RAMSES EL GRANDE

Legado de antiguas civilizaciones, lugares misteriosos, grandes personajes y eventos de la historia, etc.

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RAMSES EL GRANDE

Notapor Venus Imperial » Lun Jul 16, 2007 7:58 pm

Revista Conozca Mas nro 75, por Rick Gore
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RAMSES EL GRANDE

En el año 1279 a.C. la esfinge, ese gran monumento, mitad animal, mitad
hombre, que yace cerca de la antigua capital egipcia de Menfis, ya tenía más de mil años de edad. Un joven guerrero deambula a grandes pasos entre sus garras. Ataviado con vestimentas reales, una peluca ceremonial oculta su cabeza rapada. Ha fallecido su padre, el faraón Seti 1. El guerrero no es solamente el nuevo faraón, sino también un dios: descendiente de la misma esfinge con cuerpo de león.
Desde su altar privado entre las garras de la esfinge, el faraón examina el gran rostro de piedra. Las arenas, traídas y llevadas por los vientos, hicieron con el tiempo su trabajo, erosionando los rasgos alguna vez marcados. La base de la estatua, hecha de piedra caliza, se erosiona cada vez más rápidamente. El faraón está perturbado por el daño causado. La esfinge, que él conoce como Hor-em-akhet, personifica al dios primitivo del Sol, Ra, y a Horus, el dios de la realeza. Es Hor-em-akhet quien otorga a los reyes la autoridad para gobernar. Y este rey no permitirá que esa autoridad se desgaste junto con el monumento.
Mandará a los obreros a reforzar la base con piedras. Indicará que se utilicen las recién cortadas y no las saqueadas, como era la costumbre entonces, de un monumento de algún faraón anterior. Sobre una colosal estatua que, según los eruditos, estaba situada entre las garras, ordena a los trabajadores que tallen el nombre de su trono, User-maat-re: Fuerte en verdad es Ra. Y, además de esa inscripción, les manda grabar su propio nombre: Ramsés el Grande.
Reinará más de 60 años, será el padre de por lo menos 80 hijos, traerá la prosperidad y la paz a su imperio, edificará más estructuras colosales y hará grabar su nombre en más superficies de piedra que cualquier otro faraón. También se lo vinculará con el éxodo de los hebreos.
Más de 32 siglos después, estoy parado sobre el andamiaje que rodea el rostro de la esfinge. Extiendo mi mano y toco esa cara que lentamente se deshace. La búsqueda de Ramsés se inicia en El Cairo, la capital de1 moderno Egipto. Esta atiborrada ciudad crece ahora a razón de un millón de personas por año. Está rodeada por suburbios; sus calles están atestadas de autobuses con humeantes caños de escape y automóviles con estridentes bocinas.
Me abro paso a través de este ruidoso mar hasta el Museo Egipcio. Deseo ver la momia de Ramsés. Está expuesta en una vitrina en el segundo piso, envuelta en oscuro terciopelo y cuidada por un soñoliento guardia. Miles de turistas pasan por día, sin saber que el Rey de Reyes descansa dentro de esta vitrina sin carteles. Una de las autoridades del museo me informa que necesito un permiso especial para ver a Ramsés y eso llevará tiempo. Sin embargo, ya sé algunas cosas sobre el cuerpo que se halla debajo del terciopelo. James Harris, de la Universidad de Michigan, dirigió un equipo que radiografió y examinó la momia antes de que fuera retirada de la exhibición pública. Describió así el aspecto físico de Ramsés: "Medía aprox¡madamente 1,73 m: fue uno de los faraones más altos. De mandíbula fuerte, tenía nariz aguileña y una cara alargada y delgada. Esto no era típico de los faraones anteriores. Probablemente se parecía más a los pueblos al este del Mediterráneo, lo que no debe causar sorpresa, ya que provinó del delta del Nilo, invadido en el pasado por diferentes pueblos del este, Ramsés II tenía alrededor de ocho años cuando su padre se convirtió en faraón. Es probable que Seti haya llenado la cabeza de su hijo con cuentos románticos de guerra. Puedo imaginarlo como, en persona, le mostraba a su hijo la manera de entrar en combate con un carro de guerra. Seti inculcó asimismo a su hijo sus dos grandes sueños: recuperar las tierras perdidas ante los hititas y construir colosales monumentos a su grandeza en él estilo de los grandes reyes de dinastías pasadas.
