Ruedas de Fuego en el Mar

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Ruedas de Fuego en el Mar

Notapor luis21 » Vie Sep 05, 2008 8:37 am

Este es un artículo imperdible recopilado para 1918 por Charles FORT. Es algo largo pero vale la pena conocerlo completo.

RUEDAS DE FUEGO EN EL MAR

«Estando especializada su excelente revista .Knowledge (1) en los fenómenos meteorológicos, me siento tentado de pedirles la explicación del siguiente suceso, que he presenciado a bordo del vapor Patna, de la Compañía de las Indias Británicas, en el curso de un viaje por el golfo Pérsico. En mayo de 1880, en una noche muy oscura, hacia las once treinta, aparecieron de repente en el cielo, a un lado y a otro de la nave, dos enormes ruedas luminosas que giraban sobre si mismas, y cuyos radios parecieron rozar el buque a su paso. Dichos radios medían de dos a trescientos metros de largo, y se parecían a las varas de las maestras de escuela. Y aunque cada rueda debía tener quinientos o seiscientos metros de diámetro, se veían siempre distintamente los dieciséis radios que la formaban. Sin otra luz visible en el aire por encima del agua, este resplandor fosforescente pareció deslizarse paralelamente a la superficie del océano. La apariencia de estos radios puede ser imitada casi exactamente agitando, desde una barca, una linterna horizontalmente por encima del agua, y haciéndole describir círculos concéntricos. Asistieron, aparte de mi mismo, al mencionado fenómeno el capitán Avern, del Patna, y Mr. Manning, tercer oficial.
«Lee Fore Brace.»
«P,S.- Las ruedas avanzaron paralelamente al barco, como escoltándolo, alrededor de veinte minutos. L.F.B.»

Knowledge, 11 de enero de 1884: Carta de Mr. «A.-Me. D.»: «Su Lee Fore Brace debería haber firmado su comunicación con el sobrenombre de El Moderno Ezequiel, tanto rivaliza su visión con la del profeta en lo que a prodigios se refiere.» Basándose en las cifras publicadas, Me. D calcula que la rueda debería desplazarse a ciento sesenta kilómetros por hora, velocidad que considera increíble: «El seudónimo de su corresponsal indica demasiado que está acostumbrado a recibir viento en sus velas» (2). Después sugiere su explicación: debían de haberse producido a aquella hora numerosas averías en el gran brazo de verga, que exigía empalmes tan frecuentes que todo rayo de luz hubiera adquirido muy pronto un movimiento de rotación. Sigue el 25 de enero una respuesta de «Mr. Brace», firmada con su verdadero nombre, J. W. Robertson, y refutando toda insinuación injuriosa en cuanto a su sobriedad, y después una conclusión conciliadora del redactor en jefe.

Así pues. voy a dedicarme ahora a los datos de objetos luminosos caídos en el océano o bien elevándose del mismo. Pienso que, una vez dejados de lado los casos de incandescencia causados por desintegración, estos objetos están dotados de una luz fría que el agua no aviva en absoluto. Y parece aceptable que una rueda que gire sobre sí misma pueda parecerse a un globo, tanto vista de lejos como de relativamente cerca.

Tomaré mi primer dato de una publicación puritana, Science que no nos ha proporcionado más que un poco de material: los puritanos raramente se desvergüenzan. Según un informe dirigido a la Oficina Hidrográfica de Washington por su oficina de San Francisco y reproducido en Science (3), en la medianoche del 24 de febrero de 1885, a 37° latitud Norte y 170° longitud Este, en algún lugar entre Yokohama y Victoria, el capitán del Innerwich fue despertado por su segundo, que había visto en el cielo algo anormal. Tras tomarse un tiempo en despertarse completamente, el capitán ganó el puente de la nave y vio el cielo en llamas. «De pronto, una enorme masa inflamada apareció por encima de la nave, cegando completamente a los espectadores», y cayó al mar. Su tamaño puede ser evaluado por el volumen de agua que levantó, y que se precipitó contra la nave con un ruido ensordecedor, sumergiéndola «bajo una espuma blanca y rugiente». El capitán, un viejo marino lleno de experiencia, declaró que el horror del espectáculo desafiaba toda descripción.

En Nature (4) y L’Astronomie (5), se dice que esta «enorme bola de fuego» se elevó del mar cerca del cabo Race, hasta alcanzar los ciento cincuenta metros de altura, y avanzó cerradamente sobre la nave, siendo visible por más de cinco minutos. Nature la identifica como un rayo «en bola», pero Flammarion, en Thunder and Lightning (6), la describe como de enorme tamaño. El capitán Moore, del vapor inglés Siberian, declaró en el American (7a) que el objeto se desplazó «contra el viento» antes de desaparecer y que habia visto ya antes, en el mismo lugar, tales apariciones.

