por Inkubus » Lun May 22, 2006 9:35 pm
En efecto eletj, por ahí iban mis tiros, y aunque no al mismo sitio, sí en la misma dirección. Sin embargo disiento también en que el maniqueismo haga referencia a los principios de la creación. El maniqueismo (como secta) era dogmático y no se ocupaba de explicar creación salvo para aseverar que lo bueno lo creó Dios, la luz, y lo malo lo hizo Satanás, las tinieblas; incluso para eximir al hombre de sus errores por considerar que el alma era de Dios y el cuerpo de Satanás, y todo lo que se hiciese con el cuerpo, que es instrumento de Satanás, estaba inspirado por él. Pero como bien dices las nociones del bien y del mal son valores éticos, y como tales, son particulares de cada cultura y por lo tanto estarán al nivel de desarrollo "humano" de cada cultura, y en particular de cada individuo. Es decir, los conceptos de bien y mal son subjetivos, y esto es así porque son cosas muy humanas. Nada que ver con lo divino ni con dioses o demonios, y por supuesto como concepto derivan de los axiomas éticos de cada cultura y de cada individuo.
Y ahora enlazando con el tema del hilo, sin duda tenemos que regirnos por valores éticos, y por desgracia todavía han de ser impuestos por algún tipo de autoridad. A mí nunca se me ocurriría dar una paliza a un anciano que sale del banco de cobrar su pensión, pero no todo el mundo ha alcanzado ese nivel básico, y hay gente que roba, mata, viola, engaña, agrede, y comete mil y un delitos, fechorías, e imprudencias. Históricamente han sido las religiones las guardianas de la ética, y siempre han tenido sus mecanismos de válvula de escape para que el transgresor de la ética (pecador) tenga su oportunidad de "salvación" ya sea en vida o tras la muerte. Sin duda el bien y el mal son inventos humanos; en algunos casos como medida de bienestar social, y en otros como herramienta de control, pero en cualquier caso todo maniqueismo surge de la necesidad de comprender y dominar las fuerzas que juegan con nosotros, y a nosotros mismos.
Saludos.
La vida es una sucesión de instantes absurdos, que finalizamos en el instante más absurdo de todos. Siempre podemos buscar un sentido lógico y coherente a esta sucesión absurda, pero paradógicamente la comprensión holística de la vida requiere que nos volvamos locos.