Seti comenzó a efectuar incursiones anuales en Siria para recuperar las tierras perdidas. Probablemente no permitió que su hijo lo acompañara a la batalla durante algunos años. Sin embargo, nombró a Ramsés comandante en jefe del ejército a los diez años. Cuando tenía aproximadamente 14 se le permitió al fogoso joven acompañar a su padre para combatir en Libia. Juntos juraron retomar la ciudad de Kadesh de los hititas, que se encuentra actualmente en Siria. Controlaba entonces las rutas comerciales de caravanas hacia el este. Seti y Ramsés retomaron la ciudad por un período corto, pero volvió a caer en manos de los hititas tan pronto como regresaron a Egipto.
Mientras tanto, Seti tenía otros planes para Ramsés: le había seleccionado un harén. El mensaje era claro: comenzar a procrear. Ramsés no perdió tiempo. Su principal esposa, la hermosa Nefertari, rápidamente le dio un hijo. Su segunda esposa favorita, la astuta lstnofret, pronto le dio otro. En el término de diez años, cada esposa dio a luz a por lo menos cinco hijos varones y a varias hijas. Sus otras esposas posiblemente hayan tenido otros cinco a diez hijos y el mismo número de hijas.
Durante este período, Ramsés pasó mucho tiempo supervisando los proyectos edilicios de su padre. Un siglo antes, se había iniciado una era de de construcciones colosales. Egipto había erigido un imperio. Sus vastos dominios requerían una gran burocracia y un enorme ejército. Ser un dios. En ningún otro lugar se le dio mayor énfasis a esté papel que en Tebas, la capital religiosa del país. Vuelo al sur de El Cairo y me enfrento a los imponentes templos de Karnak y Luxor, sagrados complejos en los que los faraones compitieron para eclipsar los monumentos de sus predecesores. Me siento tan pequeño, tan irremisiblemente mortal. Me pregunto cómo se sintió Seti cuando desembarcó por primera vez de la barcaza real como faraón en Karnak. Y el joven Ramsés. Cómo debe de haber levantado la vista ante los colosales pilares y las estatuas, sabiendo que él también se convertiría en un dios. El también seria el intermediario entre el mundo de los dioses y la sociedad humana. Su aliento mantendría separados el Cielo de la Tierra. Sus rituales harían nacer el sol y desbordar el río Nilo.
Cuando Seti falleció aproximadamente a los 50 años, Ramsés, aún en los 20, se convirtió en el rey. Uno de sus primeros deberes fue navegar nuevamente a Tebas en setiembre para participar del festival de Opet. En gran medida gracias al trabajo de Lanny Bell, de la Universidad de Chicago, sabemos ahora cuán importante era este festival para el antiguo Egipto. Era allí donde el faraón quizá desémpeñaba su función religiosa más importante. El festival de Opet se celebraba en aquella época del año en la que el dios Amón agonizando por el caos. De hecho Amón tenía una doble personalidad. El dios Amón residente en Karnak era un dios de los cielos. Su otro yo, Amón-Min, un dios fálico de la fertilidad, residía a más de 3 kilómetros en el templo de Luxor.
En Luxor, la estatua era escoltada dentro del templo, donde permanecía durante por lo menos dos semanas mientras era sometida a ceremonias secretas de renovación.