Del Report of the Britsh Association, (7 b): El 18 de junio de 1845, según el Malta Times, a bordo del bergantín Victoria, a mil trescientos kilómetros de Adalia, en Asia Menor, a 36° 40' 56" latitud Norte y 13° 44' 36" longitud Este, se vieron tres cuerpos luminosos salir del océano a cuarenta metros del buque y permanecer visibles durante diez minutos.
El profesor Baden-PoweII publicó una carta de un corresponsal del monte Líbano que describe el mismo prodigio, pero no cita más que dos cuerpos luminosos cinco veces más grandes que la Luna, y dotados de apéndices «en forma de velas», parecidos a «grandes banderas hinchadas por la brisa». La idea más importante en este caso concreto es la 'de la duración. Un meteoro dura algunos segundos, raramente más de quince, aunque algunos hayan durado medio minuto. Los objetos del monte Líbano fueron visibles una hora. Los apéndices no se parecían a la estela de los meteoros, ya que «su resplandor parecía proceder de su propio cuerpo». En Adalia, Asia Menor, a mil trescientos kilómetros del Victoria y en el mismo momento, el reverendo F. Hawlett, citado por el profesor Baden-PoweII, asistió al espectáculo, cuya duración evaluó en una media hora. El fenómeno fue señalado igualmente desde Siria y desde Malta, bajo la forma de dos cuerpos «estrechamente unidos» (8).

En Cherburgo, Francia, el 12 de enero de 1836, un cuerpo luminoso que representaba los dos tercios de la Luna pareció girar como sobre un pivote: llevaba en su centro una cavidad oscura (9).
El 20 de diciembre de 1893 (10), un cuerpo luminoso fue visto por varias personas en Virginia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, de oeste a este; a 15° por encima del horizonte, permaneció inmóvil durante un cuarto de hora. Parecía, dijeron algunos observadores, una enorme rueda blanca, y para eliminar toda probabilidad de una ilusión óptica se recuerda que el ruido de su paso a través del aire fue claramente apreciado. Al término de veinte minutos, desapareció o explotó en el mayor silencio.
Vastas construcciones en forma de rueda estarían muy especialmente adaptadas para atravesar un medio gelatinoso de uno a otro planeta. A veces penetrarían por error de cálculo en la atmósfera terrestre y, bajo la amenaza de explosión, deberían hundirse en el fondo de las aguas, donde permanecerían un tiempo, para emerger después en las proximidades de algún buque. Su ruta habitual parece situarse en las latitudes próximas al golfo Pérsico.

El 4 de abril de 1901 (11), a las ocho y media de la mañana, en el golfo Pérsico, el capitán Hoseason del vapor Kilwa navegaba en plena mar. «El agua no era fosforescente», reténganlo bien. De pronto, enormes «ondulaciones» luminosas aparecieron bruscamente en la superficie de las aguas. No emitían más que una débil luz, y se apagaron alrededor de un cuarto de hora más tarde, después de haber evolucionado a diez kilómetros por hora. Se incriminó esta vez a la eterna salvaguardia de la Vieja Dominante: bancos de medusas.

El 5 de junio de 1880 (12), a lo largo de la costa de Malabar, el comandante Harris, del vapor Shahjehan, vio, a las diez de la noche, sobre un mar calmado y bajo un cielo sin nubes, un objeto tan extraño que le hizo detener su nave. Describe olas espaciadas de brillante luz, y una sustancia no identificable flotando sobre las aguas: no iluminaba nada, pero parecía iluminada, como el resto del mar, por gigantescos rayos luminosos. «Se sucedían ola tras ola, en uno de los espectáculos más grandes y más solemnes que se pueda imaginar».

Extracto de una carta (13) de míster Douglas Carnegie, de Blackheath, Inglaterra: '«En el curso de este viaje, asistí a una de las más extravagantes manifestaciones eléctricas que jamás haya visto». En el golfo de Omán, observó una capa fosforescente, aparentemente inmóvil. Pero a veinte metros del lugar, «rayos de cegadora luz vinieron a chocar con la proa de la nave a una prodigiosa velocidad, que puede estimarse entre los cien y los doscientos kilómetros por hora». Las olas se sucedían de tres en tres metros. «Recogí una muestra del agua y la examiné al microscopio, sin detectar nada anormal. Los rayos parecían provenir de las profundidades marinas. Nos golpearon primero a través, y observé que una nave cercana no torcía su trayectoria: se .hubiera dicho que la atravesaban de lado a lado.»
El golfo de Omán se halla en la entrada del golfo Pérsico.
Mr. S. C. Patterson (14), segundo del vapor Delta, cuenta que, el 14 de marzo de 1907, en el estrecho de Malaca, a las dos de la madrugada, vio durante una media hora «rayos que parecían girar sobre un eje, como los radios de una rueda: parecían medir trescientos metros de largo».

