Antes de nada, recordar que abundan los arqueólogos que buscan la mítica Atlántida en cualquier rincón del mundo, pero últimamente parece ser que han fijado su mirada en la zona comprendida entre el sur de la península ibérica, el norte de África y las regiones poco profundas del Atlántico oriental.
Por otro lado están todos los mitos y leyendas, que hablan de la tierra de los antepasados, un lugar sagrado que se encuentra en el oeste, frecuentemente relacionado con el inframundo, o mundo inferior, como dice Sitchin. (Las mitologías celta, escandinava, greco-romana, egipcia y sumeria son bastante claras en ese punto).
Sitchin, haciendo eso que tanto le gusta de sacar sus conclusiones, y a posteriori buscar pruebas que le apoyen, decidió que el mundo inferior debía ser la costa este de África meridional, y pasó de largo otra hipótesis mucho más fiable: Tartessoss. Tartessoss es cuna de una de las primeras culturas de la historia, que desapareció sin dejar rastro pese a que era admirada y respetada por sus vecinos, de la que se conservan numerosos tesoros de oro, plata y otros metales nobles, relacionada a menudo con la Atlántida, y situada en una zona que Herodoto (creo) describió como la zona más rica en metales preciosos del mundo entero.
Pues bien, con estos antecedentes, ¿Qué les parece el siguiente artículo?
Luisa Alba, en mundomisterioso.com, escribió:Las enigmáticas esculturas atlántes
Un conjunto de setenta esculturas, representaciones de hombres, homínidos y humanoides, con un antigüedad de mas de 11000 años fueron encontradas en Huelva en el área minera de Ríotinto. Este hallazgo no solo pone de manifiesto que el hombre actual y los homínidos pudieron convivir en el mismo tiempo y lugar ,contradiciendo con ello la teoría de la evolución, sino también abre las puertas a la hipótesis extraterrestre. Este descubrimiento extraordinario es considerado por algunos investigadores como evidencias arqueológicas de la mítica Atlántida
En 1974, en la zona conocida como “Llano de los Tesoros” del área minera de Riotinto (Huelva) cuando se estaban realizando obras de desmonte para descubrir la roca madre del mineral aurífero, en un terreno en donde abundan las cuevas y galerías subterráneas, la máquinas excavadoras horadaron la cubierta de una cueva sellada extrayendo con su pala huesos, cerámicas y esculturas. La empresa constructora ordenó inmediatamente que fueran arrojados a los escombros ante el temor de que pudiese intervir la administración y ordenase la paralización de las obras.
Tres empleados de la contrata que se hallaban trabajando en el lugar con su maquinaria recogieron las esculturas y posteriormente las trasladaron en camiones, cubiertas de arena, a una finca de Córdoba en donde han permanecido ocultas hasta que pudo hacerse cargo de ellas el geólogo Esteban M. Triguero y llevadas a Torrecampo (Córdoba) para ser estudiadas.
Este hallazgo arqueológico puede significar uno de los mayores revulsivos tanto para la ciencia como para la historia. Las setenta esculturas recuperadas de las más de doscientas que fueron extraídas de la cueva, representan la diversidad racial del planeta; pero además, entre ellas se encuentran unas esculturas paleoantropoides y otras más extrañas aún ya que son auténticas reproducciones de las conocidas figuras de alienígenas de rostro triangular, boca menuda y ojos oblicuos. Lo extraordinario de este conjunto escultórico es que fue realizado hace más de 11.000 años. La pregunta que surge ante este descubrimiento es inevitable: ¿cómo pudieron ser representados juntos estos personajes, por un escultor de hace más de 11000 años?
Demostrada su autenticidad por las Universidades de Córdoba y Granada, la hipótesis salta a la palestra: los personajes representados en las esculturas del Llano de los Tesoros vivieron en un periodo y lugar que la leyenda histórica hace corresponder con la Atlántida; en consecuencia, podemos encontrarnos ante un testimonio tangible de quienes fueron sus protagonistas, los habitantes de la Atlántida. Pero de aceptarse esta hipótesis, tendríamos que admitir que en la mítica Atlántida convivieron los hombres inteligentes, los homínidos y, posiblemente, alienígenas o cuando menos tenían ya noticias directas de ellos, de lo contrario no podrían haber sido representados escultoricamente.
Este supuesto hace saltar los resortes -bien anclados hasta ahora- de la teoría de la evolución de Darwin la cual hace imposible el que hombre y homínido hubiesen podido convivir en fechas tan recientes; tanto es así que entre el hombre actual y el Australopithecus hay una distancia de más de cuatro millones de años. Los únicos que protagonizaron un periodo de corta convivencia -según la ortodoxia científica- fueron el Homo sapiens y el hombre de Neanderthal, hace aproximadamente 35.000 años.
