías e inmutables, silbando como el viento del Norte, bañándonos con el gélido aliento de la muerte, invadiéndolo todo con el silencio de los rostros petrificados por el terror y el aturdimiento del grito monótono que se escapaba por las negras bocas de ametralladoras y fusiles.
Pronto se llegó a la lucha cuerpo a cuerpo; a esa parte de la batalla donde los ojos de los opuestos se miran cara a cara intercambiando emociones, donde las bayonetas rasgan el aire con mortífero brillo y tiñen por instantes la masa informe acumulada a los pies de los combatientes, donde el barro y los cuerpos se confunden y se mezclan, donde ya ni los uniformes raídos y ennegrecidos, ni los rostros deformados establecen diferencias.

En esos momentos sólo se aguarda un instante más de supervivencia, un último aliento, un instante como la luz para el estoque, un fugaz segundo para reponerse hasta la llegada de un nuevo contendiente o para desfallecer entregándose al definitivo y postrer suspiro.

Fue en esa batalla junto al río Marne donde algo o alguien me golpeó aturdiéndome; al principio fueron luces, luego noche oscura. Me sentí caer, las piernas no soportaron el peso de mi cuerpo y se doblaron despacio, lentamente; mi mano izquierda sostenía el arma y la derecha mecánicamente acudió al bolsillo, aprisionando la medalla dorada donde el compás y la escuadra labrados en ella me decían, o así quería creerlo yo, que mi muerte no sería en vano... Después no supe más.

Mientras yacía, seguramente continuaron las corridas y los golpes y los lobos rabiosos de la muerte se ensañaron con los sutiles hilos de la vida de millones de jóvenes combatientes y las bombas quebraron la noche y los espíritus angustiados probablemente se sentaron junto a los despojos vacíos a lamentar la prisa y la violencia con que fueron separados.

Al estar derrumbado sentí frío, el agua cubría parcialmente mi cuerpo. Al principio me dolía todo, pero poco después los ruidos, los gritos, las luces, los metales resonando y el chapotear de los borceguíes en el fango se fueron alejando, todo lo que ocurría no me tocaba, no me involucraba; sólo sentía paz, paz por fuera y paz por dentro. Tal vez lo que me había golpeado ya me había matado, quizás algún soldado alemán al saberme vivo ya me había degollado y yo, ya no era yo, sino que era ese que me habita y al igual que todos los demás que habían caído, estaba lamentando la urgencia para la partida.

Desperté en vísperas de año nuevo en una cama de hospital, tenía varios huesos fracturados, mi rostro aún mantenía algunas partes inflamadas, pero mi cuerpo estaba aseado y ya no había dolor. Junto a la cama estaban Marie y Antoine quienes enjugando lágrimas de felicidad me informaron que París no había caído, que los alemanes habían sido rechazados y que aunque la guerra continuaba se había progresado en pos de la paz.

Antoine puso en mis manos un sobre amarillo manchado de barro y sangre seca; al abrirlo encontré un botón de metal donde en campo verde esperanza, lucía el triángulo con el ojo omnipresente del G.·. A.·. D.·. U.·. y junto a él, una nota escrita en mal francés la cual leí sorprendido:

“Querido h.·., nuestra diferencia radica en los uniformes que vestimos, no en nuestra alma. La vida nos ha enfrentado en esta guerra absurda, tan absurda como todas las guerras que han pasado y las que están por venir; pero recuerda, que si bien son muchas las espadas que ves y están prestas a protegerte, muchas más son las que no ves y sin embargo están allí con idéntico fin. Roguemos para que esta guerra termine pronto y no cobre más vidas...Tal vez un día podamos trabajar juntos.

Firmado, H.·.Hosp..·. Alfred Hinder Von Putten,
Resp.·. logia AMICALE (Hermandad) Or.·. de Berlin- 1916


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Notapor J » Sab Nov 19, 2005 1:37 pm

Hola a todos:
Paso a dar algunas explicaciones:

A la Luz de la investigación histórica y doctrinal, la masonería no aparece como una “sociedad secreta”, una secta subversiva o una organización clandestina y oculta cuyo propósito sería conspirar para la implantación de un sitema político-social determinado, características que muchos han querido ver en ella . La masonería no responde a las notas que serían propias de una sociedad secreta, pues está legalmente reconocida y registrada, cuenta con locales visibles y se conocen sus líderes. Por lo que se refiere a su filosofía y sus fines, rebasan con mucho el plano de lo político, lo social y lo cultural. Esto no quita para que a veces haya podido funcionar como tal sociedad secreta o subversiva, por razones que apuntaremos.

La Masonería es una auténtica orden u organización iniciática y esotérica, semejante a las que dieron vida a los misterios de la antigüedad egipcia o griega, es una de las pocas Ordenes Iniciáticas que han sobrevivido como tal en el Occidente moderno. En ella confluyen las más diversas corrientes del esoterismo occidental y oriental, desde el pitagorismo al neoplatonismo, desde la Cábala judía a la herencia céltica y druídica, desde los misterios egipcios o mitraístas a la mística y el esoterismo cristianos.

Este carácter iniciático de la masonería explica en gran parte, el celo y la animadversión instintiva que despierta en ciertos sectores sociales.
En una época como la actual, en la que se pretende que todo tiene que ser accesible a todo el mundo, es lógico que se considere inaceptable la existencia de una institución que afirma ser portadora de verdades reservadas a unos pocos, que se mantienen ocultas y en secreto, y a las que sólo puede accederse mediante una estricta escala jerárquica.

ORÍGENES MÍSTICOS
Según el origen tradicional de la Orden Masónica, de sus doctrinas y sus ritos, se pierde en la noche de los tiempos, pues los mismos documentos masónicos proclaman con insistencia que esta fraternidad es tan antigua como el arte de construir, practicado por el hombre desde sus mismos orígenes.
La leyenda de Hiram, relato mítico de la mayor relevancia para la masonería, vincula sus orígenes a la construcción del Templo de Jerusalén por Salomón, el rey sabio y constructor, cuyo ejemplo sería seguido por otros muchos monarcas, dando así lugar al nombre de ARTE REAL con que también se designa la via espiritual masónica.
Algunos textos la hacen remontarse hasta la Atlantida, otros hasta Abraham, Noé e incluso Adán. otros hablan del antiguo Egipto o de la Thule hiperbórea como cuna de su tradición.
Ciñéndonos a hechos históricamente comprobables, la masonería moderna es heredera de los antiguos gremios profesionales de constructores o albañiles libres o «francos» (franc-maçons en francés, free-masons en inglés), aquellas que gozaban de franquicias y privilegios otorgados por los reyes y la iglesia.
Tales cofradías o hermandades, organizadas en logias o talleres independientes, poseían un carácter religioso y contaban con una iniciación ligada al oficio. Esta origen artesano queda puesto en evidencia por los objetos simbólicos que configuran el mundo ritual y conceptual de la masonería moderna: compás, escuadra, nivel, plomada, mazo, cincel, plancha, mandil, columnas, palanca, piedra angular, trulla, regla, cadena, triángulo, azufre, sal, mercurio, ataud, etc.
Estos gremios constituyeron la masonería operativa, así llamada porque su existencia va ligada al ejercicio efectivo del oficio. Aunque, en realidad, el trabajo sobre los materiales externos empleados en la construcción estaba íntimamente unido al trabajo interior que opera sobre el espíritu y la inteligencia.
Con el paso del tiempo, fue generalizándose la costumbre de admitir dentro de las logias a personas ajenas al oficio.
Con la decadencia del arte constructor, este elemento externo, «aceptado», iría adquiriendo preponderancia sobre el elemento interno y operativo, lo que traería como consecuencia una progresiva acentuación del carácter especulativo de las logias.
El otro venero del que se nutre la tradición masónica es la herencia de las órdenes de caballería, y en especial de los templarios. Esta filiación se trasluce en algunos de los utensilios empleados en los ritos masónicos, como la espada o el hacha, y en la heráldica de los altos grados.
Son muchas las leyendas que hablan de la conexión de la Orden del Temple con la masonería, especialmente en su rama ”escocesa” : desde las que relatan el refugio de los templarios en Escocia hasta las que insinúan que Jacques de Molay trasmitió la gran maestría templaria a un noble escocés. Pero es que, además, los templarios, al igual que otras órdenes religioso-militares de la época, desempeñaron una labor constructora de gran importancia. En diversas localidades europeas, como París, existían además agrupaciones de masones «libres», orgánicamente vinculados al Temple, que siguieron existiendo después de la disolución de esta Orden. En dichas logias se refugiaron muchos de los templarios que consiguieron sobrevivir a la persecución desatada contra la Orden del Temple en 1317, aportándoles con su incorporación todo su caudal esotérico, místico y especulativo.

