El amor es un misterio
inSurGente.- "A despecho de machistas inconfesos y hasta confesados, al parecer la ciencia acaba de confirmar lo que constituía mera intuición de la especie. Según un reciente estudio, ante la belleza femenina se nubla la capacidad masculina y el varón se vuelve tan vulnerable... que el ridículo le es un lugar común. Algo así como un gesto convertido en tic nervioso. La visión de una mujer atractiva representa todo cuanto se necesita para arruinar la capacidad de decisión de un hombre, y a mayores niveles de testosterona, peor, concluye la minuciosa observación de las reacciones de 176 voluntarios, de entre 18 y 28 años (la evidente universalidad de las actitudes nos exime de mencionar la nacionalidad), rango de edades que no por estrecho echa por tierra la rotunda afirmación, si tomamos en cuenta la tradición extendida de viejos sátiros, arrobados ante tantos rostros tersos y tantos airosos andares.(...)".
“Luego de que una parte de ellos estuvieran expuestos a imágenes de mujeres atractivas o tuvieran que valorar prendas de lencería femenina, los participantes iniciaron juegos que requerían decisiones financieras. Los hombres expuestos a las imágenes denominadas por los científicos como insinuaciones sexuales fueron los más propensos a tomar las decisiones equivocadas durante el experimento.”
Caramba, ahora tal vez esté más preparado para ahondar en los más recónditos impulsos de aquel amigo que hace unos días me confesaba, quejumbroso cual trasnochado imitador de Bécquer, misógino como el mismísimo Vargas Vila, pero sincero, que Ella había matado su fe en el ser humano. Al menos tendré que dejar de preguntarme, machacón, por qué una cuestión sentimental, existencial -una relación que juzga mendaz-, transformó de la noche a la mañana a alguien para quien, como a la mayoría del género, la psicología femenil resulta escritura sumeria, un signo de inescrutable divinidad en la endrina noche de los tiempos. ¿Cuestiones de estructura nerviosa? ¿De bioquímica?
Si antes le recriminaba el que una dama anodina, irresoluta, tornadiza… lo lance impune a las redes de la desesperación, del escepticismo, casi en la Nada, hoy tal vez tenga que sugerirle un simple análisis de testosterona, porque “las personas con mayores niveles” de esta hormona “fueron las más proclives a equivocarse, al ser más vulnerables a las insinuaciones sexuales, las cuales les impiden concentrarse en su objetivo y las distrae de decidir correctamente”.
Basta ya de preguntarme cómo incluso la Parca o su sombra se han cernido sobre la antaño preclara cadena de silogismos, sobre los más recurrentes y trabados juicios acerca de ese fenómeno inabarcable y arcano nombrado vida, que siempre han (habían) caracterizado a este sujeto leído y escribido, para decirlo en buen romance.
Estoy barruntando que toda la filosofía acumulada por siglos, por milenios de vigilia, no conseguirá convencer de una retirada firme a este amigo, víctima de los retumbos del desamor prodigado por una vibrátil hija de Ochún. Seguramente volverá a los mórbidos brazos, si esta lo llama con meliflua voz. Reincidirá, sí, porque “al parecer todo tiene una explicación en términos de necesidad reproductiva... El hecho de que las insinuaciones sexuales distraigan a los hombres es lo que corresponde en términos evolutivos”.
Sin embargo, ¿por qué entonces habrá tanta Anna Karenina, tanta Julieta en este mundo ancho y desapercibido? ¿Por qué habrá tanta mujer supuestamente fuerte, incólume por naturaleza, postrada ante varones cuya altura moral nos les llega ni a la fértil región del ombligo? ¿Por qué muchas de aquellas entre quienes “hasta ahora no se han encontrado estímulos visuales que las afecten a la hora de tomar decisiones” son capaces de los más ingentes sacrificios por el portador de una figura angulosa y desgarbada, o una de proverbial definición o aparatoso volumen muscular, indistintamente?
¿Será solo por la razón de que “el sudor masculino funciona como un afrodisíaco para atraer al sexo opuesto”, como han determinado los científicos de la Universidad de Berkeley, California? Bueno, este comentarista, obstinado mirón de la realidad, no puede menos que coincidir (¡otro estudio!) en que “el fuerte lazo emocional de una persona inhibe las emociones negativas y afecta el circuito neural involucrado en realizar un juicio social sobre otra persona”...
En fin, que realmente el amor es ciego, como lo pintan. Que seguirá siendo un misterio, a pesar de los empeñados en reducirlo a simple biología. Y que nunca habrá un antídoto contra el arrobo y el desengaño, a menos que estemos dispuestos a arrancarnos el talón de Aquiles -¿el cerebro?, ¿el corazón?-; eso sí, con la enraizada esperanza de que los fantasmas no amen.
Hace poco leí una frase que me hizo decir, "Jo'er, que cierto es", que decía: "El amor es una bella flor....pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde del precipicio" (tiene algo que ver con el "fall in love" de los ingleses).
Actualmente estoy enamorado, no sé de qué me enamoré exactamente, de su perfección, de su dulzura o de cómo me roba el aliento cada vez que la tengo cerca... (en fin, que me pone bobo, como dice el artículo). Lo que más me jode es decepcionar a todas las bobitas que les pasa lo mismo conmigo