El capitán Evans (15), hidrógrafo de la marina inglesa, señala en un informe al Almirantazgo que el comandante J. E. Pringle, del buque Vulture, observó a 26° 26' de latitud Norte y 53° 11' de longitud Este, en el golfo Pérsico, el 15 de mayo de 1879, ondas luminosas o pulsaciones acuáticas que se desplazaban a gran velocidad. Precisión apreciable: subraya que las ondas luminosas pasaron bajo el Vulture. «Mirando hacia el este, se hubiera dicho que una rueda giraba sobre su eje, con sus radios iluminados, mientras que, mirando hacia el oeste, una rueda idéntica avanzaba en sentido contrario. Las ondas de luz se extendían desde la superficie hasta las profundidades marinas.» El comandante Pringle piensa que los rayos procedían de una sola rueda, y que el desdoblamiento era una simple ilusión. Estima que los objetos tenían cuarenta metros de ancho, estaban espaciados por unos ciento cincuenta metros y se desplazaban a ochenta kilómetros por hora, durante treinta y cinco minutos, a las nueve horas cuarenta minutos de la noche. Después de su paso, el buque atravesó amplias capas de una sustancia flotante que se parecía a «bancos de freza oleosa».

En la página 48 del mismo número de Nature, E. L. Moss dijo que en abril de 1875 vio sobre el buque Bulldog, a algunos kilómetros al norte de Veracruz, una serie parecida de líneas luminosas. Si habla del Veracruz de Méjico, es nuestro único caso situado en aguas de la costa oriental.

El Nautical Meteorológical Annual (16), publicado por el Instituto Meteorológico danés, señala un «singular fenómeno observado por el capitán Gabe, del vapor danés Bintang. A las tres de la madrugada, el 10 de junio de 1909, en pleno estrecho de Malaca, el capitán Gabe vio una rueda luminosa girar sobre su eje a ras del océano. El centro estaba próximo al horizonte, no se podía ver más que la mitad, y fue visible durante quince minutos. Los movimientos de esta rueda no eran sincrónicos con los de la nave.

El Instituto danés cita otro caso: el capitán Breyer, del vapor holandés Valentijn. vio, a medianoche, el 12 de agosto de 1910, al sur del mar de la China, una rotación de relámpagos. «Se hubiera dicho una rueda horizontal, girando rápidamente por encima del agua.» «El fenómeno fue observado por el capitán, el primer y segundo y oficiales, y el primer oficial de máquinas, y produjo en todos ellos un profundo sentimiento de malestar.»
Recomiendo a los escépticos que mediten en la localización, con apenas una sola excepción, de este fenómeno: en el océano Indico y sus aguas adyacentes, golfo Pérsico por un lado, mar de la China por el otro. Aunque sea intermediarista, encuentro irresistible la atracción de una tentativa de acceso positivista hacia lo Completo.

En la reunión de la Asociación británica (17), en 1848, sir W. S. Harris leyó el informe de una nave en dirección a la cual «habían remolinado dos ruedas de fuego, que la tripulación comparó con dos ruedas de molino de llamas». En el momento en que se aproximaron, se oyó un horrible chasquido: los masteleros fueron pulverizados. Se dijo que se produjo un fuerte olor de azufre.-

(1) Carta en Knowfedge, 28 de diciembre de 1883.
(2) (En inglés, “fore brace” significa -.brazo de verga delantero».)
(3) Science, 5-242.
(4) L'Astronomía, 1887-76.
(5) Nature. 37-187.
(6) fhunder and Lightuing, P. 68.
(7 a) Meteorological iournal, 6-443. 12 de noviembre de 1887.
(7 b) Repon of the British Assoc., 1861-30.
(8) (Report of the British Association, 1860-82.)
(9) (Rept. Brit. Assoc., 1860-77.) Otros datos de ruedas luminosas son citados en: Neture, 22-617, London Times, 15 de octubre de 1559, Nature, 21-225, Monthly Weather Review, 1883-264.
(10) L'Astronomie, 1894-157.
(11) Journal of the Poyal Meteorological Society, 28-29.
(12) Nature, 21-410: Una carta al Englishman, de Calcuta, fechada el 21 de enero de 1880.
(13) Jour. Roy. Met. Soc., 32-280.
(14) low. Roy. Met. Soc., 33-294.
(15) Nature, 20-291.
(16) Scientific American, 106-5).
(17) Atneneum, 1848-833.



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