LA MODERNA FRANCMASONERÍA
Tras la desaparición de la cultura medieval, el arte sacro de la construcción de templos sufrió una tremenda regresión, lo cual a su vez sumió en una profunda decadencia a las asociaciones de masones libres agrupados en torno a su oficio. Con todo, en las diversas naciones europeas, pero sobre todo en Inglaterra donde las asociaciones de masones libres habían gozado de mayor fuerza, siguieron existiendo multitud de logias que, con muchas dificultades, en medio de un clima de luchas dinásticas y religiosas, trataron de preservar la herencia recibida del pasado. En 1717 cuatro de tales logias, integradas sobre todo por masones «aceptados» no vinculados al trabajo artesano, se reunieron en la ciudad de Londres y decidieron fundirse para de ese modo constituir una logia fuerte y unida capaz de disciplinar y centralizar la actividad masónica: la Gran Logia de Inglaterra.
En la creación de la Gran Logia desempeñaron un papel fundamental dos personajes clave, representativos de la mentalidad dieciochesca: el pastor presbiteriano (protestante) James Anderson y el hugonote (calvinista francés) francés emigrado Jean Théophile Désaguliers. El primero desarrollo una función de teórico y organizador, ocupándose de redactar las Constituciones, que se convertirían en el texto fundacional de la masonería moderna, mientras que el segundo asumió la función de propagandista de la nueva institución, que difundiría de manera entusiasta, sobre todo en Francia.
Dado su carácter de pastores, Anderson y Désaguliers dieron a la Gran Logia una orientación claramente protestante, orangista y anticatólica.
Desde Inglaterra, la masonería se fué extendiendo al resto de Europa y del mundo. Pero el propósito unificador, centralizador y controlador que movió a la creación de la Gran Logia de Inglaterra no consiguió el éxito apetecido. A pesar de que la Gran Logia inglesa se otorgaba el derecho a legitimar el resto de las iniciativas masónicas, fueron surgiendo ramas que no se sometieron a sus directrices y funcionaron de forma independiente. Ese fue el caso del Gran Oriente.
En París, tras una serie de conflictos internos y externos, se creó en 1773 el Gran Oriente de Francia, en el que la nobleza ocupó en un principio los cargos de mayor relieve. Con ello, tenemos ya las dos Obediencias o ramas principales de la Franc-masonería, cuya influencia se iría extendiendo por todo el mundo. La Gran Logia se desarrolló sobre todo en los paises anglosajones, mientras que el Gran Oriente consiguió una mayor difusión e implantación en los paises latinos.

EL ESCOTISMO
A mediados del siglo XVIII comenzó a perfilarse en Francia una importante corriente masónica que tendría gran trascendencia para el futuro: el escotismo. Es la rama conocida con el nombre de «masonería escocesa», caracterizada por su sistema de altos grados, la cual encontraría una favorable acogida sobre todo entre los regimientos irlandeses y escoceses integrados por seguidores de los Estuardos que tenian sus cuarteles en la nación gala.
El escotismo comenzó con la publicación, en 1738, del célebre Discurso de Ramsay, noble escocés, católico y jacobita (es decir, partidario de los Estuardos, Jacobo I y Jacobo II), exiliado en Francia. Andrew Michael Ramsay, discípulo de Fenelón, el gran místico y escritor sagrado francés, obispo de Cambrai, es una de las figuras más fascinantes en la historia de la Franc-masonería. Entusiasta de la Edad Media, y en especial de las ordenes de Caballería, el aristócrata estuardista, sostuvo en su interesante Discurso que la masonería nació en Tierra Santa, habiendo sido creada por los cruzados como un ingrediente más en la grandiosa empresa de reconquistar Jerusalén y reconstruir su sagrado Templo. Para Ramsay, el masón era el nuevo caballero de los tiempos modernos cuya misión consistía en construir una comunidad cristiana universal por encima de las naciones, regida por Dios, basada en la hermandad y puesta al servicio del bien y de la verdad.
No es que Ramsay creara el sistema de los altos grados, como tantas veces se ha dicho, pero abrió con sus ideas el camino para el ulterior desarrollo de este sistema, de tanta importancia en la moderna masonería especulativa. Con sus propuestas de introducción de nuevos grados, por encima de los tres de la primitiva albañilería, Ramsay se proponía devolver a la masonería especulativa su profundo caracter espiritual, místico e iniciático y contrarrestar a la tendencia protestante, moralista y antiesotérica, que le habían impreso Anderson y Désaguliers.
Aunque no se puede decir que sus esfuerzos resultaron un fracaso, no se verían tampoco coronados por un éxito total: las propuestas fueron rechazadas por la Gran Logia, que se negó a admitir grados superiores a los de la iniciación artesanal.

DOCTRINA Y FILOSOFÍA
Todo el edificio espiritual de la masonería descansa sobre la reverencia al Gran Arquitecto del Universo, Dios, el Principio o Ser Supremo, contemplado en su función de constructor del edificio cósmico o creador del orden universal, como corresponde a una iniciación vinculada con el trabajo de albañiles y arquitectos.
La doctrina masónica enseña que la masonería es tan antigua como la Creación, ya que el creador es el primer masón, el supremo hacedor, el obrero divino que construye el mundo. El gran arquitecto es representado por la letra G y por el triángulo con el ojo que todo lo ve.
La obra del trabajo masónico consiste en construir el templo de la humanidad y del universo, del microcosmos: un templo dedicado a la gloria del arquitecto y que tiene su modelo y paradigma en el Templo de Salomón. Ese templo que hay que edificar o reconstruir es el ser humano; es el corazón o núcleo de la persona, el cual, como indica Albert Mackey ,...“ha de transformarse en un templo puro y sin tacha digno de ser morada de Aquel que es autor de toda pureza” . Es también la humanidad concebida en su conjunto y el cosmos en que la humanidad vive, para que tanto la una como el otro recobren su unidad y su armonía bajo el principio divino.
Explicando este simbolismo constructor, Oswald Wirth señala que la vida es por sí misma construccion,exige construir sin cesar. «Aprender a construir corresponde a la iniciación en el gran arte de la Vida».
Para la doctrina masónica, el hombre es la “piedra bruta” que ha de ser tallada hasta convertirse en «piedra perfecta» o, lo que es lo mismo, en «hombre verdadero». Y es precisamente la recuperación de la «palabra perdida», cuya búsqueda guarda un estrecho paralelismo con la búsqueda del Grial, lo que hace posible la reconstrucción del templo interior. Esa palabra perdida es la verdad por medio de la cual puede trabajarse, pulirse y tallarse la piedra humana.

La realizacion de la obra maestra es simbolizada por el pentagrama o estrella de cinco puntas, con la letra G en el centro. Es el emblema del hombre realizado-segun el viejo esquema de Agrippa von Nettesheim y Leonrdo Da Vinci, en el que cada una de las cuatro puntas inferiores de la estrella corresponde a uno de los cuatro miembros, mientras que la punta superior corresponde a la cabeza, con su ser centrado en todo aquello que representa la letra G, inicial de varios conceptos clave para la doctrina masónica: Gnosis, Geometría, Gaya ciencia, Dios (God, el Gran Arquitecto).

EL SECRETO MASÓNICO
Como organización iniciática y esotérica, la masonería es portadora de un secreto que constituye la esencia de su mensaje y su misma razón de ser. Este se transmite, a su vez, por medio de causes secretos, velados para el profano y que ningun masón puede desvelar, obligado por un juramento. Es el «secreto masónico» del que tanto se ha hablado, aunque no con gran rigor.
Pero este «secreto» es algo común en cualquier vía espiritual de carácter esotérico y en toda disciplina iniciática de realización, desde el Pitagorismo a los misterios egipcios, del Sufismo al Shivaísmo, del Taoísmo al Zen.
Al igual que ocurre siempre con una verdad de carácter iniciático, se trata de algo que es secreto por su propia naturaleza, porque es en sí mismo incomunicable. Es una verdad que hace referencia a la más profunda realidad del hombre y a su transformación interior, que hay que descubrir por propia experiencia y que no puede expresarse ni transmitirse por los medios verbales y conceptuales ordinarios. A esta verdad oculta sólo pueden tener acceso quienes hayan sido debidamente iniciados y después hayan recorrido el camino que se abre ante ellos. Para descubrir ese secreto es necesario experimentarlo, en forma práctica con asiduidad y perseverancia el arte de la vida o Arte Real en que consiste la vía iniciática. Por eso, como subraya Christian Jacq, « los libros que anuncian grandes revelaciones sobre los secretos masónicos no pueden ser mas que imposturas, ya que el conocimiento último de las verdades de la orden se alcanza en el interior de una Logia y no puede ser comprendida sin ser vivida, o experimentada».
El secreto masónico no implica la intencion de ocultar nada que sea vergonzoso o inconfensable; por ejemplo, una finalidad conspiratoria, criminal o infamante. No se trata tampoco de una idea o una acción que se haya decidido ocultar de manera mas omenos arbitraria a la mirada del público, por un afan de segregarse del resto de la sociedad o por una manía de secretismo.
Otra cosa es que, en determinados momentos de su historia, habiendo degenerado en organización política o subversiva, alguna rama del tronco masónico haya utilizado el secreto, entendido como eficaz arma para lograr sus fines.