El faraón dirigía estos rituales, que simultáneamente renovaban su ka. Los ritos también reafirmaban la legitimidad del faraón como gobernante y mediador entre los dioses y la humanidad. De este modo, durante el primer año de su reinado, Ramsés salvó al mundo del caos en la primera de muchas, muchas ocasiones. Asimismo el nuevo faraón inició una gran orgía de construcción. Completó su propio templo en Abydos. Erigió una gran ciudad en el delta del Nilo, donde se hallaba su antiguo hogar, denominándolo Pi Ramsés, la Casa de Ramsés. Terminó la galería repleta de columnas en Karnak, encargó los imponentes templos en Abu Simbel, y edificó otros templos en prácticamente todas las ciudades egipcias importantes. En Abydos, el último sol del atardecer ilumina de lleno los bajos relieves de las paredes exteriores del templo de Ramsés, reviviendo cien sangrientas viñetas. Soldados egipcios amontonan innumerables manos de hititas aniquilados. Los caballos están encabritados, los carros de guerra avanzan en una carrera desenfrenada. Hititas aterrorizados corren hacia un río. Esta pared es una crónica de la hora más gloriosa de Ramsés el Grande: la batalla de kadesh. En el quinto año de su reinado, Ramsés decidió tomar nuevamente la estratégica ciudad de Kadesh. Acompañado por un enorme ejército de 20 mil hombres, marchó hacia el nordeste en dirección a Siria, provocando una confrontación de superpotencias entre él y Muwatallis, el rey de los hititas. Y casi la perdió. El rey Muwatallis había reunido un ejército de 40 mil hombres. Un reconocimiento pobre del terreno permitió a los carros de guerra hititas tomar desprevenido al cuerpo principal del ejército de Ramsés. Las tropas egipcias se dispersaron, acosadas por el pánico. Ramsés se encontró solo y abandonado. No obstante, saltó sobre su carro, diciéndole a su tembloroso escudero: "Los atacare tal cual lo hace el halcón, matando, diezmando y derribándolos" . ¿Propaganda? Solamente contamos con su versión. Según él, literalmente los atacó solo, efectuando seis cargas con su carro de guerra. Luego, repentinamente, la suerte de Amón lo bendijo. Llegaron refuerzos egipcios; los hititas se desorganizaron. Súbitamente, el rey Muwataliis vio cómo sus soldados huían del salvaje y joven faraón, arrojándose al río y nadando hasta alcanzar un sitio seguro detrás de sus propias líneas. Al día siguiente, ambos contendientes enfrentaron la realidad. Era muy poco probable que alguno de los ejércitos desplazara al otro, por lo que Ramsés declaró que había sido una gran victoria y se retiró a sus dominios.
Posiblemente Ramsés también debió manejar un pueblo problemático en su reino: los hebreos. Es muy probable que hayan migrado siglos antes al delta del Nilo, la tierra bíblica de Goshen, para huir del hambre. Cuando Ramsés comenzó a construir Pi-Ramsés, fueron forzados a trabajar allí. El Antiguo Testamento es la única versión de cómo Moisés persuadió al faraón a dejar ir a su pueblo.
En cuanto a las aguas abiertas del Mar Rojo, los eruditos modernos sugieren que Moisés puede haber conducido a su gente a través de una región pantanosa de los lagos al este de Pi- Ramsés. Quizá fuertes vientos hicieron a un lado las aguas movedizas en uno de estos lagos. Después, cuando los guerreros del faraón se hallaban en franca persecución, es posible que los vientos hayan cambiado, cubriendo de agua a los egipcios.
Más allá de las escrituras, es escasa la evidencia del éxodo. No se trató
de un episodio -la destrucción de una de sus preciadas brigadas de carrozas- que Ramsés hubiera querido registrar para la posteridad. Para cuando Ramsés cumplió cuarenta y tantos años, había abandonado las campañas anuales contra los hititas, pero no había abandonado su manía de edificar. Poco tiempo después de regresar de kadesh, comenzó a planificar el monumento más grande: Abu Simbel.
Eligió un sitio remoto y lejano en el sur, en Nubia, donde se destacaban los riscos de piedra arenisca por encima del Nilo.
Hizo esculpir en la roca cuatro estatuas de más de 20 m de altura a su imagen y semejanza, sentado. Después, detrás de las estatuas, los trabajadores hicieron un templo que se adentraba casi 50 metros en la colina. Adornaron las paredes con las glorias de Kadesh. Sobre un risco adyacente, erigió un segundo monumento en honor a su esposa favorita, Nefertari.

