Moderador: Arkantos
emanuel escribió:De acuerdo con las opiniones de los ultimos 25 siglos las actuales escrituras son hijas de la fenicia, pero se pone en duda que los fenicios hayan inventado la escritura fonetica aunque si hayan colaborado en su difusion.los elementos comunes en antiguas escrituras foneticas de medio oriente sugieren que todas ellas provienen de una antigua cultura , que no era original de medio oriente
Esta antigua cultura ,cuya duracion puede haber sido de mas de 40000 años tiene que haber sido brillante para transmitir a los egipcios babilonios sus conocimientos
...y algo tiene que haber sucedido ... en medio oriente para que aparescan de improviso poderosas culturas con gran sabiduria sumeros, semitas ,egipcios.
Si os interesa podemos traer al foro algunos de sus artículos, y el artículo sobre la Dra. Vasquez de Hoyo y las escrituras del Neolítico de Iberia.
Atlantida Ibero Marroqui escribió:Si os interesa podemos traer al foro algunos de sus artículos, y el artículo sobre la Dra. Vasquez de Hoyo y las escrituras del Neolítico de Iberia.
A mi juicio, de esa lengua común, la mas cerca a la original es el vasco (20 a 30 mil años atrás), que tiene muchas palabra esenciales comunes tanto al hebreo como el alemán (ejemplo tierra se dice ere en vasco, erde en aleman y eretz en ehebreo).
GOto escribió:A lo mejor Arkantos la tiene por ahí, yo la he visto en unas cuantas webs hace tiempo (bastante)
Archivos MP escribió:<center>EL IDIOMA MÁS ANTIGUO DEL MUNDO</center>
En su obra Pigmalión, Bernard Shaw pintó a un avezado lingüista, el profesor Higgins, capaz de detectar el barrio de origen de un habitante de Londres "con menos de tres cuadras de error", sólo escuchándolo hablar. Parece una exageración —y naturalmente lo es— pero, si se tiene en cuenta que los lingüistas han rastreado y casi completado el árbol genealógico de los idiomas humanos, quizás no lo sea tanto.
Cualquiera puede observar que el español, el italiano y el portugués se parecen mucho, y es lógico: tienen un origen común en el latín (junto al francés, el catalán, el rumano y otros). También son obvias las semejanzas entre el inglés, el alemán y el sueco. No fue tan simple, sin embargo, la observación de William Jones, un juez inglés residente en la India a fines del siglo XVII, que se entretenía estudiando sánscrito. Jones vio que muchas de las palabras de esta lengua clásica hindú se parecían sospechosamente a palabras latinas y griegas y lanzó la hipótesis, aventurada y luego confirmada, de que el sánscrito, el latín y el griego tenían un origen común. Desde la obra pionera de Jones, la lingüística se ha enriquecido hasta el punto de que, hoy en día, está casi completo —pese a las lagunas y a las dudas— el árbol genealógico de los lenguajes que el hombre habló desde su historia más temprana.
Y es que, para desgracia de los racistas, toda la humanidad desciende de un grupo específico originario del este de África: del lenguaje que hablaron aquellos remotos antecesores hace cien mil años descienden todos los lenguajes humanos. Ese lenguaje originario ha sido llamado protomundo, y se han descubierto los grandes rasgos de su evolución hasta las múltiples lenguas que se hablan hoy en día a lo largo del planeta.
Parece un árbol que se ramifica. El protomundo se dividió en dos ramas: de la rama khoisiana, la más antigua, salieron algunos lenguajes hablados en el sur de África. La otra rama, la congosaharaui, se bifurcó a su vez: por un lado dio origen a idiomas centro y norafricanos, y por el otro a las tres protolenguas que habló más tarde el resto del mundo: el amerindio (de donde derivan la mayoría de los lenguajes americanos), el denecaucásico (de él vienen, entre otros, el sinotibetano, raíz del chino, el vasco, el etrusco e incluso algunos lenguajes originarios de América del Norte, llevados a cuestas de migraciones a través del estrecho de Behring) y el nostrático.
Hace trece mil años, el nostrático empezó a fragmentarse en familias, lenguas y dialectos: el afroasiático, el altaico y el indoeuropeo, idiomas que se hablaron hace unos diez a ocho mil años. Hace nueve mil años, del afroasiático se generó el semítico, raíz del árabe y el hebreo. El altaico dio origen al turco, el japonés, el coreano y otras lenguas de Oriente. El indoeuropeo, por su parte, se dividió en varias grandes lenguas: el celta, el teutónico, el báltico, el eslavo, el iranio (raíz del sánscrito), el índico y el itálico (de donde viene el latín y luego las lenguas romances como el español, el italiano o el francés). Del celta descienden idiomas como el galés y el irlandés. Del teutónico, el alemán, el inglés, el sueco, el islandés, el danés y otras lenguas nórdicas. Del eslavo, el ruso y el polaco.
Pero lo más interesante de todo es que un cuidadoso estudio de las reglas de transformación lingüística en los idiomas conocidos (por ejemplo, siguiendo con cuidado la manera en que vocales y consonantes se transformaron al pasar del latín al castellano, italiano y otras lenguas derivadas de aquél) permitió reconstruir partes de las protolenguas originarias; y así tenemos una colección de algunos centenares de palabras del indoeuropeo, por ejemplo. En los años sesenta las cosas fueron mucho más allá; se reconstruyó en parte el nostrático, antecesor del indoeuropeo: "yo", por ejemplo, en nostrático se decía "mi", y "majra" significaba "hombre joven". Palabras como "mari" ("marido", en francés), "marido" en español y "marry" (casarse, en inglés) son rastros de aquel remoto término. La palabra nostrática "luba" (sediento) aún perdura en el "love" (amor) del inglés.
Esto no es todo; en los últimos años se dio un paso más: la reconstrucción de alrededor de doscientas palabras del protomundo, el lenguaje original. Hace cien mil años, en aquel lejano idioma "lengua" se decía "tel": el término inglés "tell", decir, contar, es un tataranieto reconocible. "Yo" se decía "ngai"; "changa" significaba "nariz" y también "olor".
¿Pero cuál es el valor de estas reconstrucciones teóricas? La comparación con los datos que proporcionan la arqueología, la antropología y aun los análisis basados en el ADN las confirman. El derrotero de las migraciones, tal como lo pintan los restos arqueológicos, corresponde al árbol de lenguajes; el fechado de huesos y utensilios encaja con los tiempos necesarios para la transformación de las lenguas; las distancias genéticas, medidas por las diferencias entre el material hereditario de distintas poblaciones, coinciden con la distancia entre raíces lingüísticas.
La verdad es que el profesor Higgins no podría sino asombrarse.
Autor: Leonardo Moledo
Algunos expertos en lenguas antiguas sugieren que el etrusco era una lengua con raíces en el Paleolítico, arraigada en una época muy anterior al momento en que los pueblos indoeuropeos se asentaron en Italia, confirmándose con ello la presencia en estas tierras italianas de un pueblo prehistórico no indoeuropeo.
A pesar de repetidos esfuerzos de conectar la lengua etrusca con las indoeuropeas, o con las aglutinantes de tipo urálico o con las caucásicas, no se ha encontrado relación definida con ninguna lengua.
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