UNA JERARQUÍA INICIÁTICA
La organización masónica se articula a través de una escala jerarquica formada por grados sucesivos, que viene ha ser como escalones por los que hay que ir subiendo para llegar al conocimiento de la verdad suprema y secreta trasmitida por la Orden. El número de estos grados varía segun los ritos: tres en el Rito inglés; siete en el Rito Francés; diez en el Rito Sueco; 33 en el Rito Escocés. En algunos de creación tardía como los llamados Ritos egipcios, el numero de grados llega hasta 90.
Los grados básicos, propios y genuinamente masónicos, son tres, reflejo de la antigua articulacion Gremial: aprendiz, compañero y maestro estos forman la llamada masonería azul o simbólica y existen practicamente desde los origenes de la moderna masonería especulativa.
Estos tres grados corresponden a la tres fases de la iniciacion masónica en la que se actualiza la muerte y resurrección del hombre. En los grados de aprendiz y compañero tiene lugar la primera muerte y el segundo nacimiento por medio de los cuales se consigue la regeneración psíquica; en el grado de maestro sobreviene la segunda muerte y el tercer nacimiento, que suponen el paso del orden psíquico al orden espiritual, lograndose la regeneracion integral del ser humano. Estos tres grados simbolizan las tres operaciones que lleva consigo el desarrollo de toda vida y, por tanto, también la vida interior: el nacer, el crecer, y el producir.
Sobre esta estructura básica se alzará posteriormente la ambiciosa construcción del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, con sus jerarquías de altos grados, que van del cuarto al trigésimo tercero. Es en ellos donde está contenidos el mas ondo mensaje esotérico de la masonería. A diferencia de lo que ocurre con los tres primeros, los altos grados no estan ligados al oficio artesano de la construcción, sino que se hallan vinculados al mundo de la caballería medieval. Toda su terminología, ritual, leyendas y simbolismo llevan el sello de la inspiración caballeresca, a la que se añaden motivos de la Cábala, del Hermetismo y de los Rosacruces y de tradiciones como la persa y la egipcia.
Según René Guenón, los altos grados fueron instituídos para hacer posible la penetración en los más altos misterios espirituales y en la realización suprema.
En otras palabras, su misión era “realizar en la práctica la Gran Obra que la masonería simbóloica enseñaba en la teoría, la consumación integral del progreso en todos los dominios de la actividad humana”. Guenón lamenta que tales grados se hayan quedado por lo general en papel mojado, reduciéndose poco más que a unos titulos vistosos, y que no se los haya aplicado a la finalidad para la que fueron creados.

APOGEO Y DECADENCIA
Tras la constitución de la Gran Logia de Inglaterra, la masonería experimentó un desarrollo espectacular. En el año 1717 fu creada por el Zar Pedro el Grande la primera Logia de Rusia. En 1721 se fundó la primera Logia de Bélgica, y en 1728, por el Duque de Wharton, las dos primeras Logias españolas. En 1730 se inició una Logia en Calcuta y en 1733 fue fundada la primera Gran Logia americana. En 1737 apareció la primera logia alemana, donde fue iniciado el futuro Rey de Prusia Federico II el Grande. A finales del siglo XVIII la masonería penetró y se extendió en la América española. En los tiempos anteriores a la Revolución Francesa, la afiliación a la Orden se convirtió en una moda. En un clima social que buscaba lo exótico y misterioso, la masonería causaba verdadero furor. Abundaban las logias militares y eran numerosas las presididas por sacerdotes. La mayoría de los mosqueteros del Rey de Francia se agruparon en la logia L’ Heroísme. Y la misma familia real se hallaba estrechamente vinculada a las logias a través de multiples lazos. Se calcula que en 1784 había en Francia unas 800 logias dependientes del Gran Oriente y 170 dependientes de la Gran Logia. El número de masones franceses por aquella época debió oscilar ente 60,000 y 70,000.
El paso de la antigua masonería operativa y la moderna masonería especulativa se traduce en un descenso de nivel, en una agresión y en empobrecimiento desde el punto de vista espiritual. Entre otras cosas, porque el abandono de la práctica del arte – con la pérdida de su dimensión operativa – se pierden también importantes aspectos de la tradición esotérica, preservada hasta entonces por las agrupaciones gremiales de artesanos.
El masón Marius Lepage llega a afirmar que es 1717 cuando se inicia «la decadencia de la masonería autenticamente tradicional». Como importante carencia se ha apuntado la deficiente cualificación de quienes formaron la Gran Logia de Inglaterra en 1717, pues ninguno de ellos - masones agregados en su mayor parte- poseía todos los grados de la jerarquía operativa, razón por la cual en un principio sólo existían en ella dos grados, los de aprendiz y compañero.
Aparte de esto, se acusa a Anderson y Désaguliers de haber llevado a cabo una labor de deformación y tergiversación de los textos tradicionales masónico y de haber destruido todos aquellos documentos antiguos de la agrupaciones masónicas operativas que no coincidian con sus propósitos de crear una institución de signo protestante. Los dos pastores responsables de la creación de la Gran Logia habían aprovechado los quince años que van desde la muerte de Cristopher - el constructor de la Catedral de San Pablo de Londres, último Gran Maestre de la masonería antigua – acontecida en 1702 hasta la creación de la Gran Logia en 1717, para realizar un labor desvirtuadora.

Desaparecieron así fórmulas muy arraigadas en los antiguos gremios, como aquellas que hacían referencia a la “fidelidad a Dios, a la Santa Iglesia y al Rey” como elementos capitales del espiritu masónico.

MASONERIA Y REVOLUCION
Durante el siglo XIX se produjo un doble fenómeno, que iba a resultar nefasto para la masonería. Por un lado el progresivo distanciamiento del auténtico ideal masónico, iniciático y esotérico, que se vería sustituido por ideas moralizantes o por un humanitarismo profano de tipo sentimental y filantrópico, cuando no por una acusada inclinación a la acción política y social.

Por otro lado, se dio una creciente infiltración de corrientes modernistas, contrarias a la escencia de la iniciación y el esoterismo, y por tanto diametralmente opuestas a los genuinos principios masónicos, como son el racionalismo, el libre pensamiento, el naturalismo, el agnosticismo y el ateísmo. Esto promovió un destacado protagonismo en la mayoría de las revoluciones y los movimientos políticos e ideológicos que jalonaron la historia moderna desde finales del siglo XVIII. Muchos de éstos llevaron hasta sus últimas consecuencias la vieja lucha jacobina contra “el trono y el altar”, considerado por algunos autores como una idea de inspiración masónica, conectada a la «venganza templaria».
Hubo una clara influencia masónica en la revolución e independencia norteamericana y en la redacción de su Constitución; la hubo en la Revolución Francesa de 1789, en la que participaron destacados miembros de la Orden, y que extrajo de las logias su ornato simbólico y gran parte de su parafernalia; también en la revolución de los «jóvenes turcos», liderada por Mustafá Kemal, que puso fin al sultanato en Turquía y llevó a cabo la occidentalización del país, y en las revoluciones liberales, constitucionales y republicanas que, junto con los movimientos nacionalistas e independientistas, desde la desintegración del imperio españo a la génesis del fascismo italiano se extendieron por doquier a lo largo del siglo XIX por el Viejo y el Nuevo Continente.
El punto culminante de este proceso de involución interna y abandono de las propias tradiciones por parte de la masonería modernista llegó a finales del siglo pasado, cuando algunas obediencias de los paises latinos suprimieron de sus constituciones la referencia al Gran Arquitecto del Universo, que hasta entonces había sido uno de los pilares de la doctrina masónica, pero al que las nuevas tendencias antirreligiosas consideraron un residuo de la superstición y el oscurantismo medievales, inaceptables para la mentalidad moderna, laica, racional y progresista. El lugar del Gran Arquitecto fue ocupado por la razón y el progreso, los principios democráticos y otra serie de dogmas políticos. Este radical abandono del teísmo fue acompañado por el desencadenamiento de fuertes persecuciones religiosas, nota característica de mucho de los estados gobernados por el Gran Oriente.
En semejante clima, no sorprendió ver hace tan sólo algunos años la sede central del Gran Oriente, en París, reuniendo una magna asamblea de masones para cantar La Internacional con ocasión del aniversario de la revolución de la Commune. Convertido practicamente en un partido político más, el Gran Oriente llegó incluso a adueñarse del poder del Estado. De este modo, la República francesa podrá ser calificada por Henry Coston como «la República del Gran Oriente». Y otro tanto podría decirse de las repúblicas española, portuguesa, argentina o mexicana, durante la primera mitad del siglo XX.