A qué se debe que Ramsés haya construido sus templos ás colosales tan lejos del corazón de Egipto? Le hago esta pregunta a Rita Freed del Museo de Bellas Artes a medida que avanzamos rápidamente en dirección al sur, hacia Sudán, sobre un nuevo camino que atraviesa arenas completamente desiertas.
"Fue una declaración Pólitica dirigida a los nubios -responde Rita-. Nubia era una fuente crucial de oro, obreros y materiales exóticos. Esas estatuas decían: "Yo soy Ramsés el Grande. Ustedes me seguirán pagando tributo." De acuerdo con Rita, la mejor vista de las grandes estatuas se obtiene al amanecer. Así que rodeamos la colina en medio del frío que reina antes del amanecer. Trato de adoptar la mentalidad de un antiguo egipcio, que no veía el cosmos desde nuestra perspectiva científica, que no sabia que el sol es una bola de fuego nuclear. Para los egipcios, el sol era un dios que regresaba cada mañana después de otra noche de librar una incierta batalla con la serpiente del caos. La humanidad de Ramsés también resuena en las bellas estatuas de Nefertari que lo acompañan. La elevó a las mismas alturas eternas que buscaba para sí mismo. Para Nefertari, Ramsés tuvo palabras de una poco característica ternura: "Poseedora de encanto, dulzura y amor," que hizo grabar en su tumba.
Resulta tentador comparar a Nefertari con la otra esposa importante de Ramsés, lstnofret. Es poco lo que se sabe sobre ella, pero los egiptólogos especulan al respecto: "Nefertari tenía la belleza, pero lstnotret la inteligencia. Fueron sus hijos los que tuvieron más poder a medida que Ramsés envejecía." Lógicamente, hubo otras reinas en la vida de Ramsés. La paz con los hititas fue tan exitosa que en el año 34 del reinado de Ramsés el rey hitita Haflusil III envió a su hija mayor para desposarse con el faraón y sellar la nueva amistad. La acompañaron soldados, dignatarios, y una dote de "oro, plata, mucho bronce, esclavos, pares de caballos sin límite."
Las grandes obras de Ramsés en Pi-Ramsés se han erosionado a tal punto que vuelven a formar parte del rico suelo del delta. Pero las inscripciones aún recuerdan la pompa que debe de haber acompañado al faraón en los frecuentes retornos al palacio: "Tener listos 100 floreros de pie para ramos de flores, 500 canastas con Comida. Alimentos a ser preparados: 1.000 hogazas de pan de harina fina. Bizcochuelos, 100. Leche, 60 medidas; crema, 90 medidas; chauchas de algarroba, 30 tazones; uvas, 50 sacos; granadas, 60 sacos."