Pero la evidencia nos muestra parámetros bien distintos al observar estas escultoras, ya que el escultor que realizó esta obra, dado el realismo con el que están hechas las figuras, o bien los tuvo delante, posando para él o bien tuvo unas referencias muy precisas sobre nuestros supuestos antecesores, cosa improbable ya que hasta el pasado siglo XIX no se conocían. Por tanto, estas esculturas suponen una contradicción científica si intentamos explicarnos como pudieron ser realizadas en la fecha admitida para su procedencia. Pero aún se abren otras incógnitas de dimensiones mas trascendentales: ¿por qué quisieron ser inmortalizados? ¿pretendieron transmitirnos algún mensaje por medio de esta representación poblacional?
Las misteriosas escultura pretartésicas
No cabe duda de que estamos ante uno de los hallazgos arqueológicos mas enigmáticos y quizás mas importantes para la historia de la humanidad, pues bien pudiera ocurrir que estas esculturas sean testigos silenciosos de un pasado bien diferente al que hemos construidos intelectualmente para la especie humana.
El historiador y arqueólogo Rafael Gomez Muñoz comenta: “El hecho de que este grupo de esculturas apareciesen en una explotación minera, de oro, cobre y plata, conocida desde los primeros tiempos de la antigüedad, me hace suponer que estos personajes representados debieran estar relacionados con el entorno minero y me lleva a preguntarme si los homínidos sirvieron como mano de obra, dada su inferioridad intelectual. Pero de ser así, si estos homínidos fueron trabajadores de las minas, me cuestiono el motivo por el que fueron enterrados junto a los señores e inmortalizados del mismo modo, ya que fueron extraídos de la misma necrópolis.” Desde luego si los homínidos trabajaron para el sapiens y fueron enterrados juntos y con los mismos honores nos encontramos posiblemente ante un pueblo que carecía de desigualdades sociales desde el contexto en el que hoy las entendemos; una sociedad que respondería con su comportamiento al lema: “dar a cada uno según su capacidad y según su necesidad, sin desigualdades” ya que los homínidos realizaron el duro trabajo de las minas por su inferioridad intelectual pero tendrían el mismo rango social y beneficios que los señores ya que fueron enterrados con la misma dignidad.
Los primeros estudios geológicos realizados a estas esculturas las sitúan en una época pretartesica En la Edad de los metales surgió el primer estado de cuya existencia histórica se tiene noticia cierta y que la leyenda relaciona con la Atlántida, el estado de Tartessos, en el sudeste peninsular. Pero los historiadores convencionales sitúan al reino de Tartessos en época posterior (III a. C.) al estimado para las esculturas de Torrecampo, (más de 11.000 años) con lo que estas esculturas quedan catalogadas dentro de un periodo pretartesico. Sin embargo, para los historiadores más progresistas Tartessos fue una civilización que se desarrolló en épocas muy anteriores a las establecidas oficialmente para esta cultura, por lo que ven en ella un testimonio arqueológico atlánte, ya que consideran la posibilidad de que el reino de Tartessos que ha conocido la Historia fuese la reminiscencia de una antiguo reino de magnas dimensiones y antigüedad, la mítica Atlántida. De lo que se deduce que estas esculturas cuya realización se produjo hace mas de 11.000 años pueden ser una manifestación artística y religiosa de la civilización atlante.
Las esculturas debieron estar sustentadas sobre una base cuadrada y apoyadas sobre una pared o columna, tal y como parece indicar la parte posterior de los bustos que es bastante lisa. Junto a ellas se encontraron también escultoras de leones y linces. El realismo con el que fueron hechas evidencian que los personajes posaron ante el escultor.Las cabezas presentan una pátina compuesta de sulfatos y complejos minerales procedentes de las aguas residuales de la actividad minera datos que confirman la procedencia de estas del área minera de Riotinto.
Humanos, homínidos y humanoides en una necrópolis de hace más de 11.000 años
Las esculturas concentradas hoy en Torrecampo ( Córdoba ) en la Casa-Museo Posada del Moro podrían haber querido ser una fiel representación de las razas humanas existentes en aquella época: europeoides, negroides, mongoloides y amerindia; una especie de ONU de nuestros antepasados, pero además, esta muestra incluye un número variado y extenso de representaciones de homínidos: varios tipos de Australopithecus y Neanderthales, algo así como una manifestación documental de dos especies surgidas de troncos diferentes que fueron coetáneos con lo que el sapiens no descendería de los de ellos sino que convivieron y que lo hicieron en condiciones de igualdad, a pesar de las obvias desigualdades fisiológicas.
Con independencia de la intención con la que fueron realizadas estas esculturas, lo cierto es que nos da una referencia sobre nuestros orígenes a la que se añade un elemento innovador: la participación extraterrestre en la creación del hombre.; esto es lo que sugiere la presencia dentro del grupo de esculturas de cabezas de humanoides. También podría sugerir que estos humanoides mantuvieron un estrecho contacto con los habitantes de la zona ya que son representados como formando parte de la colectividad, hasta el punto de haber sido enterrados juntos.
