por HILDA. » Dom Sep 14, 2003 7:55 pm
Ello nos impele a considerar el análisis físico del origen:
Es Demócrito en nuestro mundo occidental el primero en exponer la teoría de los átomos; este filósofo griego de hace 25 siglos explica que no existe sino diferencia aparente en todo, pero que la base de la composición es la misma. Este jnana–yoghi de hace 2.500 años fue a menudo mal interpretado; más tarde es Lucrecio el que divulga el atomismo, por decirlo así (con un poema “sobre la Naturaleza de las cosas”). El tema quedó así por mucho tiempo hasta que en 1661 Robert Boyle llamó la atención sobre la importancia de una perfecta comprensión de las leyes de la naturaleza; sin embargo, es Isaac Newton quien con su descubrimiento de la ley universal de la gravitación permitió nuevas investigaciones. (En su libro sobre óptica afirma: “¿Acaso las pequeñas partículas del cuerpo no tienen un poder, unas virtudes, unas fuerzas, con las cuales puede ser ejecutada una acción a distancia? ¿Acaso no es una acción de la una a la otra la que produce una gran parte del fenómeno de la Naturaleza? La atracción de la gravedad, el magnetismo, la electricidad, se producen a grandes distancias, pero pueden existir otras que no tengan efecto sino a pequeñas distancias y por consiguiente escapan por ahora a la observación”).
El Dr. Duncan Mac Dougall declara que el ser humano pierde de 14 a 26 gramos en el momento de la muerte. Sabemos, por otra parte, que ocurre otra pérdida de 17 centésimos de miligramo después de una hora y media de que el cadáver haya sido pesado caliente; es el fluido vital (el alma que se escapa) que se evapora esta vez por una razón bien diferente que en la primera pérdida. Nada tiene de sorprendente que sólo muy difícilmente se perciban estas emanaciones, pues hay ciertos cuerpos que al mezclarse pierden densidad y no es necesario para observarlo recurrir a experiencias ocultas. Apliquemos, por ejemplo, 500 c. c. de agua a 500 c. c. de alcohol; esta mezcla debería dar normalmente 1.000 c. c. pero no es así, sino que nos da ¡solamente 934 c. c.! Esta mezcla de volúmenes iguales que no da el producto esperado, se debe a que estos líquidos están constituidos por partículas y las partículas de uno se introducen en las partículas del otro. Según una célebre teoría, se sabe que el mundo entero está hecho de ¡átomos rodeados de espacio vacío! (Ver la tabla periódica de los elementos).
Es posible aún crear teóricamente ocho elementos más. Esta posibilidad de predecir el descubrimiento de nuevos elementos, incluso conociendo sus propiedades, no implica un método muy especial; se sabe que, (1834-1907), Dimitri Mendeléiev [3] predijo las características de algunos elementos todavía desconocidos en su época, particularmente cuando proporcionó en 1871 el peso, el volumen, la densidad y el punto de ebullición del elemento 32, que era entonces desconocido y también determinó que dicho elemento sería una sustancia no afectada por los ácidos o los álcalis.
Cuando fue descubierto el germanio (elemento 32), únicamente quince años después, fue comprobada la exactitud de la “predicción”, la cual pudo producirse gracias a la serialización de los elementos producidos. Existen solamente dos elementos (en estrecha relación) que forman excepción: esta “anomalía” sobreviene con las tierras–raras (elementos del 57 al 71) y con los elementos transuránicos (del 93 al 96).
El profano difícilmente puede representarse el átomo y sólo podría ilustrársele con la comparación de nuestro sistema sola en miniatura. En efecto, alrededor de un núcleo positivo (compuesto de uno o más protones) gravitan los electrones negativos que son una exacta representación del Sol con sus planetas y, así como la Tierra gira sobre su eje de rotación, también los electrones giran sobre sí mismos balanceándose. El átomo está compuesto de protones (granos de electricidad positiva) y electrones (granos negativos). El diámetro del protón equivale aproximadamente a la dos milésima parte del átomo.
El positrón es la masa positiva aislada del protón (igual a la masa negativa del electrón).
El neutrón constituye la masa neutra aislada del protón (igual a la masa del protón).
No existe más que un solo tipo de protón o de electrón, pero en cambio existen 92 tipos de átomos y es simplemente según la disposición de los protones y de los electrones que los átomos se diferencian y forman las moléculas. Para fijar en la mente la noción de las dimensiones moleculares, habría que recurrir a un pequeño análisis de observación que permitiera a los 29 billones de billones de moléculas de hidrógeno contenidas en 1 cm3 formar alineadas 100 veces la vuelta a la Tierra, o sea 4 millones de kilómetros o 10 veces la distancia de la Tierra a la Luna. Las moléculas son neutras, están en movimiento perpetuo y son las que componen los cuerpos (sólidos, líquidos y gaseosos); por ejemplo, un centímetro cúbico de cualquier gas a cero grados de presión normal contiene 29 billones de billones de moléculas.
La radioactividad ha demostrado que los cuerpos se transforman al mismo tiempo que se desintegran; por transformaciones sucesivas se llegaría al átomo último (el Eterón) y este puntículo de Eter facilita además el análisis según el cual la materia desaparece y aun llegaríamos al experimento en el que algunos átomos que permanecen al vacío en el tubo de Crooks dan origen a tres clases de rayos que son conocidos con el nombre de alpha, beta y gamma. En seguida están los rayos ultragamma que provienen de más allá de la Vía Láctea (generalmente se ha creído que vienen solamente del Sol) y, para qué prolongar más el estudio si tendremos forzosamente, de un momento a otro, que decidirnos a reconocer una primera Vibración y bautizarla con el nombre que se quiera, si ello es para escapar al término DIOS...
En todo caso, este Principio–Vida no puede ser desmentido, todo empieza por ahí y ese origen común de todas las cosas en este mundo establece bien la Justicia perfecta que nos hace parte de un Gran Todo del cual debemos realizar la Idéntica Esencia, tanto en lo inherente a los principios orgánicos como en los inorgánicos, y tal Identificación constituye el YUG.
Textos tomados de su libro: “Yug Yoga Yoghismo”, páginas 168-183 Edición Diana, Méx.
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Cuando la espiritualidad sea cientifica,
la ciencia será espiritual.
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