por Venus Imperial » Lun Nov 14, 2005 12:09 pm
Existieron los dragones? ¿Podrían haber volado? Un riguroso documental desvela la claves simbólicas y biológicas de estos animales de leyenda.
Grandes bestias voladoras
Uno de los enigmas que desvela el documental “Dragones, fantasía hecha realidad”, es cómo esos enormes dinosaurios, de haber existido, podían volar. También explica el gran misterio que les hacía escupir fuego.
Escenas en el parque de Hong Kong. Los jardines de Tiger Balm, en Hong
Kong, están repletos de escenas sobre la mitología china y en muchas de ellas aparecen los míticos dragones. En la imagen, una de las más llamativas.
Suponga que un verano extraordinariamente caluroso se derritiera un sistema milenario de cuevas glaciares en los Cárpatos y que un equipo de esquiadores descubriera por casualidad la entrada a las cuevas. Suponga que durante esa excursión los esquiadores hicieran un hallazgo verdaderamente increíble: restos mutilados de humanos vestidos con armaduras del siglo XV. Una brutal escena de crimen medieval. Y a su lado, la criatura que selló su destino: un dragón completamente intacto al lado de su cría, preservados en el hielo glacial, algo así como el hombre de Otzi o un mamut lanudo.
De repente, las historias sobre esta supuestamente mitológica criatura, firmemente asentada dentro de nuestra imaginación colectiva, dejan de ser historias. Rápidamente, un equipo de expertos se dedica a estudiar su fisiología, llegando a conclusiones extraordinarias. Y entonces, los dragones aparecen como animales que en alguna ocasión fueron seres de carne y hueso, seres del tamaño de un tiranosaurio capaces de volar y escupir fuego. Animales diversificados en varias especies, superdotados por la evolución, pero que resultaron perdedores en el juego de la vida, cuando las presiones sobre su hábitat los empujaron al hambre y éste a competir con los humanos. Criaturas que, tras millones de años de habitar sobre la Tierra, eran tan escasas, que podían durar décadas buscando a un compañero con el que aparearse, sin encontrarlo, y que pasaron a convertirse en mitos porque nadie había logrado ofrecer pruebas concretas de su existencia... hasta ahora.
Y por qué no? Después de todo, los dragones existen en las leyendas de una multitud de civilizaciones. ¿Cómo explicar que los dragones sean figuras tan importantes dentro de la cultura de pueblos separados por el tiempo y la geografía como los aztecas, los chinos, los inuits y la Europa medieval, por mencionar sólo algunos?
Ésta es la trama de un documental de Discovery Channel, Dragones, fantasía hecha realidad, cuyo estreno en España está aún por determinar. Basada en la premisa de qué sucedería si halláramos el cuerpo de un dragón, la película de 90 minutos de duración tiene todo el sabor de un documental de naturaleza mezclado con el realismo prehistórico generado en ordenadores de Paseando con Dinosaurios, la cinematografía romántica de Harry Potter y el moderno ambiente forense de CSI Miami. La razón es que los creadores del especial utilizaron tecnologías de todas estas producciones para dar vida a los dragones. Las animaciones de vanguardia, basadas en los dibujos del famoso ilustrador John Sibbick y la asesoría científica de Peter Hogarth, profesor de biología de la Universidad de York, confieren a estas criaturas una dimensión tan real que es difícil levantarse del sillón sin sentir afecto hacia los dragones de la trama, y sin el firme convencimiento de que en alguna parte del mundo debe existir el cuerpo fosilizado de uno de estos seres maravillosos.
- Un par de órganos similares a los pulmones, llenos de hidrógeno, les habría permitido estar en el aire -
Los científicos descubren todos los enigmas
Los verdaderos amos del cretácico
De haber sido algo más que una parte importantísima de la mitología universal, los dragones como éste, protagonista del documental, y no los dinosaurios, habrían sido los verdaderos amos del cretácico.
Así pues, el descubrimiento en la cueva helada de los Cárpatos permite finalmente a la ciencia estudiar la verdadera naturaleza de los dragones. Los científicos están sedientos de conocimientos: ¿cómo podía un cuerpo de semejante tamaño mantenerse en vuelo? ¿Cómo funcionaba su sistema lanzallamas? ¿Cómo se protegían ellos mismos de su propio fuego? ¿Cuáles eran sus rituales de cortejo y apareamiento?