EL VIAJE DE REGRESO
La masonería actual dista mucho de ser el todo compacto y homogeneo que muchos imaginan. En su seno existen multitud de tendencias no sólo dispares, sino a veces abiertamente enfrentadas. Dentro del campo masónico actual, podemos distinguir dos corrientes claramente diferenciadas: la constituida por lo que Paul Naudon llama “las masonerias modernistas y racionalistas” por un lado, y “la masonería tradicional y regular”, por otro.

La primera corriente se halla animada por un espiritu antiesotérico, de ruptura con la más alta tradición masónica, que le lleva a despreciar no sólo la doctrina sino también los ritos, mitos y símbolos de la Orden, mirados como producto de “fabulaciones pueriles y dogmáticas”.
La segunda, por el contrario, sabe ver la enorme importancia de todos esos componentes del patrimonio espiritual de la masonería.
Es en esta última línea de ortodoxia y autenticidad masónicas donde está la esperanza para un futuro renacer de la Orden de la escuadra y el compas. La Franc-masonería en la hora actual tiende y tenderá cada vez más a trascenderse por el estudio profundo de sus Ritos y su Simbolismo”, afirma Jean Palou. Tratando de hacer un balance final, habría que decir que la masonería, entendiendo como tal a una masonería reintegrada a su verdadera esencia y su más puro arte, ese «arte regio» que define su naturaleza, tiene mucho que aportar al mundo actual.
A pesar de notables desviaciones y extravíos, los rituales iniciáticos de la masonería siguen conservando actualmente una gran fuerza sacralizadora; esa fuerza que tanto necesita y con tanto afán busca la humanidad de nuestros días. … « En el momento en que descubrimos los tesoros espirituales de las tradiciones orientales – escribe Jacq –, tenemos igualmente la posibilidad de estudiar la tradición esotérica de Occidente a través de los símbolos masónicos que han conservado la herencia de las más antiguas civilizaciones ».

Recuperada su realidad iniciática y esotérica, reconciliada con sus propios orígenes y unidas a otras fuerzas espirituales con las que ya no tendría que enfrentarse, la masonería podría ejercer una importante labor con la que contribuir en la urgente tarea de la reconstrucción universal.

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Notapor Renton » Sab Nov 19, 2005 5:48 pm

Muchísimas gracias j por la información!

Es lógico que una hermandad como la Masonería haya despertado los recelos que ha despertado entre los poderes fácticos a lo largo de los siglos.

Recuperada su realidad iniciática y esotérica, reconciliada con sus propios orígenes y unidas a otras fuerzas espirituales con las que ya no tendría que enfrentarse, la masonería podría ejercer una importante labor con la que contribuir en la urgente tarea de la reconstrucción universal.


Ojalá sea cierta esa vuelta a la radicalidad entendida en el sentido etimológico, es decir, vuelta a la raiz, a sus verdaderos principios subordinados a la autoridad de Dios o Gran Arquitecto.
Por cierto, a qué corriente perteneces tú?
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Notapor J » Sab Nov 19, 2005 7:32 pm

Hola a todos:

Renton me siento muchisimo mas comodo con la segunda corriente, pues no nacimos para dominarel mundo, sino para ayudar a que sea mejor.

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Notapor Renton » Dom Nov 20, 2005 1:31 am

me siento muchisimo mas comodo con la segunda corriente


Mmmm... te refieres a la agnóstica? pues en ese caso lo lamento compañero.


no nacimos para dominarel mundo, sino para ayudar a que sea mejor.


Corrígeme si me equivoco amigo J, pero a mi parecer, sólo se puede ayudar a que el mundo sea mejor, si las fuerzas que lo corrompen son controladas o borradas de la faz de la tierra. Igualmente, de qué modo se puede adoptar una actitud vigilante si no es ejerciendo un cierto control de la situación? te pondré un ejemplo gráfico. Que poder real tienes las Naciones Unidas? son relamente una organización que arbitra entre las naciones del mundo? no pesa más una palabra de Bush que no todo un discurso de Kofi Anan?
A eso me refiero. Es difícil combatir contra los poderes fácticos que anulan la potencialidad de todos los seres humanos si no es ejerciendo cierta presión o control de esas fuerzas.
En este sentido, no veo con malos ojos que la masonería domine ciertas esferas de poder.
Cuál es tu parecer?
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Notapor J » Dom Nov 20, 2005 2:04 am

Renton:
Me he referido a la Masonería tradicional, la corriente que busca su propia escencia, no la revolucionaria.
No pienso igual que tu, y me parece un poco radical lo que dices, borrar de la faz de la tierra, es un poco fuerte de asimilar. La tarea es no luchar contra el que consideramos que esta equivocado, sino con el indefenso, el que no tiene como defenderse, trataremos de educarlo, tratando de darle cultura, medios para que luego el se pueda defender. Sin conocimientos eres presa fácil, pero cuando sabes y tienes el manejo de esos conocimientos, ya no te van a llevar por caminos equivocados.

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Notapor Renton » Dom Nov 20, 2005 12:42 pm

Siento haberte ofendido j.

Creo que la ilustración de los hombres es el primer paso hacia la consecución última del sueño de la libertad.
El segundo paso naturalmente, debe ser la obtención de ese derecho natural del hombre, la libertad (por medios pacíficos a ser posible).

Sin conocimientos eres presa fácil, pero cuando sabes y tienes el manejo de esos conocimientos, ya no te van a llevar por caminos equivocados.


Reconozco que sobre el papel, la teoría me parece muy válida, pero en qué situación se encuentra occidente hoy en día?

No ha habido un retroceso en el campo de las libertades públicas?

Y no somos todos conscientes de la situación?

Mucho me temo que, muy a nuestro pesar, nos encontramos siendo llevados cual borregos, por caminos equivocados.
Por eso me gustaría preguntarte, cuál es la postura que debemos adoptar en occidente?
Sinceramente, la situación se me presenta tan apremiante que me parece muy inocente simplemente esperar a que se convoquen las siguientes elecciones en los Estados Unidos.
No me acuses de ingerencia en asuntos internos de otro pais; la globalización, más que nunca, ha hecho que la política de un pais incida sobre la de otro, y más en el caso de los EEUU los cuales se han erigido en los últimos años como potencia única planetaria.

Por eso, tal vez sería bueno revisar las doctrinas de Henry Thoreau, no estás precisamente en los EEUU? bueno será utilizar sus propias esencias para oponerse contra lo más nocivo del liberalismo-imperialismo norteamericano, no crees?
En concreto, me refiero a su obra "Civil disobedience" un alegato en defensa del individuo contra los abusos del estado. Una obra que es en gran medida, una inspiración para los amantes de la libertad.
No obstante, cabe no confundirla con la anarquía.

¿No puede haber un gobierno en el que las mayorías no decidan virtualmente lo que está bien o mal, sino que sea la conciencia quien lo haga?


Cultivar el respeto por la ley no es tan deseable como cultivar el respeto por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que creo justo.


La ley nunca hizo a los hombres un ápice más justos; y, gracias al respeto que se le tiene, hasta hombres bien dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia.


Aun a riesgo de escandalizarte, creo que en la situación en que occidente se halla, tal vez la desobediencia civil a los gobiernos corruptos sea una forma de lucha más efectiva que arma bélica alguna, no crees?

La ilustración de las mentes es fundamental, pero no es el fin último, no es así?
De qué sirve a un hombre tener la mente rebosante de principios ilustrados si tiene las manos atadas? no se incrementa así su frustración?

Me descubro ante tus dogmas, pero los males de la humanidad no se erradican de este modo, simplemente se hacen más evidentes para aquellos que antes permanecían con los ojos vendados.
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Notapor J » Dom Nov 20, 2005 1:23 pm

Hola a todos:
Siento haberte ofendido j.

