Por Sinesio Rodenas
El siguiente texto de Sinesio Rodenas, publicado en 1995 en España, nos
hace una seria llamada a la sensatez. Antes de hablar hay que pensar, y
mi querido amigo Sinesio es cinturón negro en ello. Consideremos este
texto como una llamada de atención para quienes hablan de la “Era de
Acuario” cómodamente tumbados en el “Pajar de Piscis”. Necesitamos
más que nunca un toque de realismo que nos haga pensar también en el
lado oscuro de cada era, y en nuestra actitud para que este lado pueda
llegar a la luz. Pasemos pues a este interesante texto.
Algunas actitudes emocionales inconscientes todavía piscianas, creen
que en la era de Acuario se desarrollará una humanidad superior llena
de maravillas, comprensión mutua y amor. Esto podrá ser así sólo hasta
cierto punto; la era de Acuario, será también la era del terror. La última
vez que los signos fijos definieron una época fue con la civilización del
imperio medio egipcio. En esta ocasión Escorpio estaba en la casa VII, el
eje personal, y una muestra del terror y la preocupación que tenían los
egipcios por la muerte (una regencia de Escorpio) es su elaborado
sistema postmortem y la construcción de las pirámides. En
nuestra "maravillosa" era Acuario, Escorpio está en el Medio Cielo, es
decir en el terreno social-institucional. El terror provendrá, por lo tanto,
de todo lo que tenga que ver con lo colectivo, las aspiraciones,
motivaciones y conductas grupales y los medios de poder de llevarlas a
cabo. En el individuo funcionará preferentemente el eje Acuario-Leo (el
desarrollo personal), pero lo colectivo estará marcado por el eje Tauro-
Escorpio.
En la era de Acuario tendrá suma importancia el desarrollo personal y la
evolución de la conciencia individual. Pero recordemos que el otro polo
de Acuario es Leo, éste representa al poder absoluto, mientras que aquel
es el poder colectivo. Esta dialéctica será el mecanismo subyacente en el
desarrollo personal durante la era Acuario: la búsqueda de integración y
equilibrio entre la afirmación del individuo y la conciencia social, lo que
Maslow ve como una capacidad de la autorrealización. Hemos de
recordar, no obstante, que antes de llegar a este equilibrio el individuo y
la sociedad pasarán (están pasando) por todo un periodo de
autoafirmación que además de favorecer el autodesarrollo también se
mezclará con actitudes prepotentes (típicas del leo en el terreno personal
y de acuario en el intelectual) e indiferencia por otros seres humanos.
Todo esto nos está llevando hacia una feroz desunión y egocentrismo y
una autodefensa ambas destructoras de lo colectivo, sólo nos tenemos
que mirar en el espejo de EE.UU. máximo exponente actual de la era
Acuario.
Enganchado al ejercicio de autoafirmación insolidaria, elitista y racista del
eje Acuario-Leo, está la lucha por el poder del eje Escorpio-Tauro a
cualquier precio, repito, a cualquier precio, y este es el motivo del título:
La era del terror. Sólo tenemos que volver a mirarnos en EE.UU.: la lucha
salvaje por el poder (caldo de cultivo de la autodestrucción a la que se
encamina ese país), las luchas callejeras, la muerte y el psicótico
ambiente competitivo que domina esa sociedad. Pero los demás paises
estamos, por desgracia, aprendiendo de ellos y muy rápidamente. Antes
de llegar a nuestro propio país cabe mencionar la sociedad mejicana
donde en la lucha por el poder el asesinato ya es una cosa casi común o
la singular en enredada sociedad italiana, donde uno ya no sabe a qué
carta quedarse. Por desgracia nuestro país está entran do en la misma
dinámica y de una manera especialmente acentuada desde que Plutón
entró en Sagitario. El 14-6-95 dije que utilizar el poder de Plutón era
sembrar una semilla del diablo, un camino de autodestrucción.
Las instituciones democráticas han nacido en una era con el Medio Cielo
en Sagitario: necesitan, por lo tanto, de una cierta dosis de buena fe para
funcionar. Con la entrada de la era Acuario el Medio Cielo cambia a
Escorpio, un signo especialmente hábil en pensar mal de los demás y en
descubrir su lado flaco. Cuando la sospecha, la lucha salvaje por el
poder, la acusaciones infundadas, el acoso y derribo, etcétera, se
institucionalizan, es tarde para volver atrás; pero vamos hacia ello, no les
quepa la menor duda, todavía no está el ser humano suficientemente
maduro para darse cuenta de la consecuencia futura de sus actos. Si un
sistema utiliza medios sucios para derribar al adversario al final todo el
sistema se ensuciará pues todos acabarán utilizando los mismos medios.
La sospecha, el espionaje, la compra de lealtades y la traición; el espíritu
de sacar la mejor tajada de un asunto caiga quien caiga y por cualquier
medio, el mirar sólo por sí mismo es el lado negativo de la era Acuario y
vamos abocados hacia una terrible autodestrucción de la trama social.
