LAS ESCUELAS OCULTAS

Si al pensar existimos, al filosofar comprendemos esa existencia.

Moderador: Arkantos

LAS ESCUELAS OCULTAS

Notapor J » Sab Abr 22, 2006 5:06 pm

Hola a todos:

Espero que los aficionados a lo misterioso y oculto disfruten este artículo.

LAS ESCUELAS OCULTAS

DION FORTUNE

El adiestramiento, aprendizaje y educación del estudiante de la Ciencia Oculta, tiene sus etapas bien definidas y precisas, sea cual fuere el Rayo o la tradición en la que esté trabajando. Cada etapa es, o debería ser, la preparación necesaria para la próxima, y se produce un gravísimo daño cuando los estudiantes pasan de una etapa a la otra sin haber sido suficientemente preparados.
Las condiciones que mencionamos aquí no se refieren a ninguna Orden o Fraternidad en particular, sino que son de carácter general y una norma de perfección.
Todas las Fraternidades tienen su desarrollo y su muerte, como todas las demás instituciones de aprendizaje. En el Plano Mundano es imposible escapar a las limitaciones de las personalidades humanas. Un gran ocultista podrá formar una gran escuela oculta; pero al morir aquél su manto puede caer sobre las espaldas de personas indignas de llevarlo, y entonces toda su gloria se pierde o si no se corrompe.
El sendero de la Iniciación se ha convertido en el Occidente en un camino muy tortuoso, debido a las persecuciones y al materialismo; pero ya las nubes parecen estar disolviéndose ante el gran impulso de poder espiritual que todas las almas sensitivas saben que está fluyendo en el mundo actualmente. Muchas órdenes ocultas y grupos de estudio surgen por doquier, y es muy conveniente para el estudiante saber lo que debe ser una escuela oculta, para que así pueda darse cuenta de si la escuela a la que piensa afiliarse contiene todos los requisitos de una verdadera Iniciación.
Después que la Reforma dejó a los hombres en libertad de especular en materia religiosa según su propio criterio, surgió una innumerable cantidad de sectas, algunas de las cuales diferían de la ortodoxa en tan minúsculos detalles, que la menor tolerancia y buena voluntad habría evitado un cisma. Otras, en cambio, eran tan absurdas y exageradas en sus doctrinas y en sus prácticas, que indudablemente constituían el producto de mentalidades desequilibradas.
Otro tanto sucede con el Ocultismo moderno: un poco de conocimiento y alguna experiencia de lo Invisible hace muchas veces que una persona se erija no sólo en instructor, sino hasta en iniciador en la Ciencia Oculta; y esta chifladura o engaño esotérico está tan remota de las Grandes Escuelas de los Misterios, como los sistemas de los curanderos de las ferias lo están de los métodos terapéuticos y sanitarios realmente científicos.
Las Grandes Escuelas de Misterios han existido desde el primer despertar de la conciencia en la raza humana. No son ni ilusiones de la imaginación ni fraudes para engañar a la gente supersticiosa, ni existen solamente en los Mundos Internos. Fuera de Europa han florecido sin restricciones desde los tiempos inmemoriales, reverenciados o temidos por los pueblos a quienes guiaron. Algunas veces tuvieron que pasar malos tiempos y cayeron en el mal, como lo demuestran las escuelas degeneradas del Vudú; y otras veces retuvieron su noble tradición, como en algunas de las escuelas chinas e indias; pero siempre fueron aceptadas como parte de la vida racial, de la misma manera que lo fueron las órdenes monásticas entre nosotros.
Sin embargo, en Europa, la religión del Estado que debía haber sido la conservadora de los Misterios, se convirtió, por lo contrario, en su perseguidor implacable. Este desgraciado estado de cosas se produjo debido al hecho de que por conveniencias políticas fueron confiadas altas posiciones apersonas que carecían de los grados más elevados de los Misterios. Estos hombres - tal es la naturaleza humana - no aceptaban el consejo de sus inferiores en jerarquía mundana, aunque superiores en conocimiento, y de esta manera las enseñanzas esotéricas que debían haber formado la escuela interior de la Iglesia, fueron prohibidas como herejías.
Antes de la Reforma, la persecución sistemática de la Iglesia aniquiló todas las tentativas de la Gnosis, y después de la Reforma, los intelectuales desorientados de la Edad, reaccionando contraías doctrinas de una teología carente de iluminación, despreciaron todo el trascendentalismo como superstición. Los objetivos ocultos quedaron entonces limitados o bien a los pocos que en cualquier edad son capaces de pensar por sí mismos independientemente, o a los muy ignorantes entre los cuales subsistió la magia tradicional, a pesar de las influencias de la civilización de ese período. Esto último fue lo que trajo el descrédito sobre la Ciencia de lo Invisible, lo que obligó a los estudiantes de mayor mérito a ocultar su interés, y de ahí que la Ciencia Oculta tuviera que vivir varios siglos en Europa perseguida y acorralada, lo que produjo los defectos que semejante existencia tiene forzosamente que originar.