No es ofensa, es confusión, aparte no me ofendo con nada, las palabras se las lleva el viento.
Me descubro ante tus dogmas

¿De que dogmas hablas? Yo no creo fervientemente y sin discusion en nada, yo trato de ser objetivo, no trato de cegarme y creer a pie juntillas en lo que se me dice y se me enseña, trato de poner en duda todo. Por lo tanto no entiendo eso de dogmas.
Mucho me temo que, muy a nuestro pesar, nos encontramos siendo llevados cual borregos, por caminos equivocados.

El pesimismo y el desaliento es lo que noto que crees que hay por el mundo, no eres en lo mas minimo positivo. Si crees que te estan llevando como borrego, ese es tu problema, pero yo creo saber hacia donde voy, tengo ciertas metas y planes que tengo que cumplir, y se que estoy por el camino correcto.

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Notapor gatito » Dom Nov 20, 2005 1:35 pm

Yo creo que el problema de hoy en día no es tanto la ilustración ni la educación de la gente, porque hoy día muchísima gente está informada y tiene cultura, sino la manera con que nos tienen cada vez más cogidos y atemorizados por el dinero.

Yo creo que el dinero es el problema porque cada vez se va concentrando más en pocas manos y son estas manos los que nos van metiendo en una espiral de más y más de lo mismo. Y quien dice dinero dice el control de los alimentos, de los empleos, de la salud, de las posibilidades de realizar proyectos de vida o empresariales, de desarrollo, y al final está claro que limitará también la educación. `

A mi es lo que más me preocupa, porque con ese pretexto del dinero nos meten el miedo que arruina todas nuestras buenas intenciones. por ejemplo, que si hay que proteger el medio ambiente? si pero entonces eso no es bueno para las empresas ni la economía y peligran nuestros empleos y sueldos así como la estabilidad de los precios. Que quieres tener familia, pues entonces tienes que conservar tu empleo, dedicarte en pleno a él y ser "flexible" y claro finalmente esto supone que no puedes dedicarte a tu familia jeje
Que queremos acabar con la pobreza en el mundo, pues si, pero resulta que eso resentiría el sistema financiero, los privilegios comerciales y haría bajar nuestros estándares de vida a los que nos tienen acostumbrados aquí.

Total que al final esto solo se puede acabar arreglando por las malas, porque por las buenas intenciones nos tienen maniatados.

En fin siento ser tan pesimista, a ver si alguien sabe algo que le quite hierro al asunto y nos haga ver un poquitin de luz al final del tunel.Saludos
Lo siento europeos, yo soy español, duermo la siesta, como tarde, ceno tarde, llego tarde a las citas y dejo todo el trabajo para el ultimo dia :-D y además, echo de menos la peseta :.(
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Notapor Renton » Dom Nov 20, 2005 6:20 pm

Ves j como te he ofendido muy a mi pesar?

¿De que dogmas hablas?


Tienes razón, los dogmas son absolutos no sujetos a dicusión. De ahora en adelante me referiré a tus ideas como postulados masones, ok?

no eres en lo mas minimo positivo.


No exactamente, soy más positivo de lo que crees, al final sé que el hombre alcanzará los ideales de "Igualdad, Legalidad y Fraternidad", pero es que estamos aún tan lejos!

tengo ciertas metas y planes que tengo que cumplir


No lo pongo en duda, pero esa obligación de la que hablas es fruto de una moral personal o colectiva?


Por otra parte, cómo sabes que es el camino correcto si tal y como dices no crees fervientemente en nada? pones incluso en duda el camino y objetivo final que persigues? o eso no está sujeto a duda?


sino la manera con que nos tienen cada vez más cogidos y atemorizados por el dinero.


Caliente, caliente...

Que queremos acabar con la pobreza en el mundo, pues si, pero resulta que eso resentiría el sistema financiero, los privilegios comerciales y haría bajar nuestros estándares de vida a los que nos tienen acostumbrados aquí.


Te has quemado gatito! Felicidades!

Total que al final esto solo se puede acabar arreglando por las malas, porque por las buenas intenciones nos tienen maniatados.


O algo más fácil, esperar que el sistema rebiente y nosotros con él.

En fin siento ser tan pesimista


No deseperes minino, no dicen que un pesimista es un optimista bien informado? :wink:
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Notapor J » Sab Nov 26, 2005 1:47 pm

Hola a todos:

Hoy les traigo un artículo sobre el progreso en Europa a partir de la Masonería. Es un escrito de Eduardo Callaey.

Progreso y Masonería en la Construcción de Europa

Por Eduardo Callaey

La Masonería se está construyendo. Se ha estado construyendo a lo largo de muchos siglos acompañando la construcción de Europa primero, y de América después. La Orden progresa junto con la construcción de Occidente impregnando a la civilización de una nueva pedagogía de masas, siguiendo mecanismos similares a los que utilizaron frecuentemente algunas de las más poderosas órdenes monásticas de la Edad Media. El "Novun Ordo Seclorum" anunciado por los francmasones es su propia conciencia de ese proceso de construcción del mundo moderno, su propia conciencia del "progreso".

Pero la ruta que conduce a la comprensión de este término por parte de los pueblos no ha sido fácil. Para lograr ese objetivo, la Orden tuvo que repensarse a sí misma y establecer un nuevo modelo de comunidad iniciática diferente a las que habían existido en la antigüedad. Las Escuelas de Misterios en Occidente desarrolladas primero en la arenas de Luxor y Tebas y luego en Delfos, establecieron un mecanismo pensado para un mundo en donde el progreso era un concepto desconocido. Hermes Trimegisto, Prometeo, Orfeo, Rama, fueron modelos de iniciados ligados a una Edad de Oro de la cual el mundo se aleja fatal y definitivamente: "...En la antigüedad grecorromana la idea de una decadencia que había seguido a la edad de oro, y la del retorno cíclico, impidieron el desarrollo de una verdadera idea del progreso. Los griegos no tenían un término que corresponda a progreso, y el latín "progressus" tenía un sentido más material (proceder) que normativo..."

"...Para la mayoría de los pensadores y jefes políticos – dice Le Goff - lo esencial era no cambiar. El cambio es corrupción y calamidad..." Entre los griegos, Simónides de Ceos (550 a.C) expresaba: "Hombre, nunca digas lo que pasará mañana" y Platón legaba al mundo su creencia en una constante regresión moral y una historia futura prefijada. Aristóteles aceptaba como posible la construcción de modelos perfectos, pero estaba convencido que no representaría otra cosa que el retorno a la perfección original.

Los romanos comienzan a apartarse lentamente de esta veneración del mundo antiguo a la imagen de la Edad de Oro. Ciceron establece su teoría de los ciclos históricos e imagina un destino común para toda la humanidad. Si el hombre es capaz de elevarse a la dimensión cósmica en donde viven los dioses, entonces se convierte en agente consciente de la historia y la realiza; de lo contrario deja de ser históricamente. Pero en esta concepción de la historia, Cicerón cree que el Estado debe encarnar asimismo ese modelo ideal o de lo contrario desaparecer. Séneca, entre otros estoicos, llega a aceptar la posibilidad de un cierto progreso científico: "...Queda aun mucha tarea y mucha irá quedando, y ni dentro de mil siglos existirá ningún hombre nacido a quien quede encerrada toda ocasión de añadir alguna cosa. Pero aunque los antiguos lo hubieren descubierto todo, siempre volverá a presentarse el estudio de la manera de hacer uso del descubrimiento de los demás, de su conocimiento y ordenación..." Sin embargo, Séneca cree también en una humanidad destinada a la decadencia moral.

Esta visión del mundo antiguo frente a una decadencia inevitable creó una potente corriente iniciática basada en el mito del eterno retorno y el restablecimiento de las antiguas civilizaciones que aun perdura y que dio sustento en este siglo a los grandes movimientos totalitarios de Europa. El concepto de progreso que sostiene la francmasonería colisiona dramáticamente con estas corrientes. Es en este sentido que no puede asimilarse la francmasonería a las antiguas Escuelas de Misterios del mundo clásico y es por esa misma razón que constituye un nuevo concepto de iniciación diferente al que intentan introducir distintas corrientes místicas en el siglo XVIII y XIX y que están más cerca de los conceptos del mundo clásico que de las ideas de Libertad, Igualdad, Fraternidad y Progreso.

Y si bien la francmasonería guarda elementos comunes a todas las escuelas iniciáticas en tanto se vale de la iniciación y de un lenguaje simbólico, el enorme aporte de la Orden a la civilización es la utilización del símbolo como herramienta capaz de convertirse en principio y factor inspirador de cambios sociales. Este carácter sociológico del símbolo induce un nuevo orden moral, establece nuevas normas de conducta y adquiere una dimensión ética en la vida republicana, en la lucha por los derechos humanos, en una nueva sociedad regenerada. Emergiendo del misterio mismo alcanza su destino final en la construcción del progreso.