Todas estas figuras estaban dentro de un contexto de necrópolis y según el arqueólogo e historiador R. Gomez Muñoz : “Resulta demoledor para un arqueólogo e historiador convencional observar esta muestra ya que parece indicarnos que los homínidos convivieron con el hombre moderno, lo que rompe de lleno la teoría de la evolución de Darwin.” Poe su parte el antropólogo G. Diez añade: "Nos encontramos ante las innegables primeras representaciones escultóricas de una especie intermedia entre el mono y el hombre moderno; es decir, ante individuos con caracteres simiescos que sin lugar a duda son del tipo hominoideo paleoantropo".
Efectivamente allí están representados diversos tipos de Australopithecus que debieron haberse extinguido hace un millón y medio de años ; también lo está el sapiens arcaico que supuestamente hizo lo mismo hace 300.000 años y el Neanderthal, cuyo último asentamiento conocido fue en Zamarrya (Málaga) hace 30.000 según las afirmaciones y valoraciones de la ciencia convencional.
La ciencia admite, ante los últimos hallazgos, que en algunos casos hubo convivencia entre algunos de estos grupos, como ocurrió con el Homo sapiens y el Neanderthal, pero se ha demostrado que sin embargo no hubo cruzamiento- lo cual prueba que pertenecían a especies distintas- según avala el estudio de ADN realizado a sus fósiles. Se sabe que el Homo Erectus de Java, por el contrario de lo que se pensaba, coincidió también con el sapiens hasta hace 20.000 años así lo confirma los análisis efectuados por Carl Swisher y G. Curtis del Centro de Geocronología de Berkeley (EE.UU ).Sin embargo, no han existido hasta ahora evidencias de que pudieran haber convivido todos los diferentes tipos de homínidos con el hombre moderno, por lo que el conjunto escultórico de Torrecampo supone el hallazgo mas insólito que la biología y la Antropología pudieran haber imaginado.
Análisis recientes de ADN efectuados por el departamento de Biología Molecular de Yale y Stanford revelan que el sapiens ha derivado de un tronco genético distinto del de los homínidos, que entre uno y otro grupo existe una barrera biológica que demuestra que son especies diferentes. Según esto, habrían existido dos troncos familiares: de una parte el de los homínidos (Procónsul, ardipithecus, los Australopithecus afarensis, africanus y robustus; Homo erectus, habilis y Neardenthal) y de otra parte el de los sapiens (Sapiens arcaico, Cromañon y Homo sapiens sapiens). Del primer tronco derivarían los simios Estos resultados avalan la tesis que algunos biólogos plantean: que la humanidad no deriva del mono sino que deriva de otro tronco y cuyo rastro mas inmediato lo encontramos en la Eva mitocondrial, una sapiens que habitó ÁAfrica hace 100.000 años y cuyo ADN revela que de ella descendemos la especie humana inteligente.
Esta Eva sería el primer antecesor del hombre actual, la primera sapiens. A partir de ahí surgirían el hombre de Cromañon y el Homo Sapiens sapiens actual. No de otra forma podría explicarse la convivencia de los individuos, hombres y homínidos representados en el conjunto escultórico de Torrecampo Wallace, alumno de Darwin y descubridor junto a él de la teoría de la evolución de las especies afirmaba que el evolucionismo era aplicable a toda especie menos al hombre ya que: "algún poder inteligente ha guiado o determinado el desarrollo evolutivo del hombre porque este es verdaderamente una excepción para el metódico sistema de las leyes biológicas."
El descubrimiento de este conjunto escultórico supone una prueba arqueológica de la convivencia entre homínidos y hombres y de valorarse correctamente se salvarían los vacios existentes en la teoría de la evolución de las especies. Pero que duda cabe que lo mas inquietante que nos ofrece este conjunto escultórico son las representaciones de los supuestos extraterrestres. ¿Cómo explicar las esculturas de humanoides? Autores como Zecharia Sitchin o Alan Alford tendrían las respuestas.
Zecharia Stchin (autor de El duodécimo planeta) propone que la creación del hombre fue llevada a efecto por los nefilim o dioses extraterrestres que llegaron al planeta Tierra hace unos 400.000 años y crearon trabajadores para las minas, la raza humana. Esta creación se realizó a partir de diferentes combinaciones de ADN de los visitantes extraterrestres. El premio Nobel Francis Crick (descubridor junto con Watson del mecanismo básico del ADN) en su obra La vida misma sostiene que debió existir una panspermia dirigida inteligentemente en la creación. Estos microorganismos habrían sido enviados y controlados por una civilización extraterrestre, con lo que la vida en todas sus manifestaciones hubiera sido una creación manipulada por extraterrestres.
El hecho de encontrarse cabezas humanoides dentro del conjunto escultorico del Llano de los Tesoros podría certificar la hipótesis de Crick y la especulación de Sitchin. ¿Cómo sería posible, de lo contrario, esta concurrencia de personajes hace mas de 11.000 años ? Son tan alarmantes las preguntas y respuestas que pueden ser suscitadas ante estas esculturas, que han sido relegadas en un pequeño museo de un recóndito pueblo de Andalucía sin que hayan saltado por su espectacularidad a la opinión pública y científica ya que esto exigiría un pronunciamiento de la ciencia y la historia ortodoxa poco acorde con los postulados que hoy sustentan
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