Los Conceptos Arquetípicos permanecieron, sin embargo, en los Planos Internos, y cada vez que una persona individualmente era capaz de elevarse en conciencia hasta ellos, descubría que las Grandes Ordenes Internas todavía existían en lo Invisible, aunque las persecuciones hubieran destruido sus formas físicas. Era algo así como si el espíritu inmortal de los Misterios sobreviviera a la muerte de su cuerpo físico el – Templo - y todos los que eran capaces de elevar su conciencia a los planos o mundos superiores, podían comunicarse con las Órdenes muertas.
Durante el último medio siglo se hicieron innumerables tentativas para inducir a reencarnarse al Alma de los Misterios, y estas tentativas tuvieron muy variada suerte.
Debido a muchos esfuerzos abortados, una tradición dada puede ser gradualmente reformada, pues el fuego latente de los conocimientos ocultos puede haberse vivificado hasta convertirse en una gran llamarada, y entonces los Dioses se aproximaban de nuevo al hombre.
Durante las Edades de Obscurantismo Europeo, era casi imposible que se hiciera el menor trabajo oculto en las Logias, por la gran dificultad que había en reunir a un número suficiente de personas, sin que se hicieran notar y despertar sospechas. Por consiguiente, los pocos iniciados europeos que mantenían el fuego sagrado ardiendo, tuvieron que apelar al sistema de aprendizaje. Llevaban discípulos individuales a sus laboratorios, de la misma manera que un maestro de artes u oficios tomaba aprendices en su taller; y estos discípulos, después de la muerte del Adepto, generalmente se desparramaban para buscar nuevas fuentes de instrucción, o aceptaban ellos mismos nuevos discípulos si estaban suficientemente adelantados como para hacerlo. Los inconvenientes de este sistema pueden verse en seguida. Como toda enseñanza carente de la supervisión adecuada, tendía a debilitarse y a degenerar; esto dio como resultado que la Tradición Esotérica Occidental no posea una gran literatura como la Tradición Oriental. Sin embargo, como bien lo debe saber todo estudiante de la Ciencia Oculta, la parte más importante de cada Orden se encuentra siempre en los Mundos Internos, y estas Ordenes Internas permanecen intactas a través de las Edades, recibiendo a los rarísimos iniciados que eran capaces de encontrar su camino y llegar hasta ellas por pura intuición, esperando pacientemente el tiempo en que el hombre se encontrara nuevamente en libertad para levantar el templo que contuviera el santuario.
Cuando el Templo ha sido así construido y el altar orientado según el mejor entendimiento de su artífice, entonces llega el momento de encender el Fuego Sagrado.
Esto sólo puede hacerse trayendo una brasa encendida de otro altar, a menos que el Sumo Sacerdote sea del orden de Prometeo (y no hay muchos de ellos, por cierto). Para variar de metáfora, la sucesión apostólica es la esencia de la iniciación, a causa de que el instructor tiene que inducir en el alma de su discípulo un tipo de actividad particular; y si él mismo no estuviera operando de esa manera, sería incapaz de actuar en la forma requerida. El tiene que dar el impulso necesario a la conciencia superior de su discípulo, que hasta ahora había permanecido dormida, para que comience a funcionar gradualmente. Y esto se realiza mediante el proceso conocido como la inducción simpática de la vibración.
Si ponemos un piano y un arpa cerca el uno de la otra, y tocamos determinada nota en el piano, la nota correspondiente del arpa comenzará también a vibrar, porque las vibraciones aéreas que proceden del piano vibrante, chocan contra las cuerdas del arpa y aquella es capaz de vibrar al unísono y se pone en movimiento. Así sucede con el iniciador y su discípulo. La actividad del yo superior del iniciador es la que estimula la del discípulo.
Esta es la parte más vital de la disciplina oculta.
La teoría del Ocultismo puede aprenderse en los libros que se han publicado para el público en general; pero sólo del Ocultista activo y verdadero puede recibir el estudiante la inoculación espiritual que obrará en sus venas. Son muy pocas las almas que han podido concebir en virtud del Espíritu Santo; pero el estudio de obras sobre embriología no las acercará gran cosa a su objetivo.
Los Sacerdotes de la Orden de Prometeo son los porta-antorchas que crean los nuevos grados de los Misterios, conforme el adelanto de la Evolución va haciendo al hombre capaz de recibir mayores enseñanzas. Son siempre Ellos los que por primera vez confieren algún grado que hasta entonces no haya sido trabajado en la tierra.