¿Cuándo comenzó a construirse el concepto de progreso? Esta es una pregunta fascinante. ¿En que momento se conjugó por primera vez la vía iniciática con el propósito de construir el progreso? ¿Qué hechos históricos dieron marco a la evolución de estos movimientos contenidos en el seno de asociaciones iniciáticas capaces de liderar revoluciones y cambios socioculturales de semejante magnitud? ¿Cómo nace concretamente la idea de progreso en Europa?

Hacia fines del año 406, en el territorio que actualmente ocupa Alemania, tuvo lugar un acontecimiento llamado a convertirse en uno de los sucesos que tanto necesitan los historiadores para sus cronologías. Un invierno gélido cubrió aquella parte de la vieja Europa helando el Rin, la última barrera fluvial que aún contenía la ola bárbara. Aquella noche, cerca de 15.000 guerreros, seguidos de sus mujeres e hijos, cruzaron el río para penetrar profundamente en la provincia romana de la Galia.

A partir de aquel evento, y a lo largo de todo el siglo V las provincias occidentales ya separadas del Imperio Romano de Oriente, sufrieron el embate permanente de las tribus bárbaras procedentes del norte y de las tierras del este.

Estas provincias occidentales, sometidas a graves conflictos políticos y sociales, ahogadas económicamente y con recursos inadecuados para su propia defensa, atraviesan una dramática situación de enfrentamiento con estos pueblos extranjeros que se lanzan como una marea hacia lo que antaño fuera el corazón del Imperio. Estos acontecimientos han sido definidos por la mayoría de los manuales de historia como "La Caída del Imperio Romano"

"...Aceptamos esta división por el peso de nuestra educación y por la fuerza que la cronología ejerce sobre los historiadores..." dice Jacques Heers. La realidad es que estas invasiones habían comenzado mucho tiempo antes, hacia el siglo III y que se prolongarían durante largos siglos más.

La situación se agravó en las últimas décadas del siglo IV, cuando la nación de los hunos comenzó una gran expansión hacia occidente empujando a los pueblos germánicos dentro de las fronteras ,los limes, de Roma poniendo en peligro su civilización. Existen sobradas pruebas y documentos de la zozobra, el desorden y la destrucción que estos pueblos causaron, principalmente sobre los habitantes de las ciudades del imperio. Sin embargo, estos bárbaros (vocablo con el que los griegos designaban a todo aquel que fuera extranjero) no lo eran tanto.

Como hemos dicho, desde los albores del siglo III, habían penetrado paulatinamente dentro de los antiguo limes romanos estableciéndose en tierras a uno y otro lado de la frontera bajo la influencia directa de la civilización romana. En su ensayo sobre "Las mutaciones de la cultura Occidental" Jacques Fontaine expresa "...Su deseo, conmovedor y contradictorio, era conservar sus costumbres y su organización social, en suma, su personalidad, teniendo el honor de convertirse en romanos de pleno derecho".

Muchos historiadores coinciden en que la idea de que las invasiones bárbaras acabaron con la civilización romana imponiendo tradiciones completamente nuevas constituye un punto de vista completamente erróneo. Es famosa una frase atribuida al rey visigodo Ataulfo en ocasión de su casamiento con una princesa imperial, Gala Placidia. En la ceremonia, realizada en Narbona en 414, Ataulfo exclamó: "...¡Sostener a Roma con el poder de los Godos!..."

De la misma manera que estamos condicionados por las cronologías solemos aceptar que con la caída de Roma el mundo se sumergió en un mar de tinieblas del cual solo emergería seis siglos después con el establecimiento de las etapas finales del feudalismo, el resurgimiento de las grandes ciudades y la construcción de las catedrales.

Estos siglos oscuros se han considerado muchas veces como una infortunada interrupción del progreso del mundo occidental, una época singularmente improductiva "...una era en que las mejores energías del hombre se dedicaron a empresas mezquinas, a violencias vanas y a una agricultura de simple subsistencia..." ¿Es este un juicio correcto? Indudablemente es el juicio unánime de todos los escritores latinos contemporáneos a esta irrupción. Gerald Simon, en su ensayo sobre "Los Orígenes de Europa" afirma que fue el carácter propio de los pueblos bárbaros, su irrupción abrupta y su inclinación a la batalla y al botín lo que contribuyo a endurecer el juicio riguroso de los cronistas de Roma

Podríamos resumir los "delitos" atribuidos a los pueblos bárbaros en:

Haber provocado la caída del estado romano occidental
Haber interrumpido el dorado cordón de la cultura clásica
Pero la civilización que se construyó en Europa luego de la invasión de estos pueblos bárbaros contiene elementos fundamentales ligados a los principios que posteriormente desarrolló y por los que luchó fervorosamente la Orden de los francmasones. Mientras muchos masones insisten en anclar la historia de la Orden únicamente a las instituciones del mundo clásico, los historiadores descubren el germen de los grandes principios que construyeron a la moderna Europa en los pueblos bárbaros. Algunas consideraciones acerca de esta revisión podrían parecernos sorprendentes.

Para conformarnos una real dimensión de sus alcances conviene exponer la opinión de algunos prestigiosos medievalistas.

"...Los privilegios de los que se hizo renuncia en Versalles en 1789, tuvieron su origen en esta época tumultuosa. Si bien los bárbaros han perecido, otros legados de comienzos de la Edad Media siguen siendo símbolos distintivos de la sociedad occidental, entre ellos el gobierno parlamentario o representativo, el sistema de tribunales y jurados, y los estados existentes en Europa..."

Karl Morrison

"...Ciertamente el derecho bárbaro da un testimonio de una mentalidad y una práctica originales: responsabilidad colectiva de la familia, reducción de los delitos por medio de multas (wergeld), duelos o pruebas judiciales..."

Jacques Heers

"...De estos reinos rudos, beligerantes, surgieron los primeros estados-naciones modernos y una civilización que fijó las pautas a todas las demás en cuanto a libertad personal, desarrollo económico y progreso científico. Podemos encontrar el concepto mismo de ‘progreso’ – la creencia del mejoramiento inevitable y continuo del hombre – en ideas nacidas en la época bárbara..."

Gerald Simon

Cuando los bárbaros avanzaron hacia el occidente europeo se encontraron con pueblos que ya habían sido conquistados en su espíritu. Por toda Europa el cristianismo triunfaba. Ya no era una religión emergente; se expandía a gran velocidad y se organizaba bajo una estructura en cuyo poder se sustentaba: Los Obispos. Los días de la Gran Persecución decretada por Diocleciano habían quedado definitivamente atrás y las instituciones del mundo clásico agonizaban sin remedio. Los antiguos dioses eran perseguidos y aniquilados uno tras otro y los cristianos parecían muy felices de ello.

Por los mismo años en que los bárbaros se establecían de este lado del Rin, Isidoro de Pelusio – sacerdote cristiano establecido en Egipto cerca de la actual ciudad de Suez – escribía: "...La religión de los paganos, predominante durante años y años a costa de tantas penalidades, de tantas riquezas como se gastaron y tantos hechos de armas, ha desaparecido ahora de la faz de la tierra...". Agustin recibía en Hipona mensajes desesperados de obispos establecidos en Europa que creían ver en la marea bárbara las claras señales del fin del mundo. Los calmaba como podía, repitiendo que ya en el siglo III Europa había resistido males mayores. Pero la realidad era que el mundo estaba cambiando definitivamente y que los bárbaros se llevarían lo poco que los cristianos habían dejado de aquella antigüedad perdida. Los antiguos Templos habían sido cerrados por Constantino... y desde él en adelante, uno tras otro los emperadores habían acometido la tarea de cristianizar el Imperio con mayor o menor resolución. Hacia 528, Justiniano conminó a todos los paganos a bautizarse en un plazo perentorio de tres meses y en 529 prohibió definitivamente la actividad de profesores paganos en la Academia de Atenas, en las universidades griegas y los centros de oratoria.

A medida que sucumbían estas instituciones, que habían constituido la columna vertebral de la cultura clásica durante siglos, comenzaba a gestarse una nueva cultura que tardaría otros tantos siglos en encontrar su identidad.