Los escribas de Pi-Ramsés también llevaron el registro de los grandes aniversarios del rey. Tradicionalmente, el primer gran aniversario del faraón se celebraba cuando había estado 30 años en el trono; después, se celebraba cada tres años. Simbólicamente, revitalizaban a un rey anciano al igual que el Nilo renovaba las tierras cuando las anegaba una vez por año. La tradición era de antigua data y provenía de los primeros reyes. Los rituales, los banquetes y el espíritu festivo podían durar más de dos meses. Enormes multitudes observaban una reiteración de su coronación. Finalmente, para demostrar su aptitud, el rey Corría alrededor de una pista especial.
Para sus aniversarios, Ramsés construyó una galería enorme en Pi-Ramsés, robando columnas de templos cercanos. En total, celebró por lo menos 13 de estos aniversarios. Cuando Ramsés envejeció, traspasó las riendas del gobierno a los dos hijos mayores de lstnofret: Ramsés y Khaemwaset. Ambos fallecieron antes que su padre, al igual que por lo menos otros diez hijos. Un hijo menor, Merneptah, heredó el trono.
El último día de mi estancia en Egipto finalmente recibo la autorización para ver la momia de Ramsés. En el Museo Egipcio del Cairo, el director de conservación, Nasry lskander, levanta el oscuro terciopelo que recubre la vitrina de la momia. Observo su rostro. Amarronado y anguloso. Brazos cruzados sobre su pecho a la usanza real. Un cuello largo y una nariz aguileña orgullosa. Es probable que la momificación y los ritos funerales hayan insumido los tradicionales 70 días. Los embalsamadores retiraron los órganos internos, colocando el hígado, los pulmones, el estómago y los intestinos en jarrones sagrados. Su corazón quedó sellado dentro de su cuerpo. Los egipcios creían que era la fuente de intelecto y de sentimientos y sería necesario para el juicio final.
Los egipcios no apreciaban el cerebro. Los embalsamadores lo extraían por la nariz y lo descartaban. Después de secar el cadáver con sales de carbonato hidratado de sodio, los embalsamadores lavaron el cuerpo y lo recubrieron con resinas para conservarlo. Finalmente, lo envolvieron en cientos de metros
de lino. Durante los 150 años posteriores a su entierro, su tumba fue saqueada por ladrones y su momia fue profanada. Vuelto a enterrar dos veces por sacerdotes, el cuerpo retuvo algunos de sus secretos. Las radiografías del cuerpo indicaron que Ramsés padecía severa artritis de la articulación de la cadera, lo que lo habría obligado a caminar encorvado. Sus dientes estaban muy desgastados y tenía abscesos dentales y gingivitis, una enfermedad de las encías.
Concluidas las fotografías, el terciopelo fue colocado nuevamente sobre la momia de Ramsés, pero su rostro permanece a mi lado. No es: el rostro de un
dios, sino el de un hombre. ¿Era Ramsés jactancioso, cruel, egocéntrico? De acuerdo con nuestras normas, seguramente si lo fue. No dejó evidencia de la complejidad humana o de los conceptos duramente aprendidos que redimen a orgullosos reyes míticos como Edipo o el rey Lear de Shakespeare, pero amó profundamente y perdió. ¿Creía realmente que era un dios? ¿Quién puede decirlo? Pero evidentemente luchó por ser el rey que su pueblo esperaba, brindando riqueza y seguridad, y tuvo éxito. También deseaba vivir para siempre. Más
que muchos, este hombre logró lo que anhelaba.
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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor Asurbanipal » Vie Dic 23, 2011 9:45 am