Desgraciadamente la autodestrucción de la trama social será la
consecuencia de la era Acuario, el grado al que ese peligro llegue
dependerá de nuestra reacción. Escorpio es un signo relacionado con las
crisis profundas de la vida, aquellas en las que algo muere para que el
ser pueda revivir más integrado en un nivel superior de conciencia.
Símbolos de Escorpio son la crisálida y el Ave Fénix, la muerte para
renacer. La perversión sadomasoquista es una ritualización obsesiva y
patológica de ese proceso; en la transformación escorpiana con una parte
de nuestra psique nos infligimos sádicamente una muerte y con la otra la
estamos sufriendo. Escorpio en el Medio Cielo de nuestra era tiene esas
implicaciones. Es ya una conciencia social la que tendrá que decidir si nos
destruimos, como a veces hace el sádico con el masoquista, o si nos
regeneramos y nuestras ambiciones egoicas de poder las dejamos para
resolver en el sillón del psicólogo, en un sillón que abarque a la sociedad
entera, pues todos sufrimos el mal del poder en nuestra egoica cultura
occidental.
Esto es lo que nos espera en la era Acuario, al final triunfará el sentido
común y el impulso hacia la vida y hacia la integración en niveles
superiores de conciencia; pero antes de llegar a ello habremos de pasar
por un periodo (¿años, siglos?, creo que más bien siglos) de
autodestrucción que llegará a las capas más profundas de nuestra psique
y de nuestra sociedad, y que habrá de ser terrible (aunque en nuestra
mano estaría evitarlo y toda la conciencia social y ecológica que se está
despertando va en esa dirección). Mientras tanto todo lo que sea
alinearse con los valores imperantes en nuestra sociedad: competitividad,
poder, egoísmo, dinero, ambición desmedida por el éxito y el aplauso,
etcétera; símbolos que nuestra sociedad adora como un becerro de oro,
es un camino de autodestrucción. Un camino que, conforme se va
andando, más cerca llega de la muerte y de la lucha total como climax
final del proceso. Un camino que cuanto más cerca se está del final (la
muerte) más excita y más incontrolable se vuelve. Es parecido al
orgasmo, al final es imparable.
Una sociedad no puede cambiar de la noche a la mañana. El instinto de
conservación, tan necesario para la vida, implica que la lucha y ambición
actual por el poder es algo desgraciadamente necesario para que la
sociedad que hemos creado siga funcionando. Si todos dejáramos de
tener ambición y deseos de poder de la noche a la mañana nuestra
civilización, tan enraizada en ellos, se convertiría en el caos de una
hecatombe mundial. ¿Cómo emprender un camino positivo cuando tanto
los individuos como las naciones están empeñados en una lucha por la
supervivencia? Desde el comercio internacional, hasta el deseo legítimo
de satisfacer nuestras necesidades se hallan implicados en ello. Será la
propia dinámica social e individual la que nos lleve a ese camino, aunque
al ser de manera inconsciente, producirá mucha muerte y destrucción. En
la propia destrucción y terror derivado del símbolo de Escorpio está el
camino de la regeneración tanto del individuo como de la sociedad; pero
cuanto antes tomemos conciencia de ello, mejor será, podremos evitar
lo peor.
El símbolo de Escorpio se convierte en regenerativo cuando vemos que
destruir al otro implica nuestra propia destrucción (el ejemplo de la
guerra atómica, otra regencia escorpiana). Cuando en política nos demos
cuenta de que ensuciar la confianza y el ambiente nos perjudica a
nosotros tanto como a la oposición, caeremos en la cuenta de que
estamos escupiendo al cielo. En la lucha por el poder implicamos nuestra
destrucción, la del vecino o competidor y la de toda nuestra vida social y
afectiva; cuando todo esto y otras muchas cosas nos ocurren, sufrimos
un shock y reaccionamos. Lástima que lo hacemos casi siempre tarde y
en el camino perdemos muchas veces la felicidad y la familia, cuando no
la vida. ¿Por qué creen que también de EE.UU. nos vienen los desarrollos
de la nueva conciencia y la nueva mística? No es casualidad, desde
luego. El cáncer social de los EE.UU. engendra su propia reacción
regenerativa. En la era Acuario tendremos que superar ese cáncer, pero
desgraciadamente antes tendremos que vivirlo en el terror y la
desesperación.
La fase Escorpio, tanto en el terreno individual como en el social, implica,
precisamente, el proceso de despertar profundo del ego (pertenece al
elemento agua, tan vinculado a las raíces de la psique y de la vida). En el
individuo esta fase está vinculada al desarrollo puberal y la adolescencia.