Es justamente en este interregno en el que han quedado atrapados la mayoría de los historiadores que intentaron atar a la francmasonería al las Escuelas de Misterios del mundo clásico. Autores como Emile Rebold y el propio Carl Krause han intentado encontrar un puente que una a los antiguos colegios romanos con las primeras guildas medievales. Y es aquí, en ese cono de sombra que se extiende entre el siglo IV y el VIII, que la leyenda intenta una vez más otorgarle a la francmasonería una continuidad desde el pasado introduciendo a los Maestros de Como. Sin embargo, es también en este punto en donde comienzan a encontrarse las huellas del complejo desarrollo de las grandes corporaciones de arquitectos medievales. Por fuera de la historiografía masónica existen importantes investigaciones en torno a Como, en Lombardía, como un centro importante en cuanto al arte y la arquitectura, no en una época tan remota como el siglo VII, tal como lo indicaban aparentemente los trabajos de Ludovico Muraturi en el siglo XVII, sino con posterioridad al año 1000. Aunque es realmente posible que hayan existido en un ámbito geográfico limitado mucho tiempo antes

Lo que no resulta claro aun es si estos maestros albañiles de Lombardía que tuvieron activa participación en la difusión del arte románico primitivo meridional, fuesen conscientes de una herencia de orden iniciático o tuviesen necesidad de ella. Según parece, esta necesidad de remontar sus orígenes a un pasado remoto surgió en las corporaciones medievales mucho tiempo después. Efectivamente, existen documentos de estas asociaciones que establecen los comienzos de su tradición en la antigüedad, pero no en la antigüedad clásica sino en los tiempos del rey Salomón y la construcción del Templo de Jerusalén. Pero estos documentos son posteriores al siglo XII. Resulta un hecho por demás interesante que es hacia esta época (el siglo XIII) en que aparecen los primeros indicios concretos de un desarrollo de la idea de progreso. Jacques Le Goff reconoce estos indicios y menciona tres ejemplos concretos: La Escuela de Chartres en el siglo XII; el milenarismo del cistercense Joaquín Da Fiore en los siglos XII y XIII y Roger Bacon en el siglo XIII.

A este punto surgen nuevos interrogantes, como por ejemplo: ¿Qué tipo de organización eran estas corporaciones de constructores antes de que establecieran sus primeras constituciones y se dieran a sí mismas un origen, una razón de ser y un destino?. ¿Cómo evolucionaron estas escuelas de oficios antes que los mismos Papas les otorgasen las franquicias especiales que constituyeron su particular característica? ¿Qué participación real tuvieron en el desarrollo cultural de la Alta Edad Media? ¿Qué rol cumplieron durante la construcción del feudalismo? y ¿Cómo actuaron cuando irrumpe la edad de la razón y las grandes catedrales?

El arte bárbaro introduce grandes avances en las llamadas "artes menores". Pero las grandes construcciones aun conservan la influencia romana en el sur y la celta en el norte. No parece probable que hayan existido cofradías organizadas de constructores en los principios de la Alta Edad Media, salvo las dependientes de los distintos poderes "reales", los arquitectos dependientes del Emperador Romano de Oriente y los que trabajaron bajo la dirección del movimiento monástico. En este último punto nos introduciremos a continuación.

Los "masonerii" benedictinos

Hacia el 480 nace un hombre que sin lugar a dudas pondría los cimientos de una obra extraordinaria. Su nombre era Benito, y pasaría a la historia como San Benito. Hijo de una distinguida familia de Nursia, estudió en Roma y desde muy joven fue presa de una profunda energía espiritual. Como muchos otros en su tiempo, se retiró a una vida solitaria decepcionado con la degradación en la que había caído la ciudad, para vivir en una caverna en una zona deshabitada cerca de Subiaco.

Su fama se extendió con el tiempo y muchos hombres acudían a él en la búsqueda del sosiego, la paz y sabiduría. La vida de ermitaño que Benito se impuso no le impidió mantener contacto con el mundo, y muy pronto se estableció un numeroso grupo en su entorno. Europa estaba por entonces desquiciada, presa de los bárbaros y los cristianos. Las fuerzas que otrora tensaban los tendones del Imperio casi habían desaparecido por completo y reinaba un gran caos. Pero fue justamente desde este caos que comenzó la génesis del orden cumpliéndose una vez más la antigua premisa.

Lo cierto es que Benito organizó a su gente; conformó una comunidad y la reunió alrededor de una regla. Esa comunidad se convirtió en lo que sería el monasterio de Monte Cassino y sobre esta regla se estableció gran parte de la civilización occidental. Algunos autores han puesto en duda que esta regla, sencilla y particularmente sabia, haya sido creación de San Benito. También se ha intentado establecer una relación entre esta y la llamada "Regla del Maestro" atribuída a los esenios. Lo cierto es que hacia 527 la orden benedictina había sido fundada y muy pronto se expandiría por toda Europa cambiándole lenta pero inexorablemente su faz.

¿Quién era Benito de Nursia? Por lo pronto alguien que comprendió el imperativo del momento: Reconstruir. Tenía en su poder un mensaje poderoso, el de aquel cristianismo aun primitivo, aun oriental, y toda esa gente que depositaba en él sus esperanzas y a la que había que poner rápidamente a trabajar. Estableció horas para ese trabajo y lo sistematizó, reservó horas para el estudio y la lectura y también para el rito y la liturgia.

Las comunidades benedictinas pronto redescubrieron las enormes ventajas de la explotación de la tierra impulsados por la necesidad de abastecer sus propias comunidades. Su inclinación enérgica al trabajo le devolvió el sentido a los oficios y los introdujo en la necesidad fundamental de la civilización: La Construcción.

Sin embargo todo esto tuvo un agregado que lo potenció a escalas infinitas: Los benedictinos comenzaron una recopilación y un rescate sistemático de cuanto documento escrito se había salvado. Se establecieron las primeras bibliotecas y comenzó la tarea ciclópea de interpretar y copiar todos esos documentos. Considerados heréticos casi en su totalidad por el clero, fueron recogidos y celosamente guardados por los benedictinos. Sus monasterios fueron también depósito y salvaguarda de numerosas obras de arte. Pero la principal preocupación de los benedictinos fue conservar esos manuscritos contra todo riesgo. La importancia de este trabajo y la dimensión y cantidad de obras que los monasterios benedictinos conservaron ha llevado a muchos autores a reconsiderar si no se ha actuado con cierta injusticia cuando se atribuye con tanta facilidad al Islam el haber introducido en Europa las obras de Aristóteles y Platón.

Pero los benedictinos descollaron en una actividad que nos interesa ampliamente y que fue su labor como constructores y arquitectos. Escuchemos lo que decía Findel al respecto: "...La construcción de los edificios religiosos se debe, en primer lugar, a la iniciativa del clero. Los conventos fueron los verdaderos focos de la actividad industrial y fecundaron también el suelo, transformando en verdes oasis llanuras estériles y desiertas. Por estas causas el arte de construir fue en principio ejercitado por los monjes. Los benedictinos primero y más tarde los cistercenses, se ocuparon de la construcción. Cada convento era una colonia, donde además de dedicarse a la práctica de la piedad, se estudiaban las lenguas, la teología y la filosofía, se ocupaban activamente de la agricultura y se ejercía y enseñaban todos los oficios... Los abades trazaban los planos y dirigían su construcción, estableciendo de este modo una corriente de inteligencia entre las relaciones de los conventos..."

Fessler, entre otros, ya había marcado la importancia de los benedictinos en el arte de construir en el mundo medieval. En su "Historia Científica de la Francmasonería" indica que los monjes llevaban en la Edad Media los nombres de caementarii, latonii y de masonerii.

Mientras Benito de Nursia fundaba Monte Cassino en Italia, Justiniano emprendía la reconquista de las antiguas posesiones del Imperio y reprimía con ferocidad las protestas de los ciudadanos de Constantinopla que resistían sus reformas. La más terrible fue la de 532 que produjo la muerte de más de 30.000 personas y que provocó un incendio que destruyó la gran basílica de la ciudad. Inmediatamente, Justiniano puso en marcha la construcción de Santa Sophia, una obra extraordinaria que se completó en solo cinco años y que requirió de la intervención de grandes arquitectos. Testigos de la época han calificado a esta empresa como prodigiosa, dadas las dimensiones y la técnica utilizada para levantar los enormes pilares y las grandes arcadas de la nueva basílica que tambaleaban ante el peso inmenso de la obra. Sin embargo, los arquitectos de Justiniano persistieron y completaron el edificio que sería tomado como modelo, más de 1000 años después por el gran arquitecto turco Sinam, constructor de las grandes mezquitas otomanas.