No debe presumirse, sin embargo, que cuando una persona surge con una nueva enseñanza es necesariamente un miembro de la Orden de Prometeo. La Orden de Prometeo es el grado subsiguiente inferior bajo el grado más elevado, que es el de la Orden de Melquisedeck; y estos grados no se confieren a los simples e ignorantes, como son los grados místicos de la Luz Interior (Fraternidad Esotérica que fundó la autora), como bien lo saben los cuáqueros, sino que representan la más elevada realización espiritual del Iniciado. Se recordará que Moisés fue llevado cuando infante al palacio de los Faraones, y que el niño Jesús fue llevado igualmente a Egipto. El significado de estas palabras no necesita ser destacado en lo que se refiere a los estudiantes de las ciencias esotéricas. Hay que cuidarse de los ocultistas que se han enseñado a sí mismos, tanto como de los curanderos que han hecho otro tanto.
Se da muchísima importancia a la sucesión apostólica o derivación de una tradición genuina y legítima, pues ninguna obra oculta es posible sin ella, en contradistinción con el desenvolvimiento místico. Puede ocurrir que la brasa que se traiga al nuevo altar consagrado sea, según todas las apariencias, apenas una ceniza muerta; pero si en ella reside la menor chispa viviente, puede ser convertida en una gran llamarada; y entonces, mediante la acumulación juiciosa del combustible necesario, se conseguirá que el fuego sagrado del altar resplandezca en todo su esplendor y puedan realizarse las iniciaciones con su luz y con su calor. Para el altar son necesarias dos cosas: la brasa ardiente y el combustible necesario: y si la sucesión apostólica no proviene de una tradición genuina, si no existe verdadero conocimiento oculto y el templo no está debidamente orientado, el fuego no podrá ser convertido en llamarada. Y aun en el caso de que el Fuego haya sido debidamente encendido y atizado, puede aún apagarse por falta de combustible o ahogarse en sus propias cenizas. No todos los que claman “Señor”, “Señor” son llamados por el Padre.
Una escuela oculta sólo puede ser fundada por un iniciado de alguna de las grandes tradiciones. Debemos recordar que Paracelso tuvo que viajar al Cercano Oriente antes de que recibiera sus poderes ocultos, y Mme. Blavatsky tuvo que penetrar en el Tibet antes de que pudiera crear su Escuela Esotérica. La razón de que los Misterios Menores de Europa sigan usando la terminología del gremio de la construcción se debe a que los contactos necesarios para los grados se encontraban en los rituales degradados que los gremios del Medioevo realizaban para atraerse la suerte cuando colocaban las piedras fundamentales de sus construcciones. Estos rituales datan de los tiempos en que los templos de los Misterios estaban designados como grandes símbolos y sistemas de correspondencia y los hombres que hacían el trabajo tenían forzosamente que ser iniciados en los grados inferiores, para que pudieran realizar adecuadamente sus tareas. Sólo los obreros iniciados podían construir estos templos simbólicos, de la misma manera que sólo personas iniciadas en la masonería pueden cuidar sus templos. Así es como un conocimiento elemental de los misterios formaba parte del adiestramiento y educación de los mejores obreros constructores, lo mismo que un conocimiento elemental de la mecánica.
Cuando la construcción de templos cedió su lugar a la construcción de las iglesias, la tradición sobrevivió largo tiempo. Los constructores persistieron en levantar sus estructuras de este a oeste y ponían en ellas una gran masa de antiguo simbolismo, que sus nuevos empleadores no conocían y que suponían eran puramente ornamentales. Pero no es cierto que los masones operativos (los obreros constructores) tuvieran los designios esotéricos que le atribuyen algunos escritores imaginativos porque rara vez eran iniciados de los Grandes Misterios, aunque sí poseían los planos y símbolos fundamentales, si bien vacíos de ideas fundamentales. De cualquier manera así es como se conservaron muchos de los símbolos de los antiguos credos en nuestros edificios cristianos, mucho después de que se perdiera hasta la sombra del conocimiento original de los hombres que lo habían concedido. Se mantuvieron los antiguos rituales, más bien como ceremonias supersticiosas que traían buena suerte, considerándolos lo mismo que el niño que todas las noches rezaba, diciendo: “Y no nos dejes caer en la estación de Támesis” en vez de decir “tentación” (“Lead us not into Thames Station (por Temptation).
Cuando los hombres sabios de 1717 necesitaban fuego viviente para sus nuevos altares, siempre lo podían encontrar en los antiguos rituales que conservaban algunas brasas vivas bajo el montón de cenizas que casi las ahogaba, y las aprovechaban.




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