Esta fase adolescente implica, en el individuo y, por tanto, en la sociedad,
el necesario desarrollo de la competitividad y autoafirmación con la lucha
y el enfrentamiento inevitables para ello. Lucha y enfrentamiento que
puede llegar hasta la muerte cuando la conciencia queda fijada en esta
fase. Es inevitable que pasemos por ella, pero la falta de conciencia que
la sociedad tiene actualmente sobre este proceso hace que se esté
viviendo de manera inconsciente y que, por lo tanto, se exacerben sus
consecuencias. Como los adolescentes, también el grupo social necesita
la autoafirmación y el desarrollo de la identidad. Pero si no tomamos
conciencia pronto del final autodestructivo que tiene este camino, lo
andaremos en su totalidad, no les quepa la menor duda.
Cualquier proceso de crecimiento debe permitir desarrollos ulteriores. La
lucha por el poder, la ambición, el éxito, el dinero, etcétera, son aspectos
parciales que el ego tiene necesariamente que explorar. Pero quedarse
en ellos es autodestructivo, el proceso deja de ser un ritual de
crecimiento ("ritual de paso") y se convierte en un ritual de muerte con
resultado fatal. Tampoco podemos renunciar al desarrollo del ego y de
sus apetencias (sus apegos como los llama la espiritualidad oriental) pues
entonces nos quedamos anclados en un pasado dependiente. Pero sí lo
hemos de ver como algo pasajero a lo que deberemos renunciar en un
momento dado para seguir el proceso de la vida. ¡Claro! esto es lo difícil
del asunto, pues se vive como una muerte, manifestada en múltiples
formas como pueden ser la pérdida de emociones, del deseo, de las
motivaciones y de las ganas de vivir, y esto se vivencia muy
negativamente porque nuestra sociedad lo cree negativo no conociendo
el proceso total que lleva hacia una integración evolutiva en una
conciencia superior.
Este es el difícil paso de la fase Escorpio, desarrollar la competitividad,
agresividad, autoidentidad y autoafirmación, etcétera, sin provocar la
propia destrucción o la del vecino. A partir de la fase Libra se conoce la
dualidad y en la fase Escorpio se lleva esa dualidad a sus más profundas
raíces. Ese conocimiento nos sirve para distinguir lo psíquicamente propio
de lo ajeno, para discriminar y diferenciar lo objetivo de lo subjetivo,
para reconocer nuestra propia emoción y deseo de los que proyectamos
en otras personas, sobre todo en la pareja. El desarrollo del ego está
vinculado al desarrollo de la ciencia, es decir, de la conciencia objetiva, y
tanto el uno como la otra son necesarios en el proceso de crecimiento del
ser humano y de la sociedad. Pero éste es sólo un paso del proceso, más
allá de él la conciencia vuelve a ser unitaria, lo propio y lo ajeno, lo
subjetivo y lo objetivo, mi emoción y la del otro, vuelven a estar unidas.
Sólo desde esta conciencia de unidad se puede controlar que la fase
agresiva de Escorpio sea constructiva.
Las religiones siempre han promovido y respetado la conciencia de
unidad utilizando distintos ropajes verbales. La vivencia de esa unidad la
tiene el feto en el seno materno, cuando todavía no se ha producido la
separación ni la conciencia. En el seno materno todo es habitualmente
paz, armonía y serenidad. Por ello volver a desarrollar la conciencia de
unidad para superar la neurosis, ansiedad y agresividad de la fase de
desarrollo dual (la fase Escorpio), implica "practicar" todo aquel tipo de
emociones y "virtudes" que siempre han preconizado las religiones. Pero
ya no es una cuestión de "ser gratos a los ojos de Dios" -actitud
dependiente y supersticiosa del beato habitual; es, por el contrario, una
cuestión de supervivencia y desarrollo. Dios ya no es una imagen externa
a nosotros a la que adoramos o pedimos cosas, sino una imagen a
desarrollar interiormente, y es ese desarrollo interior el que nos dará las
cosas que "le pedimos a Dios", algo que parece difícil a primera vista
pero, en cuya tarea ya se ha interesado la psicología.
El proceso que va desde la conciencia dual a la conciencia unitaria es tan
natural para el crecimiento humano como lo es, en otros aspectos, la
pubertad. Este proceso pertenece a una fase posterior del desarrollo
humano y en él estamos todavía implicados como especie. En este
proceso parece que la sociedad humana está llegando actualmente a un
paroxismo en la fase de la conciencia dual produciendo desgaste,
enfrentamiento y violencia sin fin al servicio de una ideología de
competitividad y egotismo llevada a sus extremos. Sólo es posible
controlar constructivamente esta fase dual del desarrollo desde la
conciencia integrada de la fase unitaria. Sólo desde esta conciencia
integrada uno puede contemplar la conciencia dual como una fase del
desarrollo y encauzarla dentro de sus límites precisos. En este desarrollo
nos va nuestra vida y la permanencia de la sociedad humana y nuestra
vida en la Tierra. Ya no es una cuestión "religiosa" de ser mejores
para "ganar el cielo", es una cuestión de vida o muerte como especie y
como individuos.