Los expertos esperan que la criatura que reposa sobre el suelo de madera del laboratorio conteste a algunas de estas preguntas. Está envuelta en plásticos y la escarcha aún cubre su cuerpo apergaminado. Lo primero que llama la atención es su cabeza, adornada con una corona de cuernos echados hacia atrás. Su hocico es redondeado; los dientes, desiguales y la piel está cuarteada. El conjunto recuerda a un cocodrilo del Nilo. Pero este “ cocodrilo” tiene las patas largas, el cuerpo poderoso de un león y una cola que termina en un triángulo. No obstante, lo más cautivador es que tiene alas; delgadas membranas parecidas al cuero, como diseñadas por Leonardo da Vinci, con tabiques divisorios y uñas en el borde de ataque, y que más tarde habrían de copiar, en miniatura, los murciélagos.
El posible origen de las marcas de tiranosaurio
Un reclamo publicitario
El escritor británico Allistair Mitchell
mandó construir este dragón “de
pega” para captar la atención de los
editores que se negaban a publicarle
un cuento sobre estos animales.
A los diez minutos de haber empezado el documental, los dragones parecen tan reales como un tiranosaurio rex o un pterodáctilo. De hecho, las espuelas en los talones de este espécimen de dragón de montaña arrojan luz sobre el posible origen de las marcas halladas en cráneos de algunos “ rex”: es fácil visualizar a una madre de dragón prehistórico atacar por sorpresa desde el aire a un tiranosaurio que está a punto de abalanzarse sobre su cría. Cabría entonces preguntarse: ¿fueron los dinosaurios los verdaderos amos del cretácico?
El filme sigue la saga de dos dragones a través del tiempo, comenzando con un joven macho que habría vivido hace 65 millones de años. Su encuentro con un tiranosaurio sobre una ladera volcánica es memorable. Batiendo sus alas decoradas de rojo para asustar a los depredadores, el dragón prehistórico adolescente no sabe aún volar, pero se defiende con un penetrante grito, atontando temporalmente al dinosaurio. El rugido atrae a su madre. El dragón adulto se cierne sobre el depredador y lo tuesta con una llamarada. Con el paso del tiempo, el joven dragón habrá de aprender a campar por sus respetos para asegurarse un trozo de montaña, una laguna de agua fresca, y el más preciado tesoro: una hembra. Tendrá que descubrir que, aunque prefiere la carne fresca, cuando se trata de sobrevivir tiene que aprender también a comer carroña, y debe vivir en plenitud durante su juventud, porque la hostilidad de su medio ambiente rara vez permite que un dragón sobreviva más de 40 años.
El gran misterio sobre el vuelo del dinosaurio
Tradiciones chinas en torno al mito
En China el dragón ha sido un animal mitológico desde hace siglos. El espectacular Festival del
Dragón es el más esperado durante todo el año.
Regresando al presente, en el laboratorio los científicos se rascan la cabeza. ¿Cómo volaban los dragones?
Además de las alas, el cuerpo del dragón de montaña hallado en los Cárpatos ostenta un poderoso pecho lleno de músculos. Su corazón de gran tamaño también es un indicador del vuelo, ya que el cuerpo necesitaría grandes cantidades de sangre oxigenada para mantener un aleteo constante. Igualmente, los huesos están perfectamente diseñados para remontarle. Su estructura esquelética interna es igual a la de las aves: fuerte, porosa y sumamente ligera. Pero esta criatura es aún demasiado pesada para permanecer suspendida en el aire por alas tan pequeñas.
Es entonces cuando los restos del dragón revelan la más ingeniosa adaptación en la historia natural del vuelo: un par de órganos similares a dos pulmones se descubren dentro del cuerpo. Los tejidos de las paredes de estos órganos son delgados y elásticos, diseñados para expandirse. ¿Qué contienen? Gas. No es gas proveniente de su descomposición. Este gas estaba presente mientras el animal aún estaba vivo. Es hidrógeno. Un fluido 14 veces menos denso que el aire. Llenos de hidrógeno, estos sacos efectivamente harían elevarse el cuerpo, como si fuera un dirigible.
Ahora bien, ¿cómo producía hidrógeno el organismo del dragón? El programa sugiere una feliz solución: las bacterias estomacales, que en otros organismos liberan gases producto del metabolismo, en el dragón expelen enormes dosis de hidrógeno.
http://www.lacoctelera.com/northia-A ti te gusta jugar?
-Depende a qué?
-A la vida o a la muerte?.....
-No...a eso no juego!!!!
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