EGIPCIOS EN AUSTRALIA
La imagen más extendida de la navegación de los antiguos egipcios se ha asociado siempre a sus viajes a través del Río Nilo, sin embargo existen gran cantidad de indicios que señalan inequívocamente su presencia sobre los mares. En pinturas murales de más de 3.000 años de antigüedad, aparecen escenas de marineros que desde sus embarcaciones comprueban las profundidades del mar próximas a la costa con una pesa atada a una larga cuerda. En la Piedra de Palermo aparecen datos de tiempos del Faraón Snefru (IV Dinastía), en los que se narra una expedición comercial de cuarenta barcos a la ciudad de Biblos en tierras de Canaán para cargar madera de cedro, un material muy apreciado por los antiguos egipcios, así como de la construcción de un barco de 52 metros de longitud.
A la izquierda, modelo de barco egipcio utilizado por Ramsés III en una batalla contra los filisteos en el año 1.200 a. C. A la derecha reproducción pictórica de un barco egipcio de altura procedente del templo mortuorio del Faraón Sahure.
LAS GRANDES EXPEDICIONES MARITIMAS
Existe una leyenda que incluso llegó a ser recogida por el historiador griego Heródoto, en la que se relata que, durante el reinado de Necao II (616 a. C.) se emprendió una expedición por mandato del propio faraón, y en la que se empleó a los más expertos marineros de aquellos tiempos, los fenicios. Durante un periodo de dos años, una flota fenicia armada por Necao II realizó un viaje de más de 20.000 kilómetros alrededor del continente africano.
Los griegos recogieron también historias de otros de los mejores navegantes del mundo antiguo junto a los fenicios, los cartagineses. El caudillo cartaginés Hannon recorrió en numerosas ocasiones la costa occidental africana, fundando diferentes colonias como, Karikon, Teichos, Gytte, Akra, Thymiaterión, etc. En una de las ocasiones organizó una expedición desde Cartago en la que participaron unos 60 barcos y en la que a lo largo de su recorrido se llegaron a fundar siete colonias. No se sabe con exactitud hasta donde llegaron en su aventura, pero las descripciones nos hablan de una montaña muy alta que arrojaba fuego y que denominaron "el trono de los dioses", que ha hecho sospechar a los expertos que la expedición Hannon llegó a alcanzar el Camerún
En el año 330 a. C., Piteas organizó una expedición rumbo al Círculo Ártico, surcando el Mar Báltico a través de los peligrosos témpanos flotantes de hielo. En la narración de sus aventuras aparecen aspectos que confirman completamente la veracidad de esta expedición, como la descripción con todo rigor de las interminables noches polares, un fenómeno desconocido en el mundo mediterráneo.
Egipto fue en su momento toda una potencia política, económica y militar, y dispuso de todo tipo de recursos, bien propios o de pueblos satélites como los fenicios, cartagineses o griegos para realizar grandes expediciones a distintos puntos geográficos del planeta. Pero, ¿hasta dónde llegaron sus límites?
AUSTRALIA DESTINO FINAL
Una de las obras maestras de la literatura egipcia que ha llegado hasta nosotros es la conocida como "Relato del náufrago". En ella aparecen las aventuras de un desafortunado marinero que naufragó cuando se dirigía en su barco a recoger minerales de territorio nubio. El barco lo formaba una tripulación de 120 marineros y sus medidas eran 60 metros de eslora por 20 de manga. Sucumbió en medio de una fuerte tempestad y ante el empuje de olas de 4 metros de altura.
Algo parecido tuvo que suceder en la narración que nos hace un conjunto de jeroglíficos ubicado en un lugar un tanto extraño y alejado de las correrías de los antiguos egipcios. Nos referimos a Australia, y más exactamente al Parque Nacional del Valle del Cazador, al norte de Sidney. Sobre las rocas de un monte aparecen más de 250 jeroglíficos egipcios, entre los que destaca en un cartucho el nombre de Djedf-Ra (Diodefre), hijo de Keops y nieto de Snefru, lo que sitúa este hecho histórico dentro del Antiguo Imperio y más exactamente durante la IV Dinastía. En estos jeroglíficos se narra la aventura de una expedición al mando de Djes-Djes-Eb, un noble egipcio que junto a su tripulación naufraga en tierras extrañas, y en las que después de pasar muchas calamidades fallece por la mordedura de una serpiente venenosa.
A la izquierda la conocida como "Piedra de Tjuringa", localizada en Australia Occidental, un símbolo clásico del arte egipcio durante el reinado de Akenatón, donde los rayos solares eran siempre representados con "pequeñas manos" que tocaban a la humanidad. A la derecha la familia de Akenatón es envuelta por los rayos de Atón (el Sol). Observense las pequeñas manos al final de los rayos del Sol en ambas representaciones.
Parece que nuestros amigos los Egipcios andaban por todos lados navegando y no solamente en el Nilo.
Saludos