El nombre Apolo podría haber sido derivado del término compuesto prehelénico Apo-ollon, probablemente relacionado con el verbo arcaico Apo-ell-, que significa literalmente ‘el que despeja a codazos’, es decir, ‘el que disipa o despeja’. De hecho, parece haber personificado el poder de la disipación y la prevención del mal, lo que tendría relación con su asociación con el poder de disipar la oscuridad del sol matutino y con el poder la razón y la profecía para despejar la duda y la ignorancia. Además, el aspecto disipador de Apolo le asociaba con:
Las murallas y las puertas de las ciudades como baluartes contra los invasores.
Los desambarcos y las expatriaciones a las colonias, que servían para alejar a las personas.
La curación, que disipaba las enfermedades.
El pastor cuidando sus rebaños, que alejaba a las plagas y a los depredadores.
La música y las artes, que disipaban la discordia y la barbarie.
Los jóvenes entrenados y preparados, con la importantísima capacidad para alejar intrusos y ejércitos invasores.
La capacidad de predecir el futuro.
Una explicación dada por Plutarco en Moralia es que Apolo significaba ‘unidad’, dado que pollon significa ‘muchos’ y el prefijo a- es un negativo. Así, Apolo podría leerse en el sentido de ‘privado de la multitud’. Apolo era asociado consecuentemente con la mónada.