Un egocéntrico, tú lo has dicho.

Me pregunto a cuantos trabajadores asesinaría con sus faraónicas obras.

¿Construiría algo útil para su sociedad? :pfffddd:
"Perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres".

"Nuestros cuerpos son los países de este mundo y no las fronteras que aparecen en los mapas con los nombres de hombres poderosos".
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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor Venus Imperial » Vie Dic 23, 2011 5:51 pm

caprichoso....egocéntrico....en fin
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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor liria_azaila » Mar Ene 10, 2012 4:31 pm

Ha habido tantos...

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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor Seneca » Jue Ene 12, 2012 5:08 pm

Venus Imperial escribió:Revista Conozca Mas nro 75, por Rick Gore
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¿Era Ramsés jactancioso, cruel, egocéntrico? De acuerdo con nuestras normas, seguramente si lo fue.


Pues claro que es de acuerdo a nuestras normas (las de los países occidentales), porque de otro modo resulta un verdadero anacronismo juzgar las actitudes de Ramsés II y decir que era egocéntrico, dictador o megalómano. Resulta una auténtica patada al rigor histórico no guardar la debida equidistancia y objetividad al observar conductas propias, arraigadas y cotidianas entre los soberanos de hace 3.000 años.

Esas características no eran exclusivas de Ramsés II, si no de todos los demás faraones egipcios, o los reyes asirios, los sumerios, los hititas, los persas... Entre otras cosas porque faltaban aún bastantes siglos para que llegaran algunos griegos que inventaran la democracia.

La sociedad egipcia también era distinta y valoraba de un modo diferente a sus soberanos a como lo hacemos nosotros hoy día. Así, sin ir más lejos, unas décadas antes habían sido gobernados por Amenhotep IV, que era una especie de hippie que practicaba el buenismo y repartría buenos deseos para todo el mundo y sin embargo resultó nefasto para su país y para sus subditos poniéndolos en grave riesgo de ser aniquilados por las potencias extranjeras. Por supuesto que aquellas gentes preferían a un rey poderoso como Ramsés II que les proporcionaba seguridad y tranquilidad. En Egipto si algo se valoraba era el orden.

Nada que ver con Franco; Ramsés era un hombre de su tiempo que se comportaba como un rey de su tiempo, Franco era en sí mismo un anacronismo que ejerció un poder totalitario en un momento en que las dictaduras estaban practicamente erradicas de la Europa occidental.

Saludos!!
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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor Venus Imperial » Vie Ene 13, 2012 8:47 pm

Muy Bueno Seneca!!! me encantó!!!
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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor Nefertari-Ra » Dom May 13, 2012 10:14 am

Pues mira,a lo mejor fue un caprichoso,egocentrico y un mujeriego de mucho cuidado.Pero por lo menos hizo grandes obras que hoy se pueden contemplar,obras como los templos de abus simbel(y digo yo que si era tan egocentrico porque se molestaria en hacer un precioso templo para su amada Nefertari,con la que me identifico mucho,me parezco a ella,aunque nunca llegare a superar su belleza seguro,o tambien porque se iba a molestarse en hacerle una tumba tambien preciosa).Como dice Seneca en aquella epoca habia que ser asi,si no no te tomaban en serio.
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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor Al* » Jue May 24, 2012 11:40 am

Nefertari-Ra, has entrado al templo de Nefertari? Si es así, sabrás que de forma alevosa, todas las paredes internas represantan una y otra vez las mismas escenas de RAMSÉS. Cuando entré, no lo podía creer, daba asco la egolatría de ese tipo. Terminé pensando que el templo de la esposa fue una excusa para seguir tallándose a si mismo y sus "logros".

Nadie niega que gracias a él tengamos muchas de las mejores obras del antiguo egipto, pero una cosa no quita la otra.
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EVIDENCIA: Certeza clara y manifiesta de una cosa, de tal forma que nadie puede dudar de ella ni negarla.
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Re: RAMSES EL GRANDE

Notapor Nefertari-Ra » Lun May 28, 2012 6:43 pm

Bueno,la verdad es que sere sincera,no,no he entrado a ese maravilloso templo pero dentro de unos meses me mudo a Africa y podre ver todas las cosas que quiero ver de ese magnifico pais tambien.Es verdad que en el templo de Nefertari tambien hay imagenes de Ramses,que yo no te lo niego.Pero,en este templo,Nefertari es representada en imagenes en las que esta haceindo ritos religiosos que estaban reservados a los sacerdotes y al faraon,cuando ninguna mujer(que no fuese faraon)fue representada de este modo.Tambien te tengo que decir que su tumba es una de las mas bellas,por no decirte la mejor,y la mejor que se conserva.Recuerda que en esa tumba los jeroglificos estan dibujados tan perfectamente,hasta el mas pequeño jeroglifico esta bien dibujado,por no decir todos los poemas que le dejo(aun que ahora me diras que ni siquiera el compuso los poemas),pero bueno,eso es lo que pienso yo.
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