Estos son colombianos.
El Mohán Hay varias versiones de este espanto acuático, patrimonio de la tradición oral de la provincia de Tolima.
-En Ambalemaes un hombre pequeño, musculoso, de barba y cabello rojizos, ágil vivaracho, y tan sociable que muchas veces salía a mercar en compañia de los demás, porque de esta manera se daba cuenta de todo y podía actuar con más efectividad. Se le reconocía porque en sus compras nunca incluía sal. Cuando atacaba era un espíritu invisible al que se le escuchaban risas y cantos;otros afirman que puede transformarse a su antojo y así toma la forma de cualquier pescador conocido. Esto daba lugar a muchas confusiones.
-En Coyaima el Mohán era negro, tanto su piel como su espesa pelambre; de temperamento huraño, huidizo y desconfiado; poco mujeriego pero más feroz. Tenía muchos encantamientos y guacas al rededor, tesoros que él hacía inconquistables. Su mirada era maléfica y sus persecuciones funestas.
-En Chenche es un hombre de mediana edad, alto de nariz aguileña, ojos negros, largos cabellos con los que cubría su desnudez; sus manos eran finas, de largos dedos y afiladas uñas; boca grande, bien formada y dentadura de oro. Tenía muchas alajas en los dedos. Habitaba en un palacio de oro en las profundidades de los remolinos en los que se oía una música monótona e hipnótica; se dice que su morada no tenía asiento.
El Cazador Es un espíritu maligno, alma de algien que sólo se dedicaba a cazar. Los que toman esta afición por vicio escuchan el lúgubre ladrar de su perro. Todo enmudece, las mulas se sueltan, y se escuchan los disparos a lo lejos. La víctima enloquece o muere.
El Tunjo Es un espíritu que se presenta como un bebé llorando en la vera de un camino abanonado o la orilla de un río no muy visitado, y busca alguien que lo cuide, y a cambio lo volverá rico. Si la persona va a caballo y pasa de largo el niño lo alcanza y se monta en en la grupa, y dado el susto no se podrá librar de él si no es corriendo desesperadamente. Otros se bajan de la bestia y lo recogen; pero el bebé les habla claramente: -Papá, mire, ya tengo ñentes-. Abre la boca y se le escapa una llamarada, produciendo, obviamente, un susto terrible, y la persona huye despavorida. Pero si alguien ya conoce el truco, lo recoge y antes de dejarlo hablar se moja el pulgar y lo santigua; entonces el niño se convertirá en un muñeco de oro que , si se guarda bien, traerá riqueza.
La Candileja
Era una señora demasiado indulgente con sus dos nietos, quienes hacían toda clase de travesuras. Su alcahuetería llegó a tal extremo, que un día permitió que la ensillaran y la montaran como a una bestia, y los muchachos cabalgaron hasta matarla. Muerta la señora, en el juicio, se le reprochó la falta de severidad con sus nietos, y fue condenada a vagar como un espíritu. A los viajeros de a caballo los sigue y se les monta en la grupa para arañarlos y privarlos del sentido. Persigue a los borrachos y a los malos padres, y la única forma de ahuyentarla es insultándola o maldiciéndola, porque si se le reza más se aproxima. Se manifiesta en forma de un chisporroteo rojizo en lugares solitarios; a veces aparecen junto a ella otras dos luces.
El Guango. Era un hombre huraño y avaro que jamás colaboró a nadie, que jamás quiso colaborar con el transporte de un muerto para darle sepultura, alegando que él no era carguero de nadie y que cuando él muriera bien podían dejarlo tirado en cualquier lugar. Una vez muerto los vecinos olvidaron viejos rencores y recolectaron dinero para enterrarlo; construyeron un “guango” (andas) y trataron de levantar al hombre, pero estaba tan pesado, que se necesitaron muchos hombres para levantarlo y transportarlo. Para llegar al pueblo tenían que cruzar un río por un puente de madera, y aquí el peso se hizo insoportable y tuvieron que aflorar; el guango cayó, rompió el puente y cayó para perderse en las aguas turbulentas. Desde entonces ronda esta alma con el nombre de Guango por lo caminos suburbanos que van al cementerio a altas horas de la noche, en la forma de un muerto transportado por cuatro hombres, alumbrado por cuatro cirios y seguido de una larga y lúgubre procesión; en su lento avance va chirriando con un horrible ”chi-qui-chi-qui”. La víctima se queda paralizada viendo como el espanto se le acerca para decirle con ronco acento: -¡Meta el hombro compañero!-. Siente luego en el hombro un peso abrumador y queda como idiotizado por algún tiempo.
El silbador Es un pájaro de mal agüero, compañero de brujas, que canta ante los que pasarán –o pasan sin saberlo- por una tragedia. Da tres silbidos lúgubres y prolongados.
El Tres Pies
Si el silbador es temido, este produce pánico entre los campesinos. Es un pájaro que maldice con la mirada, tiene una larga pluma en su estómago que parece ser otro pie; cuando su canto se oye cercano es porque está lejos y la persona no debe temer su ataque, pero si éste se oye muy tenue es porque en ese momento puede estar mirando a la víctima. La gente cree que en su silbido el ave dice “tres pies – tres pies”, y quien lo imita lo atrae.
La Tunda o Pata de Molinillo
Es un espíritu maligno condenado por mala madre, que dejó a su único hijo abandonado en los caminos para que lo devorasen los tigres. Baja a los ranchos de los jornaleros y atonta algún niño al que conduce hasta su madriguera con sus flatulencias. Antes de asesinarlo, siente amor por él mientras en torno suyo flota un humo que desazona, y la víctima irá muriendo al pasar de los días, muy lentamente; en estos tiempos, la montaña se debatirá entre rayos. Si se logra rescatar al hijo, para lo cual es necesaria una gran y ruidosa comitiva, ya éste no será el mismo de antes: tendrá problemas mentales.