Europa occidental distaba mucho de la estabilidad de las tierras orientales del Imperio. Hacia 540, año en que fue consagrada Santa Sophia, los ejércitos de Justiniano habían reconquistado Roma, Sicilia, Cartago y Ravena luego de más de 100 años de dominación bárbara. En ese escenario comenzaría la tarea de los benedictinos.

Hacia fines del siglo IV, Monte Cassino ya había sido destruido por los ejércitos lombardos que saqueaban el norte de Italia. Pero la regla benedictina comenzaba a esparcirse por toda Europa, y un hombre nacido de este movimiento monástico ocupaba el trono de Pedro: San Gregorio Magno (+ 604). Muchos cristianos comenzaban a comprender que ya no solo se trataba de asumir una "conversión" formal de la religión sino que esa conversión debía implicar un profundo cambio de vida. Los años oscuros que siguieron a la caída del Imperio Romano de Occidente habían dejado al mundo sumido en un gran caos y una gran oscuridad espiritual, pero pronto, muchos varones siguieron el ejemplo de San Benito y decidieron asumir un "estilo de vida cristiano más estricto y riguroso". La búsqueda de la santidad comenzaba a producir profundos cambios en esta sociedad disgregada y martirizada. Los emperadores de oriente llegaron a considerar esta tendencia con preocupación, puesto que la cantidad de jóvenes que abandonaban la vida seglar para ingresar en la atmósfera moral de los monasterios ponía en riesgo la provisión de efectivos para los ejércitos imperiales, "En 593 el Emperador Mauricio promulgó un edicto por el que prohibía hacerse monjes a todos los varones que estaban en edad de prestar servicios militares".

El monasterio era, en la idea de Benito y también en la de Gregorio, "una escuela al servicio del Señor", y si bien la Regla benedictina ha sido frecuentemente definida como una "regla para principiantes", en el solo podía aspirarse al máximo sacrificio que un hombre de aquella época pudiera concebir "...En una sociedad como aquella, en la que cada uno tenía conciencia muy intensa de su status, la mortificación más heróica era someterse a la autoridad de un abad"

La estructura de estos movimientos monásticos fundados a partir de San Benito, San Columbano y otros monjes del siglo VI y VII, y que luego se convertirían en Ordenes poderosas, se extendió a lo largo de toda Europa, desde Finisterre hasta Kiev y no solo dio su rumbo al primer milenio de la Era Cristiana sino que monopolizó en sus claustros la educación intelectual y moral de la civilización europea. Y si bien en la época de San Gregorio Magno estamos aun muy lejos de las grandes abadías benedictinas, por más humilde que sea cada comunidad de monjes, hay en ella al menos una copia de las Sagradas Escrituras. Otros monjes, como Aurelio Casiodoro Magno (+567), comprenderían la necesidad de sistematizar la labor de copiado de los textos sagrados, con lo cual con el tiempo todas las comunidades monásticas tuvieron bibliotecas mínimas y luego verdaderos tesoros de la literatura universal.

Lentamente, en torno a estas pequeñas agrupaciones de hombres mitad santos, mitad desesperados, en medio de aquella desolación en la que poco a poco se fue convirtiendo el occidente europeo, comenzó a cimentarse una nueva civilización. El choque de las fuerzas bárbaras con los latinos del sur y los celtas del norte, la continuidad de las invasiones a lo largo de los siglos posteriores, las potencias espirituales en permanente expansión tras el afán evangelizador en todas las fronteras, y la recuperación paulatina de la conciencia histórica, prepararán el advenimiento de fuerzas nuevas.

Entre los líderes de estos movimientos monásticos estarán los más grandes pensadores del medioevo. Y bajo la dirección de los grandes abades aparecerán las primeras expresiones de una arquitectura renovada que mostrará sus posibilidades en el arte románico y estallará con toda su potencia en el gótico. Bajo su protección encontraremos también las primeras evidencias de una masonería primitiva, fruto de la renovación del conocimiento y las técnicas de la construcción, el momento en que tal como dice J. G. Findel, "... al lado de los monjes arquitectos aparecieron arquitectos laicos...".


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Notapor J » Dom Nov 27, 2005 2:29 am

Hola a todos:

Este artículo no es mio, pero habla un poco de lo que es la verdadera Masonería.

Verdades y mentiras de una vieja institución

Una de las instituciones menos entendidas y peor juzgados a lo largo de la historia ha sido la Masonería. Sobre ella se ha escrito mucho, tanto por autores interesados en defenderla como por sus acérrimos enemigos atrincherados en los más variados y diversos puntos de vista. La Masonería es una institución de la que poco se conoce, a pesar de la numerosa literatura publicada sobre sus enseñanzas y sus rituales
Hay quien considera que esta institución no tiene secretos que ofrecer y todo lo referente a sus misterios ha sido publicado, pero este punto de vista es falso, o por lo menos no del todo cierto. Es lógico suponer que cuando se adquieran en cualquier librería los manuales secretos de sus enseñanzas y rituales se piense que basta esta adquisición para penetrar en sus auténticos misterios. Quienes piensan así están cometiendo un grave y elemental error. Es posible empaparte de toda la literatura masónica e inclusivo ser recibido de manera ritualística y continuar siendo un ignorante de la verdadera y auténtica masonería. En estos hechos es donde reside el secreto masónico.
La Iglesia Católica, Apostólica y Romana en su intento por centralizar la fe de los humanos, en acto de soberbia y autosuficiencia, le declaró la guerra a muerte y excomulgó a la numerosa población masónica, calculada en la actualidad en unos cinco millones ochocientos mil miembros regulares. Pero gracias a la prudencia y moderación del Papa Juan XXIII, el pesado decreto de excomunión fue abolido y las relaciones entre la Iglesia y la Masonería aparentemente se normalizaron. Es importante señalar que si alguien se beneficia con esta nueva disposición, es precisamente la propia Iglesia Romana, que así presento una nueva imagen distinta a la de los jueces de la Inquisición.
En el pasado muchos sacerdotes se acercaron a la Masonería y encontraron en ella la explicación de sus vivencias espirituales y una manera de entender sus enseñanzas. Se puede afirmar que muchos sacerdotes gracias a la enseñanza de la Masonería aprendieron a ser mejores cristianos. Conocí hace muchos años, a uno que se sorprendía de los absurdos ataques y anatemas proferidos por la Iglesia contra una institución, que lejos de negarla más bien lo daba razón a su esoterismo, como lo confirman los trabajos y rituales del grado dieciocho. Ese viejo sacerdote nos decía que él había aprendido en la Masonería lo que nunca le habían dado en el Seminario. Y así encontramos afirmaciones que señalan a la Masonería como una institución de origen burgués, surgida como oposición a la iglesia de origen monárquico. Estos planteamientos aparentemente parecen ser ciertos, en vista de los aportes ofrecidos por la Masonería para el surgimiento de los procesos revolucionarios que permitieron el ascenso de la burguesía al poder como lo son las revoluciones americana y francesa.
Los aparentes fundamentos de las afirmaciones anteriores disponen de un marco de referencia erróneo, que interpreta como originaria de la filosofía y enseñanzas de la Masonería, los efectos a consecuencias de las acciones a posiciones políticas asumidas por los masones de aquel determinado momento histórico. Se puede afirmar que estos procesos de independencia se inspiraron en la institución pero no fueron fomentados ni dirigidos por la Masonería como fraternidad o hermandad esotérica. Esta confusión surge de un incompleto conocimiento de los verdaderos propósitos de las enseñanzas de la institución y se don por cierto, aspectos que no lo son.
Es necesario distinguir entre los fundamentos de una institución y la actividad exterior que se proponen realizar los miembros de esa organización bajo su propia responsabilidad.
La Masonería dispone de un conjunto de enseñanzas que la ubican como la institución guardiana, por excelencia, de las sagradas tradiciones propias de la cultura occidental Es ella la depositario de los más prístinos y valores trascendentes del simbolismo esotérico de nuestra cultura. Es además, la síntesis histórica de todo el proceso de espiritualización de nuestros pueblos. En ella se resumen desde la iniciación de los egipcios hasta las más altas enseñanzas de] cristianismo. Estas características le dan una perennidad que podrá superar los más rudos ataques.
Pero más allá de todos estas afirmaciones existe una Masonería que sólo puede ser descubierta en el corazón de los hombres que han realizado sus auténticos principios. La Masonería que no se refugia entre cuatro paredes sino que se descubre en los ojos y los gestos de los sabios de todos los tiempos. Esa masonería no se encuentra en los libros, ni en las conversaciones y discusiones. Tan sólo los talleres que han aprendido a trabajar la piedra en silencio, son capaces de hacer manifiesta en la vida cotidiana los valores y los principios de la verdadera y auténtica Masonería.



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